La foto manipulada de Kate Middleton cuestiona el papel de la prensa británica al informar sobre la monarquía
Poco después de las nueve de la mañana del domingo, las alertas con la foto de Kate Middleton, la princesa de Gales, llenaron repetitivas los móviles en el Reino Unido. La BBC, los periódicos más políticos y, por supuesto, los tabloides entregados al cotilleo real lanzaban la imagen que coincidía con el día de la madre en el país. El Guardian, que en sus páginas de opinión defiende la república, también publicó veloz “la primera foto difundida” después de la operación médica por la que había pasado Middleton. Casi doce horas después, las portadas de papel ya estaban listas con esa misma foto a toda página.
Los medios británicos no cuestionaron ni la imagen ni la información que les pasó el equipo de los príncipes de Gales hasta que varias agencias internacionales anunciaron que retiraban la fotografía. La agencia estadounidense Associated Press (AP) lideró la retirada de la imagen con su decisión y sus explicaciones que arrastraron a los demás. “El examen detallado de la imagen reveló inconsistencias que sugirieron que había sido alterada, por ejemplo la alineación de la mano izquierda de la princesa Charlotte con la manga de su jersey”, dijo la agencia para justificar la instrucción inusual pero no única a sus clientes de que la imagen se borraba de su archivo. “No se mandará una imagen de sustitución”, decía el mensaje.
Los estándares periodísticos
Los estándares de AP, como recuerda la agencia, incluyen no difundir fotos que hayan sido alteradas o manipuladas digitalmente. “Retoques menores de edición, incluyendo el recorte y el ajuste del color y el tono, son aceptables cuando son necesarios para la reproducción clara y rigurosa, y deben mantener la auténtica naturaleza de la fotografía”, explica la agencia. “Los cambios en la densidad, el contraste, el color y los niveles de saturación que alteran de manera sustancial la escena original no son aceptables” igual que tampoco lo es, para la agencia, eliminar el fondo o hacerlo más borroso con herramientas digitales después de tomar la foto. La agencia de noticias ni siquiera acepta corregir el efecto de “ojos rojos” que a veces salen por el flash.
“Las fotografías de AP siempre deben contar la verdad. No alteramos ni manipulamos digitalmente el contenido de una fotografía de ninguna manera. El contenido de una fotografía no debe ser alterado con Photoshop ni ningún otro método”, dice AP en los principios éticos para fotógrafos disponibles en su web, con más detalles sobre los ajustes permitidos para su propios profesionales. Ante las dudas en un caso concreto, un editor tiene que responder y autorizar o no la difusión de una imagen que tenga algún retoque. Cuando se publican fotografías modificadas por la fuente, por ejemplo para oscurecer una cara, “el pie de foto debe explicarlo claramente” igual que en el caso del uso de ilustraciones, retratos o posados.
El mismo domingo por la noche, con pocos minutos de diferencia, las agencias Reuters, France Press y Getty también retiraron la fotografía de Kate Middleton y sus hijos citando problemas en la fuente, aunque con menos detalles de los que dio AP.
Los medios británicos
En cambio, esa noche la principal agencia británica de noticias, PA Media, no publicó la orden de retirada de la imagen, que seguía ilustrando las portadas de múltiples periódicos británicos impresos del día siguiente. Entre las excepciones estaban el Guardian, que no informaba sobre la historia en portada, y el tabloide humorístico Daily Star. A algunos diarios apenas les dio tiempo antes del cierre de la edición impresa de señalar las dudas en el pie de foto, como hizo The Times. También hay ejemplos de varios diarios que publicaron la imagen sin reservas y con los titulares iniciales, laudatorios hacia la protagonista.
PA Media dijo después que había publicado la fotografía asumiendo “la buena fe” del Palacio de Kensington, la residencia de los príncipes de Gales, y que en lugar de retirarla había pedido una “aclaración” a los portavoces reales. La retiró al día siguiente. “Dada la falta de una aclaración, hemos eliminado la imagen de nuestro servicio de imágenes”, dijo este lunes la agencia. Poco después, un mensaje en nombre de Middleton dijo que la princesa pedía disculpas por haber experimentado con la edición de la foto.
El Guardian, que también publicó la fotografía sin cuestionarla durante todo el domingo, dijo después que, tras un análisis de su jefe de fotografía, había detectado 20 anomalías en la imagen, indicativas de una posible superposición de fotografías.
Paul Clarke, un fotógrafo y editor profesional que ha trabajado para medios británicos, fue uno de los primeros que compartió en X sus dudas sobre la imagen el domingo por la tarde, y apuntó al problema de fondo de medios que publican las imágenes aportadas por instituciones oficiales sin cuestionar los detalles.
Esta imagen, difundida por las cuentas oficiales de los príncipes de Gales y enviada a las agencias de noticias, “fue reportada como un hecho”, comentaba después en un texto en Lindedin Clarke. “Pero no es una fotografía de noticias. Tiene edición sustancial. Eso está completamente prohibido para profesionales de la información (y también se supone para los editores de fotografía). Esa línea divisoria es esencial para que tengamos confianza”, escribió.
El fotógrafo también pone como ejemplo lo que hizo hace unos días el primer ministro británico, Rishi Sunak, al pasarle imágenes tomadas por su fotógrafo oficial a los periodistas en lugar de dejar pasar a los fotógrafos o al menos a uno independiente que luego compartiera su trabajo con otros medios (lo que habitualmente se llama pool y se utiliza para cubrir al gobierno y a otros políticos). Clarke insiste en que los medios y las agencias no tienen que aceptar este tipo de trato indirecto y que “profesionales independientes” deben tomar las fotos en lugar de aceptar “la entrega” de lo que quieran dar las instituciones sin que fotógrafos de medios tengan acceso.
El fotógrafo no ve ninguna “conspiración” detrás de las alteraciones de la imagen, más bien una chapuza, pero señala la cuestión de fondo de los estándares periodísticos. Se trata de un debate especialmente pertinente para la prensa británica, que tiene costumbres muy altas de escrutinio para los políticos y otros servidores públicos, pero que no se suele comportar igual en relación a la monarquía. Sus miembros son a menudo tratados como protagonistas de una historia del corazón más, pese a que la institución es uno de los símbolos del país y también una de las monarquías más caras.
Por qué importa
“Los personajes de la familia real son especialmente pintorescos y la historia es a veces irresistible. Pero representan al gobierno de nuestro país también, afianzan nuestra jerarquía nacional y definen nuestra imagen global”, escribía hace unos meses Roger Mosey para un informe sobre los medios y la monarquía del centro de estudios UK in a Changing Europe.
Mosey fue director editorial de la BBC y cuenta cómo él mismo sufrió presiones para quitar a periodistas que no le gustaban a la familia real y la radiotelevisión pública fue represaliada con la pérdida de derechos exclusivos de emisión. Según él, “es difícil defender que los medios hayan estado a la altura de su papel de escrutinio en esto, lo que es un fracaso periodístico y, en el caso de los medios públicos, un riesgo de injusticia para las millones de personas que no están de acuerdo con la monarquía”.
La retirada más que la manipulación de la imagen es lo que parecía sorprender en principio a periodistas británicos acostumbrados a cubrir la familia real. Ian Lloyd, periodista y fotógrafo que ha seguido a miembros de la realeza británica, dice que “no es inusual” que la institución les pase fotos modificadas y que “lo que es claramente nuevo” es la advertencia de las agencias de noticias. Lloyd comentaba en una entrevista en la BBC que, en este caso, “alguien sintió claramente que habían ido demasiado lejos”. También puso otro ejemplo reciente, la fotografía de felicitación de Navidad de los príncipes de Gales en la que también se notaban alteraciones en la imagen, como la falta de un dedo en la mano de uno de sus hijos y lo que parecía ser una pierna extra. Entonces, no hubo ni explicación ni apenas controversia, entre otras cosas por lo poco noticioso del evento.
Algunos medios están analizando ahora las fotos del pasado difundidas por la familia real británica. La agencia AP incluso sugiere que después de esta experiencia endurecerá sus estándares sobre el uso de fuentes de confianza, como están habitualmente categorizadas las instituciones públicas como el gobierno y la jefatura del Estado.
Confianza en los medios
La publicación de imágenes cuestionadas llega en un momento en que los medios luchan por defender la integridad de su trabajo frente a la avalancha de información que no pasa por filtros profesionales.
Desde 2015, la confianza en las noticias ha bajado casi 20 puntos en el Reino Unido, según los datos del informe anual del Instituto Reuters para el estudio del periodismo de la Universidad de Oxford. Según la encuesta en la que se basan los datos, los medios especializados en información de sucesos, corazón y deportes, que son también los que más siguen a la familia real, tienen los índices de confianza más bajos. Así, sólo el 13% del público confía en el Sun y sólo el 25% en el Daily Mail frente a más del 60% que confía en la BBC. En general, el 33% de los adultos en el Reino Unido dice confiar en las noticias la mayor parte del tiempo (el 40% confía en las que consume).
En el caso de la cobertura de la monarquía, las fotografías –casi diarias en gran parte de la prensa escrita– son centrales. De hecho, también lo son para la institución.
“Me tienen que ver para creerme”, decía la reina Isabel II, según su biógrafa Sally Bedell Smith. Y, en gran parte, esa sigue la sustancia del mensaje de reyes y príncipes, ahora multiplicados también por sus propios canales en redes.
“Ser visto es realmente todo lo que tienen”, defiende en la publicación Metro Graham Smith, el líder del principal grupo republicano del país, que cree que sin la confianza incluso en las imágenes la monarquía va a sufrir: “Sin confianza, esto significará que más gente buscará una alternativa a la monarquía, un jefe de Estado elegido y un país que abrace la transparencia, la justicia y la apertura”.
Según la última encuesta de YouGov sobre el asunto, publicada este enero, el 45% de los adultos en el Reino Unido prefieren una monarquía; el 31% un jefe de Estado elegido y el resto no lo saben. Sólo el 19% de las personas entre 18 y 24 años optan por la monarquía.
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