Francia vive este viernes una nueva jornada de manifestaciones contra la reforma laboral planteada por el Ejecutivo de François Hollande. Apenas 24 horas antes, miles de trabajadores y estudiantes protestaron, en forma en huelga, en más de 200 ciudades francesas para mostrar su rechazo al paquete de reformas laborales conocida como 'ley El Khomri', en referencia a la impulsora de la misma, la ministra de Trabajo gala, Myriam El Khomri.
Los paros en numerosos servicios públicos y en los transportes contribuyó a ofrecer una imagen de éxito de los convocantes. Entre otros casos, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses ha estimado que el 24,2% de los ferroviarios se acogieron a su derecho a huelga.
Los propios organizadores han afirmado que 1,2 millones de personas salieron a las calles de Francia pese a la desapacible jornada de lluvia, más del doble que el 9 de marzo. Por su parte, fuentes policiales calcularon que unos 390.000 manifestantes recorrieron las calles de todo el país, frente a los 224.000 que protestaron a principios de marzo.
Policía y manifestantes se cruzaron lanzamiento de piedras o cócteles molotov y gases lacrimógenos cuando los agentes intentaron dispersar las concentraciones. Según las propias fuentes policiales, unas 30 personas fueron detenidas en todo el país.
La 'ley El Khomri', en el punto de mira
En líneas generales, la reforma del gobierno francés pretende facilitar el despido, que podría producirse si la cifra de negocios empeora o si la empresa se enfrenta a reorganizaciones. Además, la indemnización por despido de un trabajador pasa de cuatro a tres meses de salario cuando la antigüedad es inferior a dos años y de 27 y 24 meses a 15 cuando se superan los 20 años trabajados.
En el caso de los despidos improcedentes, también habría un tope en las indemnizaciones que actualmente corresponde establecer a un tribunal de trabajo. Por su parte, los acuerdos en el seno de la empresa toman una gran importancia ya que prevalecerán por encima de los convenios colectivos.
Mientras que la patronal y los partidos conservadores la respaldan, sus detractores, entre los que se encuentran los sindicatos, los partidos de izquierdas y “el 70% de los ciudadanos”, según una estimación del diario Le Parisien, la tachan de demasiado “liberal” y afirman que es una vuelta al siglo XIX.