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El G20 evita el veto de Milei a una declaración a favor del impuesto a los ricos y el alto el fuego en Gaza

Los presidentes de México, Claudia Sheinbaum; Colombia, Gustavo Petro; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y Chile, Gabriel Boric, la reunión del G20.

Bernardo Gutiérrez

Río de Janeiro —
19 de noviembre de 2024 18:04 h

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Unas horas antes de la aprobación de la declaración final del G20, el presidente argentino Javier Milei reposteó en su cuenta de X (antiguo Twitter) la frase “a los zurdos y comunistas, mejor tenerlos lejos”, asociada a un vídeo polémico. El montaje se mofa de la frialdad con la que Lula da Silva, presidente de Brasil y anfitrión de la cúpula del G20, recibió al Milei el lunes. El vídeo concluye con un caluroso abrazo entre el mandatario argentino y Jair Bolsonaro, el ultraderechista expresidente de Brasil. La provocación de Milei fue un gesto aislado en una cúpula en la que Argentina apostó por el pragmatismo. Si al inicio de la cumbre la delegación brasileña temía el boicot total de Argentina a la declaración final, el paso de las horas fue revelando un Javier Milei de bajo voltaje que se plegó a una real politik orientada a conseguir recursos económicos. 

Los discursos de Milei tuvieron el tono incendiario esperado. Durante la sesión inaugural, Milei calificó como error intentar resolver el hambre y la pobreza “con mayor intervención estatal”, en un discurso de corte neoliberal que solo aplaudió la delegación argentina. En la sesión  Reforma de la Gobernanza Global, “el león” Milei se desmelenó más: “Si se trata de restringir la libertad de opinión, no cuenten con nosotros. Si se trata de transgredir el derecho a propiedad de los individuos a través de impuestos y regulaciones, no cuenten con nosotros.  Si se trata de inventar privilegios de sexo, de raza, de clase o cualquier minoría, no cuenten con nosotros”.

Sin embargo, la adhesión con reticencias de Argentina a la Alianza contra el Hambre y la Pobreza lanzada por Brasil señalizó movimientos diplomáticos más moderados de lo esperado. Durante la cúpula, Argentina cerró un acuerdo con Brasil para la exportación de gas. El lunes Javier Milei se reunió con Ajay Banga, presidente del Banco Mundial. El martes, con Kristalina Georgieva, presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), institución de quien espera un préstamo millonario. La reunión con Xi Jinping, presidente de China, también estuvo marcada por la necesidad de financiación para Argentina. La única reunión bilateral de Argentina agendada más por afinidad ideológica que por interés económico fue con Narendra Modi, el extrema derechista del primer ministro de India. La dependencia del capital de China y la mediación del presidente francés Emmanuel Macron, que viajó el pasado fin de semana a Buenos Aires para calmar los ánimos de Milei, ayudaron a la moderación argentina.

La soledad de Javier Milei quedó constatada por la foto que Claudia Sheinbaum, presidenta de México, divulgó junto a Lula, Gustavo Petro, presidente de Colombia, y Gabriel Boric, presidente de Chile, para escenificar la “América Latina Unida”. “Milei será un pie de página en la cúpula de Río”, comentó un diplomático brasileño al periódico O Globo, ironizando sobre los pies de página que Argentina obligó a incluir en la declaración final para desmarcarse de algunos puntos.  

Un nuevo orden mundial

El conservador Estadão de São Paulo, habitualmente crítico con el gobierno Lula, elogió el papel de la diplomacia brasileña en “un orden mundial que se derrite”. Mientras el mundo se prepara para el America First del nuevo gobierno de Donald Trump, Brasil consiguió incluir por primera vez en el G20 la necesidad de reformar las instituciones. internacionales. El documento final pide la inclusión de más miembros en el Consejo de Seguridad de la ONU y pide expresamente sillas para América Latina y África, y más espacio para los países de la región Asia-Pacífico. “Los desafíos que la comunidad global enfrenta actualmente solo pueden ser superados por medio de soluciones multilaterales”, recoge la declaración. La sombra de Donald Trump, que desprecia los organismos internacionales y la política multilateral, estuvo presente en las negociaciones. Unas horas antes de la divulgación de la declaración, Javier Milei emitió un comunicado oficial para informar que discordaba de algunos puntos de la misma, argumentando que las instituciones de gobernanza global vulneran las soberanías nacionales.

La elección del Museo de Arte Moderna (MAM) de Río de Janeiro como sede de la cúpula no fue casual. El icónico edificio fue escenario en los años sesenta del disruptivo movimiento tropicalista. Artistas plásticos como Helio Oiticica o músicos como Caetano Veloso y Gilberto Gil proclamaron en su seno una verdad tropical que dinamitaba los cánones culturales europeos. El tropicalismo se apoyaba en el manifiesto antropófago de 1928, que buscaba “una nueva perspectiva” y “una nueva escala” para desordenar lo “urbano, suburbano, fronterizo y continental”. “En 2022, Indonesia presidió el G20. El año pasado, India. Este año, Brasil. El año que viene, África del Sur. Completaremos cuatro años seguidos con presidencias del sur global. El legado para el mundo va a ser muy visible”, asegura a eldiario.es una fuente oficial del gobierno brasileño que prefiere no identificarse. 

La declaración del G20, aunque sea un acuerdo de mínimos, ha sido considerada por la diplomacia brasileña como un triunfo del sur global. Destaca el “sufrimiento humano y los impactos negativos de la guerra de Ucrania”, pero sin citar a Rusia. Por otro lado, pide el alto al fuego en Gaza y reconoce el “derecho palestino a la autodeterminación” y a su propio estado. Por otro lado, la presencia de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum en el encuentro y la afinidad mostrada con países países progresistas de la región, reforzó la influencia del espacio sur global. 

La nutrida caravana de inmigrantes chinos venidos de todo Brasil para recibir al presidente Ji Xiping y las muchas banderas chinas visibles en los alrededores del MAM servían de metáfora del poderío del gigante asiático. Lula y Xi Jinping cenaron juntos la noche del lunes. La reunión bilateral, que despertó recelos en la delegación estadounidense, fue el preámbulo de la visita oficial del presidente chino a Brasil. Tras el G20, Jinping visitará Brasilia para reforzar la relación de ambos países. Desde que Lula visitara China por primera vez en 2004, el volumen comercial total entre los dos países se ha multiplicado por dieciséis. En 2022, alcanzó los 150.000 millones de dólares. Que la marca china BYD de vehículos eléctricos comprara la fábrica de la estadounidense Ford en el estado de Bahía, cerrada en 2021, simboliza la emergencia de un nuevo orden en el que la cadena de montaje fordista basada en los combustibles fósiles se desmorona.

Legado ambiental e impuestos a millonarios

La declaración final del G20 incluyó una de las principales propuestas de Fernando Haddad, ministro de Economía de Brasil: el compromiso de aumentar los impuestos a los millonarios. Tras meses de debates y muchas campañas de la sociedad civil, Brasil logró incluir una mención explícita al respecto: “Con total respeto a la soberanía tributaria, procuraremos involucrarnos cooperativamente para garantizar que individuos de patrimonio líquido ultra-alto sean efectivamente tributados”.  

Las medidas contra el calentamiento climático también están contempladas en la declaración. El texto reitera las metas de reducción de emisiones del Acuerdo de París de 2015, enfatiza la necesidad de triplicar la producción de energías renovables antes de 2030, apuesta por la bioeconomía y defiende mecanismos innovadores como la propuesta del Fundo Florestas Tropicais Para Sempre (TFFF), presentada por Brasil durante la cúpula. El fondo pretende captar 125.000 milhones de dólares de financiación internacional para la conservación de mil millones de hectáreas de selvas tropicales del mundo.

No obstante, la sorpresa ambiental no llegó en la declaración final, sino de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum. Ante el inminente retorno del negacionismo climático de Donald Trump, Sheinbaum propuso crear un fondo para destinar el 1% del gasto militar de los países del G20 para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia. “Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas (...) Con ello ayudaríamos a mitigar el calentamiento global y restauraríamos el tejido social ayudando a las comunidades a salir de la pobreza”, defendió la presidenta en la sesión de trabajo Lucha contra el Hambre y la Pobreza. Tras presentar el programa Sembrando Vida implementado por el gobierno de México, Sheinbaum hilvanó una idea que conecta el medio ambiente, la lucha contra el hambre y la paz: “La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”. 

La pelota del G20 está ya en el tejado de África del Sur. Lula pasó el testigo a el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa. El retorno de Donald Trump al poder complica los rumbos del G20 en 2025. El antiglobalismo y antiambientalismo declarado de Trump dificultará la consecución de consensos. Por si fuera poco, en 2026, Estados Unidos asume la presidencia del grupo. A a espera de Trump, Cyril Ramaphosa ya ha garantizado que va a construir su presidencia a partir de lo que ha hecho Brasil, incluyendo la réplica del fórum paralelo G20 Social: “Fue una base muy buena y sólida y esperamos dar continuidad al trabajo realizado”.

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