“Sáquese una foto cuando entre al palacio de La Moneda y otra cuando salga, para que vea que este es un trabajo duro y difícil”. Este fue el consejo que el presidente actual, Sebastián Piñera, dio este domingo al ganador de las elecciones y futuro mandatario de Chile, Gabriel Boric.
El presidente ironizaba, pero lo cierto es que el exlíder estudiantil se enfrenta a un mandato complejo. Es lo que opinan analistas y voces expertas, aunque él mismo es consciente de lo que tiene por delante. “Los tiempos que vienen no serán fáciles. Deberemos hacer frente a las consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la peor pandemia que ha vivido nuestro país en más de un siglo. Será difícil, no cabe duda, pero vamos a ir avanzando con pasos cortos, pero firmes, aprendiendo de nuestra historia”, dijo Boric en su primer discurso como presidente electo, ante una multitud en Santiago.
Uno de los grandes desafíos que esperan al líder de la coalición Frente Amplio es la recta final del proceso constituyente que se inició con el estallido social de 2019. En enero cambiará la presidencia de la mesa y, aprovechando este factor, la convención que escribirá la nueva Constitución, que tiene una mayoría de integrantes alineados a la izquierda, quiere comenzar una nueva etapa que cuente con el apoyo del futuro Gobierno.
Durante la campaña, una mayoría de los constituyentes expresaron su apoyo al presidente electo. En cambio, las relaciones con el actual Ejecutivo no han sido fluidas en la primera etapa. Desde la instalación de la asamblea, se han producido varios episodios de choque entre la actual administración y los integrantes de la convención constituyente, que han criticado la falta de apoyo de Sebastián Piñera para hacer sus labores.
“Las relaciones con los poderes constituidos han sido muy complejas, entendemos por qué ocurrió aquello, porque se estaba llevando adelante un proceso constituyente a contrapelo de la voluntad política del Gobierno, pero esperamos que con el cambio de administración, en marzo, tengamos el apoyo necesario para enfrentar el tramo final de la constituyente”, dice el vicepresidente de la convención Jaime Bassa a elDiario.es tras conocer los resultados. “Las condiciones políticas hoy son más favorables –no lo podemos desconocer– pero esperamos el apoyo y el respaldo institucional por parte del Gobierno electo”.
Gabriel Boric ha expresado en varias ocasiones su intención de proteger e impulsar el desarrollo de la nueva Constitución. En su discurso de este domingo como ganador puso énfasis en “defender y cuidar” el proceso. Además, fue uno de los firmantes del acuerdo del 15 de noviembre de 2019, que dio paso al plebiscito por una nueva carta magna. Lo suscribió a pesar del reproche y de las duras críticas de las bases de su partido –la decisión provocó una fuerte fuga de militantes de su coalición madre, el Frente Amplio–. Para algunos, ese acuerdo representaba la salvación de Piñera en el momento más caliente del estallido social.
Congreso fragmentado y expectativas
La conformación del Congreso que dejaron las elecciones legislativas del pasado 21 de noviembre será otro de los hándicaps. El Parlamento quedó muy fragmentado, sin mayorías favorables al futuro Ejecutivo que aseguren la gobernabilidad. No es un hecho menor si se tiene en cuenta que el programa de Apruebo Dignidad –la coalición del Frente Amplio y el Partido Comunista a la que Boric representa– incluye varias reformas estructurales en materia de salud, pensiones y educación.
Si a esto se le suma un escenario económico que se prevé complejo, con la recuperación de la crisis que ha dejado la pandemia de por medio, las dificultades se elevan aún más y podrían complicar la gestión de las expectativas generadas en la ciudadanía.
Esta expectación, además, tiene que poder equilibrarse con la confianza del sector privado, otro de sus grandes retos, que también puede dificultar las principales reformas que propone. Entre ellas está la creación de un sistema de salud público de contribución universal (el actual se mantiene sin los aportes de los que son atendidos en el sistema privado) y un modelo de pensiones que acabe con la gestión de los ahorros por parte de administradoras de fondos de pensiones privados.
Para los cuatro años de su Gobierno, propone financiar más servicios públicos con un aumento de la carga del PIB en un 5%. Para ello, quiere aplicar un gravamen especial a los superricos, impuestos verdes y el pago de un royalty por la extracción de cobre –del que Chile es principal productor del mundo–, una iniciativa que ya está en discusión en el Congreso.
Otras de sus promesas que pueden convertirse en su flanco débil son hacer frente a la delincuencia y el narcotráfico, la reforma de Carabineros (policía militarizada), la gestión de la inmigración irregular y el conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado chileno, que en los últimos meses vive una escalada de violencia.
¿Y dentro de la coalición?
A nivel interno, las relaciones con el Partido Comunista (PC) pueden convertirse en elemento de tensión. Boric tendrá que decidir cuánto peso entrega en su futuro gabinete a sus socios de coalición, que ideológicamente se sitúan más a la izquierda.
Durante la campaña se han vivido momentos tirantes, como cuando una de las candidatas presidenciales lo trató de “candidato del PC” en uno de los debates. Boric ha insistido en varias ocasiones que “el PC será un partido más de la coalición”, pero está por ver el nivel de influencia que le otorga y cómo afectará esto tanto a su programa como a las relaciones con empresarios y políticos más moderados con quienes el presidente electo piensa establecer vínculos.
Con poco más de dos meses por delante, el futuro mandatario tiene margen para empezar a negociar y buscar acuerdos y diálogo, una práctica que no podrá abandonar, sobre todo a partir del 11 de marzo, si quiere garantizar cierta gobernabilidad.