ENTREVISTA

Güérima, exguerrillero de las FARC: “Más que un proceso de paz parece que firmamos una sentencia de muerte”

Mientras un nuevo conflicto armado ha estallado en pleno corazón de Europa tras la invasión rusa en Ucrania, otro en América Latina trata de cerrarse de forma definitiva. Porque aunque el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC firmaron en 2016 un histórico acuerdo de paz que acabó con 52 años de conflicto, la violencia persiste en el país. Ni los ataques contra civiles ni los asesinatos de líderes sociales han cesado.

“No parece que firmamos un proceso de paz, sino una sentencia de muerte”, dice Güérima, uno de los 13.000 combatientes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que dejaron las armas y se reincorporaron a la vida civil.

“Antes uno podía morirse en combate porque éramos dos fuerzas militares en un escenario, pero ahora tenemos un acuerdo de paz que hicimos contando la verdad al país porque, si queremos la paz verdadera, tenemos que sentarnos a dar la cara, tenemos esa responsabilidad”, afirma.

El acuerdo de paz puso fin al conflicto, permitió que miles de exguerrilleros dejaran las armas y participaran en la democracia, pero su implementación, durante el gobierno conservador de Iván Duque, abiertamente contrario al pacto, ha sido incompleta. Las mejoras en zonas rurales, la restitución de tierras y la reparación a las víctimas siguen siendo una asignatura pendiente, como recoge la ONU en su último informe.

Pese a las dificultades, Güérima sigue creyendo en el proceso de paz. En esa complicada reincorporación a la vida civil, recuerda lo extraño que fue instalarse en una casa “llena de comodidades”, ir a una cafetería o contar las esquinas en la ciudad para no perderse. Después decidió terminar sus estudios de bachillerato y ahora ha logrado poner en marcha una finca agroecológica junto a su pareja, con quien ha tenido una hija. 

En diálogo con elDiario.es cuenta que su interés por la guerrilla comenzó en la adolescencia. Ya a los 14 años era miliciano, es decir, un miembro no armado de las FARC. Cuando cumplió los 16 se adentró en la selva colombiana empuñando un arma. La zona rural en la que vivía de pequeño no ofrecía muchas oportunidades y formar parte de las filas del grupo armado “significaba hacer algo por tu país”. Con el tiempo Güérima se convirtió en jefe guerrillero.

Años más tarde, en abril de 2004, un comando de las FARC secuestró a Beatriz Echeverry y a su primo Julio Arango al confundir a la mujer con una millonaria. Los llevaron hasta la selva, donde estuvieron cautivos durante 603 días y Güérima fue el encargado de custodiarles durante todo ese tiempo. 

El paso al documental

Durante el tiempo de secuestro, Beatriz fue escribiendo diarios durante su cautiverio. En ellos plasmó con detalle la rutina del día a día, el miedo de estar lejos de su familia, la incertidumbre y las duras condiciones de la selva. Pero también dejó constancia de momentos agradables, de cómo enseñó a leer a dos menores guerrilleros, y sobre todo, de la amistad que entabló con Güérima con quien terminó manteniendo una relación materno-filial. 

Cuando Beatriz fue liberada, le permitieron llevarse los diarios a casa. Fue en esos cuadernos donde el hijo de Beatriz, el cineasta colombiano Iván Guarnizo, pudo entender mejor cómo había sido ese cautiverio en la selva. 

Beatriz falleció en 2012, antes de que el acuerdo de paz, aunque ella aseguró que ya había perdonado todo y siempre guardó un buen recuerdo de su captor. Años más tarde, Iván se propuso buscar a Güérima y grabar el proceso en un documental y, aunque no fue fácil, consiguió dar con el exguerrillero. 

El resultado de ese viaje se transformó en la película Del otro lado, producida por Salon Indien Films, Gusano Films y RTVCPlay, y que se proyectará este 14 y 15 de marzo en Barcelona y el jueves 17 en la Casa de América en Madrid, sesiones que contarán con la presencia de los protagonistas.

La intención del film ha sido “mostrar ese otro lado, el que siempre se ha retratado como el de los delincuentes, matones e incluso demonios. Ese lado que ha luchado contra el Estado y que mientras tanto ha atacado, matado y secuestrado civiles. Queríamos conocer a las personas que estuvieron detrás de nuestro dolor e intentar entender el suyo”, dice Guarnizo.

El cineasta dice tener claro el objetivo de la película: “Era entender a mi madre y se cumplió con creces”. Asegura también que se reconcilió con Güérima. 

La relación con los secuestrados

A lo largo de los 23 años que Güérima pasó como guerrillero en la selva, tan solo tuvo que custodiar una vez a dos personas secuestradas. Fueron 20 meses los que pasó con Beatriz y Julio sin que sus familias conocieran su paradero, sin que supieran si estaban vivos o muertos. Ellos tuvieron la suerte de volver, pero otras muchas víctimas nunca regresaron.

“Entiendo que para las familias fue durísimo, yo les he pedido perdón, y no solo a ellos, sino al país, porque el secuestro por parte de la guerrilla fue un error”, dice. Durante esos 20 meses de secuestro, y a pesar de las circunstancias, relata, “se creó una amistad con doña Beatriz y don Julio que fue creciendo día a día”, un caso que no fue único dentro del conflicto pero tampoco habitual.

Hoy en día la vida de Güérima ha cambiado por completo. De hecho ahora es él quien vive amenazado tras el acuerdo de paz y asegura que muchos excombatientes se enfrentan a un “escenario de miedo, temor e incertidumbre”. 

“Sabíamos que apostarle a la paz era un camino difícil, pero no imposible y ahí estamos”, indica porque a pesar de la inseguridad y de que la paz aún no ha llegado a Colombia, “levantarse por las mañanas con una familia al lado desarma a cualquiera y le da a uno motivos para seguir luchando” en el lado de la vida civil.

Colombia tiene por delante este año dos citas electorales. Este domingo 13 de marzo el país ha celebrado elecciones legislativas para elegir a los representantes del nuevo Congreso, mientras que los comicios presidenciales tendrán lugar el próximo 29 de mayo. Está por ver si el nuevo Gobierno será capaz finalmente de consolidar la paz en el país.