Amina Alayyan aún recuerda cómo era su casa en Cisjordania antes de que la zona fuera ocupada por colonos israelís. Ella y su marido tuvieron que irse a Jordania y de allí consiguieron viajar a Estados Unidos. Este lunes, Amina está protestando en Union Park (Chicago) coincidiendo con la Convención Nacional Demócrata de Kamala Harris. La mujer lleva pintados los ojos con kohl y viste un hiyab rosa. Junto a ella están su hija Anwar y su nieto Wafa. “Es lo mínimo que podemos hacer para la familia que sigue en Cisjordania y dentro de Gaza”, explica Wafa, de 26 años.
Unas 10.000 personas, según la organización, se han concentrado en este parque de la ciudad para enviar un mensaje muy claro y simple a los demócratas: Estados Unidos debe poner fin al envío de armas y tiene que haber un alto el fuego en Gaza. La marcha, la cual han secundado unas 270 organizaciones, se ha dirigido a las puertas del United Center. El estado acogerá hasta el jueves la gran fiesta demócrata a la que se prevé que asistan unas 50.000 personas entre delegados, periodistas, simpatizantes y celebridades. Este lunes el presidente Joe Biden y la exsecretaria de estado, Hillary Clinton, han dado el pistoletazo de salida.
“Lo mínimo que puedo hacer como ciudadana norteamericana para mi familia es votar y no quedarme callada. Con mi voto voy a darles voz”, expone Anwar, que seguramente vote a un tercer partido. “En las pasadas elecciones voté a Biden porque era elegir el mal menor, pero este año, con la guerra de Gaza y viendo la complicidad del Gobierno, me niego a hacerlo”, expone. Wafa también hará lo que su madre. “Votaré a un tercer partido. Por desgracia, no creo que los demócratas vayan a cambiar su posición”.
El domingo se publicó el programa del partido demócrata, un texto de 92 páginas que se vota este lunes y en el cual no se menciona en ningún lado el embargo de armas a Israel. No solo se trata de una reclamación por parte de los manifestantes, sino que también es una condición que han puesto los 30 delegados sin compromiso que asisten esta semana a la convención. Estos delegados, fruto de los 70.000 votos protesta que se emitieron durante el proceso de primarias, son libres de hacer lo que quieran con su voto. Sin embargo, no tienen la fuerza suficiente para condicionar la nominación de Harris, que ya se formalizó a principios de agosto.
Es imposible que me sienta como un igual al resto de la población cuando veo cómo el Gobierno de mi país es cómplice del sufrimiento de mi familia en Palestina
Como palestinoestadounidense, Wafa describe los últimos diez meses de conflicto como un auténtico calvario. “Es muy estresante saber que tienes a tu familia paterna intentando huir de las bombas. Y a pesar de que sea un ciudadano norteamericano como cualquier otro, es imposible que me sienta como un igual al resto de la población cuando veo cómo el Gobierno de mi país es cómplice del sufrimiento de mi familia en Palestina”, denuncia Wafa.
Por encima de los cánticos de “Palestina libre”, se oye el revoloteo de los helicópteros. La policía de Chicago ha preparado un dispositivo para evitar disturbios. En las calles colindantes al parque se amontonaban centenares de policías montados en bici para escoltar la manifestación durante su marcha al Centro de Convenciones.
Acusaciones de “antisemitismo”
Una de las frases que también se han coreado a lo largo de la mañana es la de “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”. La consigna ha sido tachada de “antisemita” por algunos grupos proisraelís y por el Partido Republicano. “Están intentando crear una narrativa para dividir y para ello están utilizando a los judíos”, expone Alex Nelson, de 35 años y que asiste a la manifestación dentro del grupo Jewish Voice for Peace. A su lado, Keith, que también es judío, se expresa de similar manera: “Muchos nos solidarizamos con Palestina, no hay evidencia de que haya un sentimiento antijudío en estas manifestaciones. El problema es que hay personas que piensan que una Palestina libre y segura es incompatible con la seguridad de la población judía, cuando es al revés”.
Tarick, como tanta otra gente en la manifestación, viste una kufiya palestina mientras marcha al lado de su madre. “Aquí me siento seguro vistiendo la kufiya, pero últimamente he dejado de usarla en mi día a día porque soy consciente que si la llevo me puede pasar algo”, lamenta el joven de 24 años. En Chicago, explica, siempre ha sido muy común que la población palestina de la ciudad use la kufiya en su día a día, aunque desde que estalló la guerra el ambiente se ha enturbiado y las situaciones de discriminación han aumentado. “Hace poco en un vecindario de la ciudad mataron a un niño de 6 años por ser palestino”.
El caso al que se refiere Tarick es el de la muerte de Wadea Al Fayoume, un niño palestinoamericano que murió apuñalado por el simple hecho de ser árabe y musulmán. Su madre, Hanaan Shahin, también recibió una docena de puñaladas. El agresor fue el casero que les alquilaba la casa donde vivían en Joliet y las autoridades de Chicago catalogaron el caso como un crimen de odio.
La marcha, en la que participan más de 270 grupos, según la organización y a la que han asistido miles de personas, reclama que Estados Unidos ponga fin al envío de armas a Israel. “Somos una amplia coalición compuesta por gente de todos los sectores que los demócratas dicen representar”, ha dicho Faayani Aboma Mijana, portavoz de la coalición al frente de la marcha. “Y estamos todos unidos con Palestina para pedir el fin de toda ayuda norteamericana a Israel”.
En Gaza ya han muerto 40.000 palestinos desde que empezó la guerra. Israel está en el punto de mira de la justicia internacional: Sudáfrica presentó ante la Corte Internacional de Justicia una denuncia por genocidio y el fiscal de la Corte Penal Internacional solicitó el pasado mes de mayo emitir una orden de detención contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Yoav Gallant —aún debe ser confirmada por el tribunal—. Este lunes el secretario de Estado, Antony Blinken, ha viajado a Tel Aviv para intentar desencallar las negociaciones del alto el fuego.
Los grupos sociales y activistas ya empezaron a organizar la movilización cuando en abril del 2023 se supo que Chicago volvería a acoger la Convención Demócrata 56 años después. La última vez que la ciudad hospedó el evento fue en el 1968, cuando miles de manifestantes marcharon en las inmediaciones del Hotel Conrad Hilton para protestar contra la guerra de Vietnam. Cuando se empezó a gestar la movilización, pocos se imaginaban que en octubre del 2023 estallaría la guerra de Gaza y que la principal consigna resonaría en las calles de la ciudad volvería a ser un lema antibelicista.
En el 68 la policía cargó con porrazos y gas lacrimógeno contra los manifestantes en la Avenida de Michigan, en pleno corazón de la ciudad. La brutalidad policial, que se saldó con 600 detenidos, fue captada por las cámaras de televisión que retransmitieron las imágenes a todo el país mientras los asistentes coreaban “el mundo está mirando”.
A pesar de que la guerra de Gaza es la principal reclamación de la protesta, los manifestantes también piden que el dinero destinado a alimentar el conflicto sea reinvertido en las escuelas y el sistema sanitario. También exigen la legalización de todos los inmigrantes y el derecho de sindicarse.
La percibida complicidad de EEUU con las acciones militares de Israel sigue siendo un problema latente para los demócratas. Harris evitó la foto con Netanyahu cuando esté dio su discurso ante un Congreso estadounidense con sillas vacías el pasado mes de julio. En una reunión posterior, la demócrata se cuidó de mostrarse seria y distante con el mandatario israelí. Aunque la imagen no es suficiente para las bases más progresistas y críticas contra la guerra de Israel, que piden un posicionamiento más duro por parte de la demócrata.
En la manifestación algunos de los asistentes tienen claro que no votaran por Harris, aunque otros aún lo están meditando. Zoha Saleh, que también es árabepalestina, reconoce que está muy decepcionada con la complicidad norteamericana en la guerra de Gaza. “Quiero centrarme en la lucha del día a día, y cuando llegue el momento ya tomaré una decisión”, expone la mujer de 44 años. Así mismo, Alex Nelson insiste en que ahora no es el momento de pensar en las elecciones, sino de intentar presionar a Harris para que cambie su postura. “Tenemos margen para seguir presionando hasta el 5 de noviembre”, asegura.