“¿Cuánto tiempo le parecerá bien que Israel bombardee Líbano?”, le preguntaron a Biden este viernes en rueda de prensa. El presidente estadounidense sonrió y, sin contestar, dio por terminada su comparecencia. Poco después, el Ejército israelí inició otra ronda de intensos bombardeos sobre Beirut.
Las cifras facilitadas este sábado por Naciones Unidas elevan a 2.000 el número de muertos libaneses, entre ellos más de un centenar de niños y niñas y más de cien trabajadores humanitarios. Además, al menos un millón de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares. Al igual que ocurrió con Gaza, Israel afirma que su invasión en Líbano es una “incursión” y “una operación limitada”, pero los hechos lo desmienten. El número de víctimas mortales supera, en menos tiempo, al de la invasión de 2006, que duró 33 días.
Decenas de muertos en una sola noche en Gaza
La agresión contra territorio libanés no ha detenido los ataques israelíes en Palestina. En las últimas horas el Ejército israelí ha matado a decenas de personas en Gaza, incluidos varios niños y dieciocho refugiados en una mezquita en Deir Al-Balah. La madrugada de este domingo ha sido especialmente dura, con bombardeos y más víctimas mortales, entre ellas el joven periodista Hassan Hamad, cuyo último tuit, a las 4:38, decía lo siguiente: “Ataque a una casa cerca de Terence Junction en el campo de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza. Según las primeras informaciones, hay 6 muertos, entre ellos un novio recién casado”.
Desde octubre de 2023 los bombardeos contra la Franja han causado más de 41.000 muertos, entre ellos al menos 15.000 niños y adolescentes. A esa cifra oficial hay que sumar los desaparecidos no contabilizados bajo los escombros y las personas fallecidas por causas indirectas, como desnutrición, hambre o enfermedades provocadas por el bloqueo israelí a la entrada de la ayuda humanitaria necesaria. Según cálculos conservadores de varios expertos en salud pública, el número total superaría las 186.000 víctimas mortales.
99 profesionales sanitarios que han trabajado en Gaza establecen una cifra de 118.908 muertos
En una carta dirigida a Biden y a Kamala Harris, publicada esta semana, 99 profesionales sanitarios que han trabajado en Gaza establecen una cifra de 118.908 muertos y afirman que “todos los que atendemos en urgencias, cuidados intensivos o en un centro quirúrgico tratamos a niños preadolescentes que recibían disparos en la cabeza o el pecho de forma habitual o incluso diaria”.
La ayuda militar, política y económica de EEUU a Israel
A pesar de la envergadura de las matanzas contra población palestina, el respaldo y protección de EEUU a Israel ha sido constante durante este año. A los 3.600 millones de dólares anuales que Washington proporciona a Tel Aviv desde hace décadas -la mayor cantidad fija anual que EEUU otorga a un país- hay que sumar varios paquetes adicionales en estos meses. El último de ellos, por valor de 8.700 millones de dólares, recibió luz verde hace escasos días.
Además, el Gobierno de Biden ha aumentado la presencia militar estadounidense en la región, con el envío de más aviones, buques y soldados, y con un refuerzo del apoyo en materia de inteligencia. A nivel diplomático, ha vetado varias resoluciones de Naciones Unidas que solicitaban un alto el fuego en Gaza o el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino.
El neocolonialismo estadounidense se sirve del proyecto colonial israelí
Todo ello deja claro que EEUU ha promovido la escalada bélica. De haber querido evitarla, habría suspendido su respaldo militar y su protección política y diplomática a Tel Aviv. Pero no lo hizo. Israel es una pieza importante para que Washington pueda mantener -y, eventualmente, extender- su capacidad de influencia en la región. El neocolonialismo estadounidense se sirve del proyecto colonial israelí.
Esta semana se ha sabido que, ya en octubre de 2023, el Gobierno de Biden recibió informes internos de funcionarios y de la Cruz Roja que advertían de posibles crímenes de guerra israelíes. También se ha desvelado que dos agencias gubernamentales estadounidenses denunciaron el bloqueo deliberado de Israel a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. A pesar de ello, la Administración estadounidense mantuvo su apoyo cerrado a Tel Aviv.
Las palabras de Biden de hace dos días, en línea con declaraciones pasadas, lo expresan así: “Ninguna Administración [de EEUU] ha ayudado a Israel más que yo; ninguna, ninguna, ninguna”. Su respaldo es indudable, aunque sus antecesores no se quedaron muy a la zaga. Todos los gobiernos demócratas y republicanos han patrocinado a Israel mientras éste extendía su ocupación ilegal y su sistema de apartheid contra la población palestina.
EEUU ha contribuido a la escalada. De haber querido evitarla, habría suspendido hace meses su respaldo militar y su protección política a Israel
El riesgo de perder votos por el apoyo a Israel
La escalada bélica israelí está afectando a la campaña electoral estadounidense, con votantes habitualmente demócratas muy descontentos con la política de Biden y de Harris ante Tel Aviv. En enero y febrero de este año el Movimiento Nacional No Comprometido, que pide un alto el fuego en Gaza y embargo de armas a Israel, obtuvo más de 700.000 votos en las primarias del Partido Demócrata.
Posteriormente, tras el anuncio de la candidatura de Kamala Harris, los integrantes de ese grupo, así como asociaciones judías por la paz y miembros de la comunidad árabe y musulmana estadounidense, solicitaron a la vicepresidenta un cambio de posición, sin resultados. El pasado mes de agosto el Congreso Nacional del Partido Demócrata ofreció espacio en su escenario a representantes de todas las minorías, excepto a la palestina. También negó la participación al Movimiento Nacional No Comprometido.
Según las encuestas, Harris pierde votantes árabes pero sigue sin hacer nada para intentar recuperarlos
Esta semana una nueva encuesta muestra que Kamala Harris pierde un porcentaje importante de votantes árabes, pero su campaña sigue sin hacer nada para intentar recuperarlos. La presión de los lobbies proisraelíes, que aportan grandes cantidades de dinero a los dos grandes partidos, así como el temor a perder a los votantes sionistas, mantiene paralizada a la candidata demócrata.
A ello se suman sus propias convicciones y su trayectoria política, siempre en línea con Israel. En abril Harris ayudó a recabar apoyos en el Congreso para lograr otro envío de ayuda militar a Tel Aviv, por 17.000 millones de dólares. Anteriormente, en 2017, hizo campaña contra una resolución en la ONU que condenaba los asentamientos ilegales israelíes, y copatrocinó en el Senado una iniciativa contra la intervención de Naciones Unidas en la cuestión palestina. Además, se opone a las investigaciones del Tribunal Penal Internacional sobre crímenes israelíes.
Harris no habla mucho de Oriente Medio. Cuando lo hace es para dejar claro su firme apoyo a Israel. Celebró el asesinato del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, que describió como “una medida de justicia”, e insiste en su “compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel” y su “derecho a defenderse”. Apoya el legado de Biden y no ha marcado distancia de sus políticas en este sentido.
Hay un frente belicista internacional proisraelí que defiende la extensión de la impunidad global
El frente belicista internacional
El presupuesto de Defensa de EEUU supera los 900.000 millones de dólares anuales, y aumenta entre un 2 y un 3 por ciento cada año. La guerra es en sí misma un motor para la economía estadounidense. Solo en sus bombardeos contra Yemen de estos meses Washington ha gastado entre 1.800 y 4.000 millones de dólares. Con la invasión de Líbano y el anuncio de Israel de un ataque contra Irán “serio y significativo” el gasto continúa y las empresas armamentísticas han vuelto a subir en bolsa.
Al apoyo directo y tangible de EEUU a Israel se unen algunos países que siguen enviando armas a Tel Aviv, así como grupos empresariales y políticos. Entre estos últimos se encuentra una parte importante de la ultraderecha europea. Todos ellos conforman un frente belicista internacional que defiende la apuesta por la guerra permanente de Israel y la escalada de la impunidad global. Su postura debilita seriamente el derecho internacional y amenaza con dejarnos más desprotegidos ante la ley del más fuerte. Son los mismos que, a principios de este siglo, respaldaron la llamada guerra contra el terror y la invasión ilegal de Irak.
Entre ellos ya estaba entonces el propio Benjamin Netanyahu, quien en 2002, ante el Congreso de EEUU, aseguró que una operación estadounidense para derrocar a Sadam Hussein “tendrá, se lo garantizo, enormes repercusiones positivas en la región”. Aquella guerra generó un aumento de la militarización en el mundo, provocó otros conflictos en la zona y asentó dinámicas de mayor impunidad y belicismo que llegan hasta hoy. Veintidós años después, Oriente Medio sufre, una vez más, otra sacudida.