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Guerrilla digital para un régimen etnicista: el uso de TikTok de la extrema derecha alemana para crecer

Una persona consulta el canal de TikTok del ultraderechista alemán Maximilian Krah.

Andreu Jerez Ríos

Berlín —
21 de julio de 2024 23:09 h

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Erik Ahrens no esconde su ideología: “Yo lucho por mi propia gente, por mi pueblo, a mí lo que me interesa es mi pueblo, es mi nación, es mi gente, son mis amigos, mi familia, mi tribu”. Este activista ultraderechista apuesta abiertamente por un nacionalismo alemán basado en criterios étnicos. Es cierto que no defiende –al menos públicamente– las vías violentas para alcanzar sus metas políticas. De lo contrario, su ideología podría ser encuadrada perfectamente en el neonazismo.

Ahrens forma parte de una nueva hornada de jóvenes que militan en las llamadas Nuevas Derechas alemanas. Con formación académica, estética de hijos de clase media acomodada, lenguaje intelectual y muy activos en redes sociales, estos activistas intentan devolver el nacionalismo étnico al centro del tablero político alemán y europeo, y normalizar una concepción étnica de la ciudadanía de los Estados.

El austríaco Martin Sellner puede ser considerado la figura de referencia dentro del espacio de habla alemana, y el Movimiento Identitario, la organización juvenil más relevante en ese espectro ideológico. En su libro Regime Change von rechts (Cambio de régimen desde la derecha), Sellner expone con absoluta claridad su teoría política: “El intercambio de población llena los agujeros demográficos del pueblo alemán con extranjeros. Estos construyen enclaves que a menudo desarrollan una ‘hiperidentidad’ de aislamiento respecto a la sociedad mayoritaria. Mantienen una fuerte relación con sus países de origen, conservan su tradición y construyen su propia comunidad. Se resisten a la integración y a la asimilación, que apenas son exigidas por el Estado. Una mayoría alemana, en la que podría integrarse una minoría inmigrante, simplemente ya no existe en muchas ciudades”.

En su libro, Sellner deja claro, primero, que está convencido de que está habiendo una sustitución planificada de la población “autóctona” por extranjeros –en línea con la teoría conspirativa del “gran remplazo”– y, segundo, que para él, el pueblo alemán es aquel que tiene determinadas características étnicas. El objetivo de las llamadas Nuevas Derechas alemanas es claro para Sellner: “Debemos proteger nuestra identidad etnocultural y nuestra sustancia”.

Nuevas Derechas alemanas

Una cosa une a Sellner, Ahrens y otros intelectuales de la ultraderecha alemana y austríaca: se autoperciben y se presentan como activistas de “derecha” (rechts, en alemán) o como “patriotas”, dejando de lado el resto de adjetivos o etiquetas políticas. El pasado nacionalsocialista de Alemania y Austria no forma parte de su reivindicación política; no porque lo rechacen explícitamente, sino porque ya no lo consideran útil para alcanzar sus objetivos. La “rehabilitación” del nacionalsocialismo no sirve para construir una “hegemonía cultural y metapolítica”. 

Los conceptos “metapolítica” y “hegemonía” son fundamentales para entender la forma de pensar y de actuar de esta nueva generación de activistas de ultraderecha. Su profundo convencimiento es que las sociedades europeas están dominadas por valores de izquierda heredados de las revueltas juveniles y estudiantiles de 1968, y que esas ideas y valores copan las esferas más relevantes: desde la política al periodismo, pasando por la judicatura o la universidad. Por eso, sus textos y discursos están plagados de referencias a Antonio Gramsci, a pesar de defender ideas opuestas a las del filósofo comunista italiano. 

En realidad, Sellner, Ahrens y compañía no hacen más que desempolvar el pensamiento gramsciano de derecha inaugurado por la nouvelle Droite fundada por el francés Alain de Benoist en la década de los 70 del siglo pasado. Pero a diferencia de la generación de pensadores como Benoist, ellos hacen un uso abierto y cada vez más profesionalizado de las redes sociales y la comunicación digital para conseguir la hegemonía metapolítica y cultural tan ansiada como condición previa para recuperar sociedades europeas étnica y culturalmente homogéneas.

La ofensiva que partidos ultraderechistas como AfD llevan haciendo desde hace años en redes sociales como TikTok es clave para entender la estrategia de construcción de esa “hegemonía cultural y metapolítica” ultraderechista. Y Erik Ahrens es una figura capital para comprender una táctica de guerrilla digital que ya está teniendo resultados en las franjas de edad de nuevos y jóvenes votantes de algunos países europeos.

“TikTok-Guerrilla”

A Erik Ahrens se le contacta fácilmente a través de la aplicación de mensajería Telegram. Allí coordina un canal llamado “TikTok-Guerrilla” con casi 2.000 suscriptores. El objetivo del canal queda claro en su primer mensaje: “Vencer la censura en TikTok desde la derecha. Juntos llevaremos a todas las pantallas un TikTok de derechas censurado. Si podemos hacerlo una vez, podremos hacerlo una y otra vez en el futuro”.

El mensaje incluye un breve tutorial sobre cómo descargar fragmentos de vídeos del líder de las juventudes de Alternativa para Alemania (AfD) Eric Engelhardt, editarlos brevemente con diferentes herramientas y volver a subirlos a TitTok para crear una marea de cuentas que alimenten el algoritmo y ayuden a crear una burbuja digital con mensajes ultranacionalistas. Ahrens sortea móviles Iphone entre sus “guerrilleros de tiktokería”, como él llama a los participantes en el canal.

Con este tipo de estrategias, ha conseguido convertir al que fuera cabeza de lista de AfD al Parlamento Europeo, Maximilian Krah, en toda una estrella de TikTok entre el público germanohablante, especialmente entre el joven. Krah consiguió millones de impactos en la campaña electoral hasta ser apartado por la dirección de su partido por ser investigado por la fiscalía alemana a causa de presuntas conexiones con los servicios de inteligencia de Rusia y China, y tras blanquear a la organización nazi de las SS en una entrevista. Krah ha sido apartado de la fracción de AfD en el Parlamento Europeo, pero mantiene su escaño y sigue teniendo carnet del partido. Sus declaraciones sobre las SS también provocaron la expulsión de AfD del entonces grupo parlamentario más ultra de la Eurocámara, Identidad y Democracia (ID).

Preguntado sobre el secreto de su éxito como asesor digital, la respuesta de Ahrens es bastante más sencilla que la de aquellos que lo consideran un genio de la comunicación: “Entendí que TikTok es un nuevo tipo de red social. En TikTok gana la autenticidad, ganas cuando hablas de los problemas cotidianos, de la vida actual, de la vida real, de cosas como las relaciones, la alimentación, la identidad, la seguridad en la calle, en tu vida, tu futuro, cosas que tocan la vida del público”, explica en un castellano más que correcto. Estudió magisterio de español antes de entrar en la asesoría política.

Revolución política y comunicativa

Erik Ahrens comenzó a trabajar con Maximilian Krah el año pasado. El político tenía un problema: era muy conocido en la burbuja ultraderechista alemana, pero inexistente fuera de ella, según Ahrens, porque los medios tradicionales lo ignoraban y los periodistas no le daban visibilidad. Fue precisamente a través de su éxito en TikTok cuando los medios tradicionales comenzaron a interesarse por él y a entrevistarlo. Ahí entró en la radio y la televisión, lo que retroalimentó el tráfico de su canal de TikTok, donde no cesa de lanzar mensajes directos, efectivos y provocativos contra la política de memoria y la inmigración, y en favor del sentimiento nacionalista alemán y de una identidad histórica sin complejos. 

“Tus antepasados no eran unos criminales”, dice Krah en uno de sus vídeos hecho a medida del público joven. El vídeo hace referencia indirecta a los crímenes nacionalsocialistas y carga –sin necesidad de citarla– contra la política de memoria histórica establecida como consenso en la República Federal. Cada uno de esos vídeos ayuda a construir la “hegemonía cultural y metapolítica” predicada por Martin Sellner en su libro

La batalla de la ultraderecha de habla alemana por recuperar la hegemonía será lenta, probablemente cuestión de décadas, pero no tienen prisa. Las redes sociales serán uno de los campos en los que se disputará esta contienda. Ahrens lo resume nuevamente con absoluta transparencia, como si su estrategia fuera una aplicación o un sistema operativo de fuente abierta: “Vivimos nosotros en un periodo revolucionario y hay muchas revoluciones en este momento. Una revolución tecnológica con la inteligencia artificial, una revolución de comunicación con las nuevas redes sociales, principalmente con Twitter (X) y TikTok, porque estas redes sociales son redes sociales algorítmicas en las que no es importante que tú tengas una presencia en la tele o en la radio o en las medios antiguos, sino que seas auténtico. Los primeros que usen estos medios revolucionarios ganarán el discurso y van a ganar dentro de 10 o 20 años que vienen. Y esos somos nosotros”.

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