Guía de las elecciones que pueden encumbrar a la ultraderecha de Giorgia Meloni en Italia
Hay algunas “primeras veces” importantes en las elecciones de este domingo en Italia. Será la primera vez que se vota tras la reforma que ha reducido notablemente el número de los miembros del Parlamento: los diputados serán 400 en lugar de 630 y los senadores serán 200 en lugar de 315. Un cambio radical que ha obligado a los partidos a hacer equilibrismos a la hora de presentar sus listas, cuando muchos que tenían un escaño descubrieron que no iban a repetir.
Es también la primera vez que se vota para el Senado a partir de los 18 años (y no 25, como era hasta ahora). Y otra primera vez puede salir de las urnas, si se confirman los sondeos y no hay cambios de alianzas o aritmética parlamentaria: Italia podría tener al frente del Gobierno una mujer que es también la líder de un partido de extrema derecha, un resultado que tendrá repercusión más allá del país. Aunque el primer partido realmente podría ser otro: el de la abstención.
Unos 46 millones de personas están llamadas a las urnas, que abrirán a las 7 y cierran a las 23. En total, incluyendo los 4,7 millones de italianos residente en el exterior y que ya han votado por correo, son casi 51 millones de electores. Los resultados se conocerán a lo largo de la madrugada de lunes.
¿Quién es quién?
El (ex) centroderecha. Hay una coalición de centroderecha o más bien de derecha a secas, ya que Forza Italia, el partido fundado por Silvio Berlusconi, que durante años la lideró será, si se cumplen los pronósticos, el socio minoritario. La líder de este bloque es Giorgia Meloni, a la cabeza de Hermanos de Italia, un partido de extrema derecha que hace cuatro años cosechó el cuatro por ciento de los votos. Ahora los papeles se han intercambiado y Meloni se postula para dirigir el futuro Gobierno. La tercera pata de la coalición es la Liga de Matteo Salvini, que ha visto cómo su liderazgo ha ido bajando después de que forzara la caída del Gobierno de Giuseppe Conte, en el verano de 2020. La competencia interna entre Meloni y Salvini es una de las claves del futuro de la alianza y también de los resultados finales para la coalición en su conjunto, ya que Hermanos de Italia, el único de los grandes partidos que no apoyó al gobierno de unidad nacional liderado por Mario Draghi, está pescando también en los caladeros de voto de la Liga.
El centroizquierda. Este bloque está liderado por el Partido Democrático, cuyo secretario y candidato a primer ministro, Enrico Letta, ya estuvo al frente del Gobierno durante unos meses entre 2013 y 2014, cuando dimitió tras una moción de censura interna del partido promovida por Matteo Renzi, que le sustituyó. Letta, quien volvió a la política italiana tras una etapa como director de la Escuela de Asuntos Internacionales de Universidad de Ciencias Políticas de París, intentó ensanchar las fronteras de la alianza. La idea era incluir al Movimiento 5 Estrellas (M5S por sus siglas en italiano), pero fracasó cuando el M5S contribuyó, junto a la Liga y a Forza Italia, a la caída del Gobierno de Draghi, en julio. Otra alianza con los centristas de Acción, el partido del exministro de Desarrollo económico, Carlo Calenda, duró apenas una semana. Calenda rompió el pacto cuando el PD sumó a la coalición a dos formaciones a su izquierda, Izquierda Italia y los Verdes Europa Verde, que se presentan con una lista común.
De la coalición del centroizquierda forman parte también +Europa de la veterana política Emma Bonino y Compromiso Cívico, la nueva formación liderada por el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, tras su salida del M5S, del que fue fundador.
La tercera vía. Tras la escisión sufrida en junio, cuando Di Maio se llevó a más de 60 diputados, parecía que el M5S estaba destinado a la irrelevancia, tras haber sido el primer partido hace cuatro años con más del 33% de los votos. Pero el ahora líder de la formación, el ex primer ministro Giuseppe Conte, que llegó casi por casualidad a Palazzo Chigi de la mano del mismo Di Maio y de Salvini, cuando se aliaron tras las elecciones de 2018, ha conseguido reanimar a las bases del movimiento fundado por el cómico Beppe Grillo, presentándose como el defensor de las clases más empobrecidas y afectadas por las crisis que se acumulan en el país. Conte, que se encontró gestionando al país en la primera y más dura fase de la pandemia de la Covid-19, sigue teniendo mucha popularidad. Durante la campaña electoral ha reivindicado la medida estrella del M5S, la renta básica que han percibido más de un millón de hogares sobre todo en el sur del país. Y allí donde los 'grillini' pueden dar ahora la sorpresa.
El centro. El llamado ‘tercer polo’, el sueño de muchos tras la caída de la Democracia Cristiana en los años 90, está esta vez representado por el cartel formado por Calenda y Renzi. Con un programa liberal en lo económico y progresista en los derechos civiles, el cartel se presenta como el heredero ‘verdadero’ de la llamada ‘agenda Draghi’, al que mencionan abiertamente como el mejor candidato a gobernar Italia.
Otros. En este grupo hay varias formaciones, entre ellas los euroescépticos de Italexit. La formación que aquí merece una mención es Unión Popular, liderada por el exfiscal Luigi de Magistris, que aglutina a varias siglas de la izquierda y que ha recibido la bendición de Jean-Luc Melenchón y Pablo Iglesias que se han desplazado hasta Italia para apoyarles durante la campaña electoral.
¿Qué dicen las encuestas?
Los últimos sondeos se publicaron el 9 de septiembre, ya que la ley prohíbe su difusión en los 15 días previos a las elecciones. Según el promedio de encuestas de Politico, el partido de Meloni va en cabeza, con alrededor del 25%. Le sigue el Partido democrático, que se sitúa alrededor del 22 por ciento. Hasta hace unas semanas los dos iban prácticamente empatados.
Otro cambio relevante registrado en la tendencia de los sondeos tiene que ver el M5S y la Liga. El primero ha recuperado en las últimas semanas. La formación liderada por Conte, según las encuestas lograría, con un 13% de intención de voto, empatar con la Liga, aunque hay algunos sondeos que hablan de sorpasso. Forza Italia estaría en torno al ocho por ciento, convirtiéndose en el socio minoritario de la coalición de centroderecha más a la derecha que nunca.
La pareja Calenda-Renzi, que han sumado sus siglas electorales, respectivamente Acción e Italia Viva, no pasaría del seis por ciento, aunque el cartel se propone como la real alternativa a la derecha y ha hecho una campaña electoral muy dura contra el PD. Cuyos aliados –Izquierda Italiana/Verdes Europeos y +Europa– están en torno al tres por ciento.
La nueva creación de Di Maio –no tan nueva porque para presentarse a las elecciones sin recoger las firmas usó el símbolo del exdemocristiano, Bruno Tabacci– no llegaría al tres por ciento. Hay gran diferencia entre el dos y el tres por ciento en la ley electoral italiana.
¿Cómo funciona la ley electoral en Italia?
En estas elecciones se votará con la ley llamada Rosatellum, por el nombre del diputado que fue su relator en el Parlamento, Ettore Rosato. La ley prevé que un tercio de los escaños del Senado y de la Cámara de los diputados se elijan en colegios uninominales –en los que quien llega primero, gana– y los restantes dos tercios con el sistema proporcional, donde los escaños se distribuyen proporcionalmente al número de votos obtenidos a nivel nacional. Hay un umbral del tres por ciento para las siglas que se presentan en solitario y del 10 por ciento para las coaliciones.
Es un sistema mixto, que tiende a favorecer las coaliciones. Si se confirman los sondeos, en este momento beneficiaría al centro-derecha.
¿Y la abstención?
La abstención, si bien se ha mantenido en niveles más bajos comparados con otros países europeos, ha ido creciendo a partir de los años 80 hasta superar el 27% en 2018. Pero, según algunos sondeos, los abstencionistas pueden ser bastante más.
Además de dinámicas similares a otros países –los partidos percibidos como distantes y el hartazgo de un parte de la población– en las últimas semanas se ha hablado también del “abstencionismo forzoso”, es decir, la imposibilidad de votar para millones de electores que se encuentran, por razones de estudio o trabajo, en otro lugar que no es el de su residencia habitual. Se trata de unos cinco millones de personas, sobre todo jóvenes de menos de 35 años, que no podrán votar porque no se han previsto soluciones como el voto por correo, al que sí tienen derecho los residentes en el extranjero.
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