Guinea ha declarado este domingo un brote de ébola en el sureste del país, con al menos siete contagios y tres muertes, en lo que supone el primer brote del virus en esta zona desde la gran epidemia desatada entre 2014 y 2016 en África Occidental.
El resurgimiento del virus se ha detectado en la zona de Gouécké, en el sureste del territorio guineano y cercano a la localidad de N'Zérékoré, una de las ciudades más pobladas del país.
“La primera investigación llevada a cabo ha contabilizado siete casos, todos mayores de 25 años (cuatro hombres y tres mujeres), entre los cuales (hay) tres muertes (...) Las tres primeras muestras enviadas a los laboratorios de Guéckédou y Conakri se han revelado positivas por ébola”, detalló este domingo la gubernamental Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria (ANSS) en un comunicado.
En consecuencia, el Ministerio de Salud guineano declaró oficialmente la existencia de una epidemia de ébola en la zona sureste del país, si bien la detección de contagios probables la había adelantado ya este sábado el ministro de Salud guineano, Rémy Lamah, en base a unos primeros exámenes que estaban a la espera de ser reconfirmados en laboratorios de Conakri.
Un funeral es el foco del brote, según las primeras investigaciones
Hasta el momento, las personas afectadas mostraron los síntomas característicos de la enfermedad –diarreas, vómitos y sangrados–tras asistir, el pasado 1 de febrero, al funeral de una enfermera que también podría haber muerto por ébola a finales de enero.
Con esos datos preliminares, la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestó este domingo su preocupación por el posible resurgimiento del ébola en esta zona tan castigada del continente africano.
“Muy preocupada por las informaciones de cuatro muertes sospechosas de ébola en Guinea (incluida la enfermera). La OMS está acelerando la preparación y los esfuerzos de respuesta ante el posible resurgimiento del ébola en África Occidental, una región que sufrió mucho por el ébola en 2014”, dijo la directora de la Organización Mundial de la Salud para África, Matshidiso Moeti, en Twitter.
Con la declaración oficial de la nueva epidemia, las autoridades guineanas anunciaron también medidas de control para intentar evitar que el virus cause una catástrofe sanitaria como la de mediados de la década pasada. Entre ellas figuran protocolos de rastreo y aislamiento de los posibles contagios y una “aceleración” de los esfuerzos del país, junto a la OMS, en materia de vacunación.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) desplegará un equipo para apoyar la respuesta del Ministerio de Sanidad. “Sabemos por el pasado que la velocidad de respuesta es importante, para tratar de contener la transmisión y brindar tratamiento a las personas que han contraído la enfermedad”, ha dicho Frederik van der Schrieck, jefe de misión de MSF en Guinea. “El rastreo de contactos y otras actividades comunitarias serán absolutamente vitales junto con el tratamiento”.
El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados de personas o animales. Provoca fiebres hemorrágicas y puede llegar a alcanzar una tasa de mortalidad del 90% si no es tratado a tiempo.
Primer resurgimiento de la enfermedad en cinco años
En Guinea-Conakri no se habían detectado contagios de la enfermedad del ébola desde el fin de la gran epidemia que sacudió África Occidental entre 2014 y 2016. Sus primeros casos habían surgido en este país a finales de 2013 y se expandieron posteriormente por Sierra Leona y Liberia.
La falta de medidas de control y los débiles sistemas de salud de estos países, así como las particulares características del virus y su impacto en las prácticas sociales (como los entierros de los contagiados), alimentaron la rápida propagación del virus que, para julio de 2014, estaba ya en las capitales de estos tres países. Una vez en las ciudades, en comparación con las zonas más rurales, el virus encontró “oportunidades de transmisión sin precedentes”, según la OMS.
Derivados de los focos en esta zona se registraron también contagios en otros países de la región, como Nigeria (19), Mali (7) o Senegal (1). Pero incluso más allá de las fronteras de África, hubo casos en países como Estados Unidos (4), Italia (1) o España (1), de acuerdo a datos de la OMS.
Aquella terminó siendo la peor epidemia de ébola de la historia, con 11.300 fallecimientos y más de 28.500 personas contagiadas, si bien esas cifras, según admite la OMS, podrían ser conservadoras.
De cara a este nuevo brote, Guinea-Conakri cuenta con la ventaja de la experiencia de aquella gran epidemia y con la de tener vacunas experimentales (como la rVSV-ZEBOV, aprobada en 2019 en Estados Unidos) que ya dieron buenos resultados en los últimos años en lugares como la República Democrática del Congo.
En el lado negativo, el brote será un esfuerzo sanitario añadido al requerido por la pandemia de la COVID-19, enfermedad de la que, hasta la fecha, Guinea-Conakri ha registrado 14.895 casos, con 84 muertes.
Cuatro casos confirmados en Congo
El de Guinea-Conakri no es el resurgimiento único del ébola que preocupa en África. Paralelamente, en los últimos días se han registrado cuatro casos de ébola en la zona noreste de República Democrática del Congo, en el centro del continente, un país que sufre con relativa frecuencia el azote de este virus.
El nuevo caso de ébola se registró en la provincia de Kivu del Norte. “La OMS está trabajando con sus socios para proporcionar rápidamente suministros médicos esenciales de apoyo a la respuesta del Ministerio de Salud de RDC en Kivu del Norte”, ha dicho la oficina en África de la OMS a través de Twitter.
El país africano sigue trabajando en el rastreo de contactos y, para tratar de contener la expansión de la enfermedad, aplicará las estrategias de vacunación y de control que ya surtieron efecto en brotes pasados.
Estos nuevos casos de ébola de Kivu del Norte se han producido solo unos tres meses después de que el país anunciara, el pasado 18 de noviembre, el fin del undécimo brote de ébola de su historia, en la provincia occidental de Ecuador y que acabó con la vida de 55 personas e infectó a otras 130, según cifras oficiales.
Solo unos meses antes, las autoridades congoleñas ya habían declarado el fin de la que fue la décima epidemia, que asoló tres provincias del noreste del país (Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri) desde agosto de 2018 hasta junio de 2020, con un resultado de 2.280 fallecidos.
Esa décima epidemia fue la peor de la historia de la RDC y la segunda más grave del mundo, solo superada por la que asoló África occidental de 2014 a 2016. En esta zona nororiental congoleña, la misma donde se han registrado estos nuevos contagios, la respuesta se vio complicada por la desconfianza social y la violencia de las decenas de grupos armados que operan en la zona.