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REPORTAJE

Hong Kong escribe el manual de las protestas en el siglo XXI

“La principal característica del movimiento prodemocracia de Hong Kong es que no tiene líderes, es horizontal. A diferencia de lo que sucedió en 2014 con el Movimiento de los Paraguas, que acabó con varios de sus líderes en prisión, eso impide que nos descabecen”, explica Woody Tam, un estudiante de 24 años que lleva cuatro meses enfrentándose a la Policía en el campo de batalla de la excolonia británica, sacudida desde el pasado 9 de junio por las protestas que nacieron contra la propuesta de ley de extradición –retirada formalmente el pasado día 23– y que han derivado en la exigencia de elecciones con sufragio universal. “La implicación de gente de todos los estamentos de la sociedad, que ofrecen gratis su talento, y el uso de nuevas tecnologías es lo que nos ha permitido tener tanto éxito y mantener la lucha durante tanto tiempo”, subraya Tam.

“Todas las acciones surgen de forma orgánica. La gente hace propuestas en el foro LIHKG –que algunos parlamentarios prochinos quieren bloquear-, y luego la gente se organiza en los grupos de Telegram -utilizada por su sólido sistema de encriptación–. Cada cual aporta lo que puede”, añade Kenny Tai, otro manifestante de 25 años. “Estudiantes periodistas” y medios digitales retransmiten en directo las protestas con smartphones para registrar cualquier caso de brutalidad policial y recoger los nombres de los detenidos, que suelen gritarlos para que luego se pueda seguir su caso y evitar así su desaparición, y grupos de abogados les ofrecen servicios legales gratuitos a través de aplicaciones de chat.

La página web HKMap.live, cuya aplicación ha sido vetada por Apple, señala los lugares en los que se encuentra la Policía y aquellos en los que se producen disturbios. Es una herramienta desarrollada por un informático anónimo para facilitar que la población evite las zonas de conflicto, pero el Gobierno la considera una amenaza porque también ofrece a los manifestantes violentos información sobre los movimientos de los antidisturbios.

Esa sofisticación y el alarde de medios del que hacen los más radicales, equipados con cascos, máscaras antigás, potentes punteros láser utilizados para cegar a los antidisturbios, escudos caseros fabricados con señales de tráfico o maletas partidas por la mitad, e incluso sierras radiales para acceder a establecimientos que relacionan con el Gobierno chino, ha provocado que muchos vean la mano negra de potencias extranjeras, a las que acusan de querer desestabilizar a China. “La realidad es mucho más sencilla: los hongkoneses estamos donando dinero a través de campañas de crowdfunding”, señala Jessica Chen, miembro del Consejo Estudiantil de la Universidad Baptista de Hong Kong.

Este periodista ha podido comprobar que la mayoría de estas campañas de micromecenazgo superan ampliamente los objetivos que se proponen, y que se complementan con colectas de dinero en efectivo durante las marchas pacíficas. “Muchos de quienes no nos enfrentamos a la Policía también donamos cascos o máscaras antigás. La mayoría de la ciudadanía de Hong Kong se ha volcado con el movimiento, porque es consciente de que, si fracasa, las libertades de las que gozamos hoy pueden desaparecer cuando China controle por completo la ciudad, en 2047”, analiza Chen.

Ella misma es buen ejemplo de ello. “Yo asistía a las manifestaciones cuando eran pacíficas. Pero, luego, mis padres se empezaron a preocupar por mi seguridad y, después de varias desavenencias, me encerraron en casa para que no pudiese salir. Tuve que elegir entre la relación con mi familia y mis convicciones políticas, y decidí buscar la vía para no renunciar a ninguna: no acudo a las protestas, pero ayudo desde la retaguardia”, relata. Entre sus cometidos está otro muy de vanguardia: borrar el contenido crítico que hayan publicado en redes sociales los estudiantes detenidos. “Como la Policía mira sus cuentas, en cuanto sabemos que están arrestados contactamos a familiares y amigos para que intervengan en sus redes y eviten así que se sustancien los cargos. Algunos incluso nos dejan sus contraseñas para facilitar la labor”, explica.

Y no solo se implican los hongkoneses. Activistas chinos de todo el mundo aportan su granito de arena en el terreno creativo, uno de los más activos de las protestas. Badiucao, por ejemplo, es uno de los artistas disidentes más prominentes, y no duda en poner su talento como dibujante de ácidas viñetas políticas al servicio de las cinco exigencias de los manifestantes. Él ha creado ya varias imágenes icónicas que a menudo se pueden ver pegadas en los reivindicativos “muros de Lennon” de Hong Kong, paredes y pasadizos que se llenan con pintadas reivindicativas y pósteres que recuerdan los momentos clave del movimiento.

“El arte está jugando un papel esencial a la hora de mantener vivas las protestas”, afirma Badiucao a eldiario.es. “Lo hace en tres frentes: mantiene a la gente unida, renueva las demandas dándoles otros sentidos y una dimensión diferente, y ayuda a captar gente que se siente identificada. Mi arte utiliza el lenguaje visual para empoderar al pueblo, registrar los momentos más icónicos del movimiento, y facilitar que el mensaje se disemine por el mundo. Las noticias se consumen a toda velocidad, pero el arte perdura. Y si una de mis viñetas se hace viral, el mundo presta atención y se identifica con la causa. Verlas pegadas en los 'Muros de Lennon' es un orgullo para mí”.

Virales se han hecho los diseños de una esvástica creada con las estrellas amarillas sobre fondo rojo de la bandera de China, y lo mismo ha sucedido con el término acuñado para acompañarlos, en forma de hashtag: #Chinazi. Diferentes momentos clave de las manifestaciones, como las palizas de Yuen Long, los manifestantes que han perdido un ojo por disparos de balas de goma, o la carga de los antidisturbios en la estación de Prince Edward, también se han plasmado en dibujos que han dado la vuelta al mundo y que los manifestantes blanden frente a las fuerzas de seguridad. Badiucao añade el ejemplo de la composición de un himno, Gloria a Hong Kong, que ha tenido tanto éxito que no faltan quienes proponen adoptarlo en sustitución del oficial. Desde hace unos días, incluso se ha desarrollado un videojuego para “liberar a Hong Kong”.

Para muchos, este es el nuevo manual de protesta de la sociedad civil en el siglo XXI. “Los hongkoneses están luchando contra la mayor y más poderosa dictadura del mundo. Su ejemplo inspira a muchos otros movimientos por el mundo”, asegura Badiucao. Incluso la prensa oficial china, la más crítica con el movimiento de Hong Kong, lo ve así. Diarios como el ultranacionalista Global Times han trazado multitud de similitudes entre las protestas del principal centro financiero de Asia y las que protagonizan los chilenos o los independentistas de Cataluña.

Sobre todo esos últimos, porque a Pekín le interesa incidir en que el movimiento de Hong Kong no busca la democracia sino la secesión. Y en que no es pacífico sino violento. Sin duda, el hecho de que los hongkoneses hayan convocado una marcha llena de esteladas en favor de Cataluña se lo ha puesto fácil. “Stand with Catalonia” [apoyemos a Cataluña] es un grito de guerra que se ha sumado también a otros lemas coreados y pintados por la ciudad. El editor jefe del rotativo, Hu Xijin, vio los primeros paralelismos en el intento de cerrar el aeropuerto de El Prat, algo que en Hong Kong los manifestantes consiguieron durante dos días consecutivos, y luego su diario se ha centrado en resaltar la contención de la Policía de Hong Kong comparada con las actuaciones de cuerpos en Cataluña o Chile.

“Entre nuestras demandas, de momento, no se encuentra la independencia. Aunque muchos sí que la tenemos como objetivo final. Pero nos solidarizamos con Cataluña por la opresión del Estado, la brutalidad policial y las libertades fundamentales. Y contra la existencia de presos políticos”, defiende Lucía Tse, una de las jóvenes que la semana pasada se manifestó con una estelada. “En España algunos dicen que hablamos sin saber, pero sí que nos hemos informado”, espeta. “Han encarcelado a un grupo de gente por proponer un referéndum de autodeterminación que nosotros apoyamos”, añade esta joven ingeniera que echa mano de otro lema: “Nos podéis encarcelar a todos, pero no a nuestras ideas”.

Jason Leung también cree que la independencia de Hong Kong es la única salida para esta Región Autonómica Especial de China. Su testimonio es llamativo porque este joven trabaja para el Gobierno. “Al principio iba al frente, pero ahora no lo hago por miedo a que me reconozcan y afecte a mi carrera profesional. No obstante, creo que la independencia debe ser un último paso que todavía no podemos proponer. Ahora hay que centrar nuestros esfuerzos en alcanzar el sufragio universal y una mayoría prodemocracia en el Parlamento regional”, afirma.

Leung está empleado por la oficina que gestiona las próximas elecciones locales del 24 de noviembre, y prevé un descalabro de los partidos prochinos y un auge de los prodemocracia. “Esto elevará la presión sobre el Gobierno, que creo que está dispuesto a hacer una nueva concesión y aceptar que se lleve a cabo una investigación independiente sobre la actuación de la Policía. Si se materializa, después de haber logrado que se retire la propuesta de ley que inició todo, se demostrará que, como ha sucedido en Chile, la movilización sí que sirve para algo”.