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La hora de la purga trumpista: cerco al “enemigo interno”, más gasto militar, deportaciones masivas y millones sin seguro médico

Andrés Gil

Washington —
8 de noviembre de 2024 18:57 h

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No es algo nuevo. Ni en la historia de EEUU ni en la del resto del mundo. Hace más de 300 años se produjeron los juicios contra las brujas de Salem, en Massachusetts. Fue un macroproceso inquisitorial contra dos centenares de personas, que acabó con una veintena en la horca, fundamentalmente mujeres. ¿Por qué? Por representar una amenaza para la sociedad puritana del momento. Arthur Miller recuperó aquella historia en los años cincuenta del siglo pasado precisamente como metáfora de la persecución McCarthista que se vivía en aquel momento en EEUU.

“Fue un acto de desesperación”, explicaría Miller tiempo después en New Yorker: “En 1950, cuando empecé a pensar en escribir sobre la caza de rojos en Estados Unidos, estaba motivado en gran parte por la parálisis que se había instalado entre muchos progresistas que, a pesar de su malestar por las violaciones de los derechos civiles por parte de los inquisidores, temían, y con razón, ser identificados como comunistas encubiertos si protestaban con demasiada firmeza”.

“No estoy seguro de lo que Las brujas de Salem le dice a la gente ahora”, concluía Miller, “pero sé que la pulsión paranoica sigue alimentando la misma advertencia oscuramente atractiva que en los años cincuenta. Lo que está en juego son las intenciones soterradas: las lealtades secretas del corazón alienado son siempre la principal amenaza para la mente teocrática, así como su origen inmemorial”.

Esa pulsión paranoica de mentes paranoicas es la que domina la brújula política de Donald Trump, la que recupera los fantasmas de Salem más de tres siglos después, la que recuerda la lista negra McCarthista, en la que estaban Dalton Trumbo, Charles Chaplin, Luis Buñuel y muchos más, y a la que contribuyeron a elaborar personas como Walt Disney, Gary Cooper y Ronald Reagan, entre otros, a raíz de colaborar con Joseph McCarthy y de sus testimonios ante el comité del Senado.

En las primeras páginas de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx escribía que Hegel decía “que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces. Pero olvidó añadir: una vez como tragedia y la otra como farsa”. En realidad, como demuestra la nueva égida de Trump, “los grandes hechos” a veces aparecen más de dos veces, ya sea como tragedia o como farsa.

Y así está ocurriendo con el “enemigo interno”, sin complejos, tal y como aparece en el programa electoral de Trump: “Nos aseguraremos de que a los niños se les enseñen fundamentos como lectura, historia, ciencias y matemáticas, no propaganda izquierdista, por lo que quitaremos financiación a las escuelas que se dediquen al adoctrinamiento político inapropiado de nuestros hijos con el dinero de los contribuyentes federales”. ¿Y quién decidirá qué es propaganda izquierdista y quién no? ¿Quién será el nuevo McCarthy de la era Trump II?: “Recortaremos la financiación federal de cualquier escuela que imponga a nuestros hijos la teoría crítica de la raza, la ideología radical de género y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inadecuados”.

¿Y quién establece cuáles son los contenidos adecuados o inadecuados?

“Acabaremos con el Gobierno 'woke”, prosigue el programa, sea lo que sea que quiera decir con Gobierno woke: “Y pediremos cuentas a quienes han abusado del poder para perseguir injustamente a sus oponentes políticos [Trump siempre juega la carta del victimismo]. Desclasificaremos archivos, erradicaremos a los delincuentes y despediremos a los empleados corruptos”.

Y prosigue en otro punto: “Los republicanos nos aseguraremos de que nuestras Fuerzas Armadas sean las más modernas, letales y poderosas del mundo. Invertiremos en investigación puntera y tecnologías avanzadas, incluido un escudo antimisiles, la Cúpula de Hierro, apoyaremos a nuestras tropas con salarios más altos y despediremos a los demócratas de izquierdas lo antes posible”.

El documento no termina ahí: “Usaremos la Ley Federal para mantener fuera de EEUU a los comunistas, marxistas y socialistas extranjeros que odian a los cristianos. Aquellos que se incorporen a nuestro país deben amarlo. Haremos una investigación de antecedentes extrema para garantizar que no se admita a yihadistas ni a simpatizantes de la yihad”.

El “enemigo interno”

En sus mítines y entrevistas, Trump ha mostrado su obsesión con aquellos rivales internos que, según él, lo han perjudicado o traicionado. Son peores, dice, que los enemigos extranjeros de Estados Unidos. Y ha dejado en claro su deseo de utilizar el poder del Gobierno federal, incluido el ejército, para perseguirlos. “Los locos lunáticos que tenemos, los fascistas, los marxistas, los comunistas, la gente que tenemos que realmente está dirigiendo el país”, dijo Trump en un mitin en Wisconsin: “Esas personas [el enemigo interno] son más peligrosas que Rusia, China y otros”.

Desde 2022, cuando comenzó a prepararse para la campaña presidencial, Trump ha pronunciado más de 100 amenazas relacionadas con investigar, procesar, encarcelar o castigar a sus supuestos rivales, según ha contabilizado la emisora NPR.

“Aquellos que quieren detenernos me han calumniado, me han procesado políticamente, me han acusado, han tratado de echarme de papeleta la electoral y, quién sabe, tal vez incluso trataron de matarme”, llegó a decir Trump en Butler, Pensilvania, cuando volvió al lugar en el que intentaron asesinarle para hacer un acto de campaña, calificando a sus rivales políticos de “enemigo interno”.

En una entrevista reciente, Trump dijo que si “lunáticos de izquierda radical” perturban las elecciones, “debería ser muy fácil gestionarlo, si es necesario, por la Guardia Nacional, o si es realmente necesario, por el Ejército”.

La amenaza de querer resolver sus agravios personales desde el Despacho Oval es algo que ha estado presente durante toda la campaña, hasta el punto de llevar a algunos de sus ex colaboradores a tildarlo de autoritario y fascista.

Un repaso a los discursos de campaña, conferencias de prensa, entrevistas y publicaciones en las redes sociales de Trump evidencia que ha afirmado de forma constante que usaría a las fuerzas policiales federales para lograr “compensación” por los supuestos daños sufridos.

Harris y Biden. La vicepresidenta Kamala Harris “debería ser destituida y procesada”, dijo Trump en un mitin; “nombraré a un verdadero fiscal especial para perseguir al presidente más corrupto de la historia de los Estados Unidos, Joe Biden, y a toda la familia criminal Biden”, añadió el año pasado.

Trump también ha señalado que los periodistas que se nieguen a identificar sus fuentes también se enfrentarían a prisión. “Si el periodista no quiere decírtelo, adiós, el periodista va a la cárcel”, dijo Trump en 2022. Ahora Trump vuelve a la Casa Blanca, y estos son algunos de los nombres que figuran en su lista:

Adam Schiff. El conflicto de Trump con Schiff, excongresista demócrata de Los Ángeles y nuevo senador por California, se remonta a su época en la Casa Blanca, explica AP: el demócrata era el congresista de mayor rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes durante la presidencia de Trump y Schiff fue crítico con las relaciones de Trump con líderes extranjeros como Vladímir Putin. Schiff también fue el principal impulsor del impeachment que instó a los senadores a destituir a Trump de su cargo la primera vez que el Congreso lo impugnó.

“Son malas personas. Tenemos mucha gente mala. Pero cuando miras a ‘Shifty Schiff’ y a algunos de los otros, sí, para mí son el enemigo interno”, dijo Trump en Fox News. En un mitin en California llamó a Schiff un “malvado”.

Nancy Pelosi. La expresidenta de la Cámara de Representantes impulsó en el Congreso dos veces el impeachment de Trump, y fue un obstáculo para la agenda de la Casa Blanca en el Congreso. Ha sido una potente voz crítica contra Trump. “Creo que Nancy Pelosi es un enemigo interno”, dijo Trump en la entrevista de Fox. “Ella mintió. Se suponía que debía proteger el Capitolio”, insistiendo en la mentira de que Pelosi rechazó la ayuda de la Guardia Nacional para proteger el Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando los partidarios de Trump irrumpieron para tratar de detener la certificación de su derrota electoral de 2020.

Trump ha calificado a Pelosi en diferentes ocasiones de “malvada” y “más peligrosa” que China o Rusia, y ha pedido que sea “procesada”. En un mitin el fin de semana anterior al día de las elecciones, Trump dijo que Pelosi “podría haber ido a la cárcel” por romper una copia del discurso sobre el Estado de la Unión de Trump de 2020.

Los medios de comunicación. Los periodistas han sido el blanco de Trump desde su primera campaña, cuando calificó a los medios tradicionales de dar “noticias falsas”. Después del debate con Kamala Harris, en el que los moderadores le interrumpieron varias veces para rebatir sus mentiras, Trump exigió que la Comisión Federal de Comunicaciones revocara la licencia de transmisión de ABC.

Últimamente, su ira se ha desatado mucho contra el programa de noticias de mayor audiencia de la CBS, 60 Minutes, CBS: Trump pidió que CBS pierda su licencia y que el programa sea “retirado inmediatamente” después de acusarles de editar engañosamente una entrevista con Harris, en lo que Trump calificó como “el mayor escándalo en la historia de la transmisión”.

En un mitin al final de la campaña en Arizona, Trump afirmó de los medios de comunicación: “Son el enemigo del pueblo. Lo son. Me han pedido que no diga eso. No quiero decirlo. Y algún día no van a ser el enemigo del pueblo, espero”.

Trump también ha mostrado en ocasiones su rabia contra la matriz de NBC, Comcast, a la que pidió que se la investigara por traición porque la cadena cubrió noticias de sus casos legales, recoge The Independent. “Digo de frente, abiertamente y con orgullo que cuando gane la presidencia de los Estados Unidos, ellos y otros grandes medios de comunicación serán examinados minuciosamente por su cobertura deliberadamente deshonesta y corrupta de personas, asuntos y eventos”, dijo Trump en Truth Social en 2023.

El magnate también amenazó con ir a por Google y afirmó, sin pruebas, que el motor de búsqueda “solo” compartía “malas historias” sobre él y “buenas historias” sobre Harris. “Solicitaré su procesamiento, en los niveles máximos, cuando gane las elecciones”, escribió en Truth Social en septiembre.

Además, en su nuevo “Save America” Trump acusa al CEO de Meta, Mark Zuckerberg, de interferir en las elecciones de 2020 y escribe: “Lo estamos vigilando de cerca, y si hace algo ilegal esta vez, pasará el resto de su vida en prisión”.

Jack Smith. El fiscal especial Jack Smith encabezaba los dos casos penales federales contra Trump: uno relacionado con sus maniobras para anular los resultados de las elecciones de 2020 y el otro relacionado con su presunto mala gestión de documentos clasificados que sacó de la Casa Blanca.

Antes de ganar las elecciones presidenciales de 2024, Trump dijo que “despediría” a Smith por investigarlo y sugirió que debería ser obligado a abandonar el país. Durante un discurso sobre la migración ilegal en octubre, pidió la deportación de “asesinos, asesinos y trastornados mentales. Deberíamos echar a Jack Smith con ellos. Jack Smith debería ser considerado un trastornado mental. Debería ser expulsado del país”.

Liz Cheney. Trump ha pedido que Liz Cheney, quien apoyó a Harris en campaña, sea encarcelada. En marzo, pidió que la excongresista por Wisconsin, y otros miembros del Congreso que investigaron su participación en el asalto al Capitolio, fueran encarcelados. En julio, pidió “tribunales militares televisados” de sus oponentes políticos, compartiendo una publicación que decía: “Elizabeth Lynne Cheney es culpable de traición”. Días antes de las elecciones, en un acto con Tucker Carlson, Trump se imaginó a Cheney recibiendo disparos.

Mark Milley. Trump ha acusado de traición al ex jefe del Estado Mayor Conjunto Mark Milley, y ha incluso llegado a sugerir que debería ser “ejecutado”. Después de que publicara que Milley había mantenido llamadas telefónicas “secretas” con China tras los disturbios del 6 de enero, Trump publicó en Truth Social: “Este es un acto tan atroz que, en tiempos pasados, ¡el castigo habría sido la muerte! Una guerra entre China y Estados Unidos podría haber sido el resultado de este acto de traición”.

Milley, general retirado del ejército estadounidense, por su parte, ha calificado a Trump de “fascista hasta la médula”, y ha señalado que estaba haciendo “un daño grande e irreparable”. Milley, incluso dice que teme ser sometido a un consejo de guerra en caso de que Trump derrote a Kamala Harris. “Es un anuncio andante de lo que va a intentar hacer”, advirtió recientemente Milley a antiguos colegas, según escribe el veterano reportero del Washington Post Bob Woodward en un libro. Woodward cita a Steve Bannon —ex jefe de campaña de Trump y estratega de la Casa Blanca recién salido de la cárcel por desacato al Congreso— diciendo de Milley: “Vamos a pedirle cuentas”.

'Enemigo' de fuera y pobre: expulsiones “masivas” de migrantes

“Pondremos fin a la invasión en la frontera sur, restableceremos la ley y el orden, protegeremos la soberanía estadounidense”, afirma Trump en su programa: “Completaremos el muro, utilizaremos todos los recursos necesarios para detener la invasión, antes de defender las fronteras de los países extranjeros, debemos asegurar la frontera de nuestro país. Acometeremos el mayor programa de deportación en la historia de Estados Unidos, estamos comprometidos a enviar a los extranjeros ilegales de regreso a casa y expulsar a quienes han violado nuestras leyes”.

Trump ha prometido deportar a millones de personas aunque lleven viviendo años en Estados Unidos y poner en marcha un plan para hacerlo “el primer día” utilizando una ley de 1798 que permitía detener y limitar hasta la libertad de expresión de cualquier extranjero independientemente de su estatus.

También amenaza con anular el derecho a la ciudadanía estadounidense que tiene cualquier persona que nazca en Estados Unidos, por ejemplo dejando de emitir pasaportes y tarjetas de la seguridad social a grupos de ciudadanos. Ha hablado de hacer “exámenes de ideología” a los inmigrantes musulmanes que intenten mudarse o pidan asilo en Estados Unidos. Y sugiere que retomará la prohibición de entrada para ciudadanos de países de mayoría musulmana, como ya hizo en su primer mandato (los tribunales pararon parte de este decreto, que fue anulado por Joe Biden nada más llegar al poder en 2021). 

El nacionalismo cristiano blanco que promueve Trump imita hasta los eslóganes de Ku Klux Klan, como “América para los americanos”. En campaña, ha dicho que los inmigrantes tienen “genes malos” y el mitin en el Madison Square Center en Nueva York hace un par de semanas fue un despliegue de insultos contra puertorriqueños, judíos y palestinos, entre otros. 

Varias veces ha insistido en difundir la mentira de que los haitianos de Springfield, Ohio, comen mascotas pese a que sus colegas republicanos le han pedido que deje de hacerlo para no provocar la violencia en sus comunidades.

“Vamos a arreglar nuestras fronteras, vamos a arreglar todo en nuestro país, es el día en el que los estadounidenses recuperan el control de su país”, ha proclamado Trump en su primer discurso tras la noche electoral.

Millones de estadounidenses, en riesgo de perder el seguro médico

La presidencia de Trump amenaza los planes de salud de millones de estadounidenses, en tanto que es probable que el Congreso no renueve la cobertura ampliada de Ley de Atención Médica Asequible (ACA, en sus siglas en inglés) el próximo año y se desconoce el plan de Trump para la atención médica.

De acuerdo con la información de la NBC, más de 20 millones de estadounidenses dependen de seguros médicos privados individuales subsidiados por el Gobierno federal para recibir atención médica. Estos subsidios, programas que ayudan a reducir el coste de las primas de seguro médico, aumentaron la cantidad de asistencia disponible para las personas que desean comprar un seguro médico a través de la Ley de Atención Médica Asequible, conocida como Obamacare, en tanto que pieza legislativa emblemática durante la administración de Barack Obama.

Este programa de subsidio específico fue el resultado del Plan de Rescate de 2021 de la administración Biden, y está previsto que expire a fines de 2025.

A principios de este año, la administración Biden anunció que 21,3 millones de personas seleccionaron un plan de seguro médico de la Ley de Atención Médica Asequible durante el período de inscripción de 2024.

Si no se extienden los subsidios, la Oficina de Presupuesto del Congreso, informa la NBC, calcula que casi 4 millones de personas perderán su cobertura en 2026 porque no podrán pagarla.

Persecución del “enemigo interno”, más gasto militar, deportaciones masivas y millones de estadounidenses humildes sin seguro médico. Llega la hora de la purga trumpista.