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ENTREVISTA
Illan Pappé

Ilan Pappé, historiador israelí: “Podemos contar los días hasta el próximo ciclo de violencia”

Illan Pappé, historiador israelí y autor del libro La cárcel más grande de la Tierra

Javier Biosca Azcoiti

22 de mayo de 2021 22:16 h

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Ilán Pappé es profesor de Historia en la Universidad de Exeter, Reino Unido, codirector del Centro Exeter de Estudios Etnopolíticos, activista político y autor de numerosos libros sobre el conflicto en Palestina –como La limpieza étnica de Palestina y La cárcel más grande de la Tierra–. Pappé pertenece al denominado grupo de los nuevos historiadores, un conjunto de académicos israelíes críticos con la historia oficial y el proyecto sionista. Pappé ha recibido amenazas de muerte por su trabajo, el ministro de Educación pidió su despido de la Universidad de Haifa, donde trabajaba como profesor, y ha sido calificado de “traidor”.

¿Qué significa el alto el fuego?

El alto el fuego supone una vuelta al statu quo, lo que significa que podemos contar los días hasta el próximo ciclo de violencia, ya que Israel no va a cambiar sus políticas en un futuro próximo.

¿Cuál ha sido el objetivo israelí con las actuales operaciones militares en Gaza?

En primer lugar se trata del objetivo personal del primer ministro Netanyahu, que es crear una crisis que le permita mantenerse en el poder y no ser enviado al juzgado y, posiblemente, a la cárcel. Hay razones mucho más profundas, pero este ciclo de violencia en particular tiene mucho que ver con la lucha de Benjamín Netanyahu por su supervivencia como primer ministro de Israel. 

El segundo objetivo, que se ha visto en ataques anteriores, es tener un gueto en Gaza que acepte la forma en que Israel controla toda la Palestina histórica. La estrategia, en definitiva, es mantener el statu quo de forma que muestre que no hay una resistencia seria palestina, árabe o internacional a la forma en que Israel se comporta como Estado.

¿Cómo se ha llegado al punto en que las vidas de los civiles importan tan poco? 

Ya estábamos aquí desde hace muchos años. Para entenderlo hay que centrarse en la deshumanización. El sionismo es un movimiento colonialista y si estás colonizando el territorio de alguien, no puedes tratar a la población nativa en igualdad de condiciones contigo. El movimiento sionista ve a los palestinos como un obstáculo y un problema demográfico más que como seres humanos. 

Siempre me ha sorprendido que mis amigos, colegas y compatriotas israelíes no tengan en el caso de Gaza al menos una mínima compasión. ¿Piensas que Hamás es responsable? Vale. ¿Que Hamás es terrorista? Vale. ¿Pero no sientes nada cuando ves la matanza de niños en Gaza? Y la mayoría no lo siente. La sensación general es que ellos tienen la culpa. Si no tienes compasión, no habrá paz ni reconciliación.

En esta dimensión demográfica de la colonización sobre la que habla, ¿qué eligió hacer el sionismo con la población palestina?

Patrick Wolfe, un reconocido académico sobre colonialismo, solía decir que todo movimiento colonialista está motivado por la lógica de la eliminación de la población nativa. No siempre es eliminación física como el genocidio. Significa que quieres el lugar, pero sin la gente. Esta siempre ha sido la estrategia sionista y sigue siendo el problema con Israel.

En 1948 tuvieron una oportunidad histórica y consiguieron expulsar a la mitad de la población palestina, pero después del 48 no era fácil hacerlo de nuevo. Tras la guerra del 67, Israel expulsó a 300.000 palestinos. Y ahora está haciendo una limpieza étnica en el Valle del Jordán, en Jerusalén, en el sur de Hebrón.

Si quieres un Estado judío democrático, aunque es algo absurdo, tienes que lidiar con la demografía y no hay una forma democrática de lidiar con la demografía. Sólo hay formas brutales y antidemocráticas para hacer de tu país un Estado judío, a no ser que estés dispuesto a tener solo una pequeña parte de la Palestina histórica, cosa que hoy ninguno de los judíos israelíes están dispuestos. Tienen el 98% de Palestina, pero el problema es que hay seis millones de palestinos viviendo allí.

Hace unos días la profesora Hanan Ashrawi decía que la Nakba es un proyecto en curso para completar la expulsión de la población palestina, algo que coincide con lo que usted dice. ¿Cuándo terminará este proyecto?

Hay dos opciones: o paran cuando logren deshacerse de todos los palestinos o cuando el mundo les diga que este tipo de mentalidad, ideología y estrategia es inaceptable. Para evitar esa condena de la comunidad internacional no lo hacen como lo hicieron en el 48, sino que es mucho más sofisticado. 

Incluso creo que los Acuerdos de Oslo son parte de este plan con los palestinos. Algunos de los palestinos no entendieron que la idea de dividir Cisjordania en zonas A, B y C era en realidad para los israelíes resolver de alguna forma el problema demográfico concentrando a los palestinos en las zonas A y B. No necesitan echarlos, pero pueden controlarlos desde fuera, como hacen en Gaza. Por lo tanto, hay varias formas con las que intentan resolver el problema demográfico. No digo que siempre utilicen la limpieza étnica o expulsión. Pueden utilizar un sistema de apartheid, el llamado proceso de paz… pero en el fondo es algo que debería ser moralmente inaceptable.

¿Por qué Netanyahu es tan popular?

Hay tres razones por las que no solo Netanyahu, sino toda la derecha israelí, ha sido el único poder real en Israel durante los últimos 20 años. Netanyahu es sólo una versión de ese poder. Una son los 70 años de adoctrinamiento. Hubo un intento de la izquierda en Israel, de los sionistas liberales, de decir que se podía ser una potencia ocupada ilustrada y un colono socialista. Pero la mayoría de los israelíes entiende que sólo tienen dos opciones: ser democráticos y renunciar a la idea de un Estado étnico judío o ser un Estado judío étnico y renunciar a la democracia. 

La segunda razón es por el miedo sembrado en la sociedad de que, de acuerdo, tal vez los palestinos tengan razón, pero nunca nos perdonarán y ahora es demasiado tarde, así que hay que seguir haciendo lo que estábamos haciendo. La tercera razón es que los israelíes han llegado a la conclusión de que el mundo hablará mucho y condenará sus acciones, pero en la práctica es un mundo muy cínico y continuará apoyando Israel aunque su faceta como Estado racista y antidemocrático sea cada vez más evidente.

Relacionado con esto, ¿qué ha pasado con el sionismo de izquierdas?

Ha desaparecido. Ahora hay en el Parlamento más miembros antisionistas que sionistas progresistas. Creo que el el sionismo liberal es un intento de cuadrar el círculo y hay un momento en el que la gente deja de creer en él. Israel está en la encrucijada y tiene dos opciones: ser un Estado democrático o ser un Estado de apartheid.

La solución de los dos Estados de intentar ser un Estado democrático judío y no un Estado de apartheid podría haber funcionado, pero ya no. La solución de los dos Estados está muerta y no puede sobrevivir. El embajador palestino puede decir que sigue creyendo en la solución de los dos Estados y, aunque lo entiendo, especialmente en aquellos que han vivido bajo la ocupación y creen que esta solución puede acabar con ella, creo que es imposible. No digo que sea fácil crear una solución de un Estado, sólo digo que deberíamos pensar en una alternativa.

En su libro ‘La cárcel más grande de la Tierra’ argumenta que el término ocupación es engañoso y no refleja la situación real sobre el terreno, ¿por qué?

La ocupación existe y es una ocupación brutal, pero la gente lo utiliza para describir todo el panorama. En realidad estamos ante algo más difícil de entender y es la colonización en el siglo XXI. Para la mayoría de nosotros el colonialismo es algo del pasado que ha terminado, pero hay una colonización que continúa en Palestina hoy en día: parte es ocupación, parte es limpieza étnica, parte es un sistema de apartheid y parte es lo que hacen en Gaza –que a veces me parece un proyecto genocida–. No todo es ocupación. La ocupación es temporal y termina. Cuando dura 52 años, ya no es ocupación. Es algo más.

Incluso Israel no se considera una potencia ocupante.

Creo que casi todos los judíos en Israel piensan que Cisjordania es parte de Israel. Lo consideran el corazón del antiguo Israel y por lo tanto no está ocupado, sino que para ellos es una liberación. La cuestión para ellos no es si es una ocupación, sino cuál es la mejor forma de controlar ese territorio dado que hay tantos palestinos. Como un académico e intelectual, creo que estamos frente a una colonización que comenzó a finales del siglo XIX y que se extiende hasta hoy.

¿Cuál es la diferencia entre la llamada historia oficial de Israel y la del grupo de los “nuevos historiadores” en el que usted suele estar incluido?

La línea oficial israelí es que Palestina siempre fue la patria israelí que se abandonó hace 2.000 años y que los judíos no lo colonizaron a finales del siglo XIX, sino que sólo volvieron a su antigua patria. También afirman que trataron bastante bien a la gente que había allí, los cuales desafortunadamente fueron instigados por el islam o el imperialismo para oponerse a los judíos, que tienen el derecho absoluto de crear un Estado judío. De una manera más específica ven la guerra del 48 como una lucha en la que el mundo árabe intentaba destruir Israel y por eso se convirtieron en refugiados muchos palestinos. Por eso, según esta visión, Israel no tiene ninguna responsabilidad en el problema de los refugiados. Tambén afirman que no querían ocupar Cisjordania y Gaza, pero debido a la guerra del 67, tuvieron que hacerlo.

Los historiadores más críticos hablan, por el contrario, de que se trata de un proyecto colonialista en el que los palestinos son tratados como la población nativa y en la que los judíos son los colonos. También estudian la guerra del 48 y descubrieron que mucho antes de que el mundo árabe decidiera qué hacer con Palestina, ya habían expulsado a cientos de miles de palestinos y, de hecho, en la guerra no intentaban destruir el Estado judío, sino defender a los palestinos porque Israel quería crear un Estado democrático judío sin ellos. Por lo tanto, hay grandes diferencias en la forma de contar la historia.

Y según su visión de la historia, ¿Por qué ha aceptado la sociedad israelí esta situación sin cuestionarla?

La mayor parte de la sociedad civil está bajo la influencia del adoctrinamiento. Para la gente de fuera es difícil entender cómo puede funcionar el adoctrinamiento en una sociedad sin un dictador que te adoctrina. Se trata de un adoctrinamiento que se construye de forma muy inteligente a través del sistema educativo, del servicio militar obligatorio, de la academia y los medios de comunicación. Es un lugar en el que es muy difícil trabajar si quieres ofrecer una alternativa.

¿Quiere Israel la paz o negociaciones de paz?

Israel no quiere la paz, lo que quiere es que continúe el statu quo y poco a poco mejorar la situación demográfica. La visión de futuro de Israel es que los palestinos acepten esta forma de vida en la que no tienen derechos colectivos, pero pueden desarrollar sus carreras, vivir en esta prisión llamada áreas A y B y jugar con la idea de la autonomía. Cuando hablan de paz, hablan de normalización de relaciones con regímenes árabes –están muy contentos con lo ocurrido con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos– y de domesticar a la comunidad palestina.

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