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La Amazonía está en llamas y Bolsonaro insinúa que la culpa es de las ONG
Las consecuencias de los graves incendios de la selva amazónica van más allá de los irreversibles daños ambientales y afectan directamente a las políticas nacionales en Brasil y Bolivia. Las llamas han vuelto a exponer las mentiras del presidente Jair Bolsonaro, que ha culpado del desastre a los intereses de las ONG, han dejado prácticamente solo ante el peligro a su ministro de Medioambiente en un evento internacional, y han puesto en graves aprietos al presidente Evo Morales en pleno año electoral.
Brasil ha tenido más de 72.000 incendios este año, lo que supone un aumento del 84% respecto respecto al mismo periodo de 2018. “Los indios, ¿quiere que culpe a los indios? ¿Quiere que culpe a los marcianos?... Todo el mundo es sospechoso, pero los mayores sospechosos son las ONG”, respondió Bolsonaro este jueves a un periodista.
“¿A quién se cree que engaña?”, se preguntaba el director de políticas públicas de WWF Brasil, Raul Valle, tras los ataques de Bolsonaro a las ONG. “Los diez municipios con mayor foco de incendios este año en la Amazonia son los diez mismos municipios que tienen mayor nivel de deforestación. Solo no lo ve el que no quiere verlo”, señalaba. Esta lista atroz está formada por las localidades de Apuí, Labrea y Novo Aripuanã (en el estado de Amazonas), Altamira, Itaituba, Novo Progresso y São Félix do Xingu (en el estado de Pará); Caracaraí y Porto Velho (en el estado de Roraima), y Colniza (en Mato Grosso). Las quemas ayudan a limpiar los terrenos que ya han sufrido la deforestación.
Informes como la 'Nota técnica: Amazônia em Chamas', del Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonia (IPAM) impactan en la línea de flotación de Bolsonaro y desnudan sus falsedades. “La Amazonia se está quemando más en 2019 y el periodo seco, por sí solo, no explica este aumento. El número de focos de incendios, para la mayoría de los estados de esta región, ya se considera el mayor de los últimos cuatro años”, indica el documento firmado hace unos días por los investigadores Divino Silvério, Sonaira Silva, Ane Alencar y Paulo Moutinho.
“Es un índice impresionante, la temporada seca de este año está siendo más suave que en los años anteriores. Hasta el 14 de agosto se registraron 32.728 focos, cerca de un 60% más que la media de los tres años anteriores durante el mismo periodo”, continúa. Que se estén registrando más incendios pese a que la temporada seca no está siendo muy agresiva “indica que la deforestación puede ser un factor de propulsión de las llamas”, señala el informe. “La relación entre los focos de incendios y la deforestación registrada desde el inicio del año hasta el mes de julio se muestra especialmente fuerte”, concluye.
A Bolsonaro lo que más le afecta es que la situación se internacionalice. Todo el planeta es testigo de sus políticas contra el medio ambiente. Su definición de los activistas medioambientales como enemigos, sus medidas —intentó retirar de la Fundación Nacional del Indio la competencia para la demarcación de tierras indígenas— y sus decisiones —eligió como ministra de Agricultura a la líder del grupo parlamentario del agronegocio—, han colocado a Brasil en las antípodas del ecologismo del siglo XXI.
El presidente francés, Emmanuel Macron, tuiteó este jueves que los incendios suponen una grave crisis internacional que hay que discutir en la cumbre del G7 que se celebrará este fin de semana de Biarritz.
“Lamento que el presidente Macron busque sacar partido de los que es un asunto doméstico de Brasil y de otros países del Amazonas por su beneficio político”, respondió Bolsonaro. Poco después, el ministro de Exteriores brasileño, Ernesto Araújo denunció una campaña internacional “salvaje e injusta” contra Brasil. “La crisis medioambiental parece ser el último arma que queda en el arsenal de mentiras de la izquierda”, afirmó.
Miente su Ejecutivo también a través del Ministerio de Exteriores y las embajadas del país por todo el mundo cuando hace propaganda engañosa de las razones por las que Brasil será el salvador del Amazonas. Hablan de los datos de reservas indígenas, cuando Bolsonaro declaró que no quería “ni un milímetro más” y que debajo de cada reserva “hay riqueza”. Argumentan que en Brasil los dueños de las tierras están obligados, por ley, a preservar el 80% de la vegetación original de sus propiedades, cuando uno de los hijos del presidente, Flavio Bolsonaro, ha redactado un proyecto de ley para anular esa exigencia —lo tuvo que retirar, porque la medida estaba abocada al fracaso—.
En sus comunicados, las embajadas brasileñas hacen referencia a los innovadores sistemas de información satelital, los mismos que ha defenestrado el propio presidente molesto por la transparencia informativa.
Mientras tanto, al ministro de medio ambiente, Ricardo Salles, le ha coincidido la crisis con la Semana Latinoamericana y Caribeña sobre Cambio Climático organizada por la Organización de Naciones Unidas en Salvador (Bahía). Le correspondió la apertura de una de las jornadas, acto que aprovechó para no salirse de la línea marcada por el presidente, defendiendo al agronegocio brasileño, ejemplo de sostenibilidad y buenas prácticas, en su opinión. Volvió a llevar la contraria a los estudios científicos, esquivando los datos de deforestación y resumiendo las causas en el “clima seco, caliente y con más viento, propagando los focos”.
En Bolivia las llamas también están causando estragos, con la dificultad añadida de la diferencia presupuestaria con respecto a Brasil. Dos helicópteros no fueron suficientes en un primer momento para controlar los incendios que han asolado el sur de la región amazónica, en la zona de la Chiquitania.
Evo Morales reaccionó mal y tarde, según sus críticos, y se ha visto obligado a realizar un obligatorio dispendio económico para el alquiler de un avión estadounidense que ayude al país en este momento dramático. El Supertanker, Boeing 747-400, pertenece a Evergreen International Aviation y tiene su base en Colorado. Las esperanzas bolivianas pasan por sus 70.000 litros de capacidad.
Es año electoral en Bolivia, lo que ha empantanado mucho más la crisis. Parte de las comunidades indígenas han cargado directamente contra Evo Morales señalándole como culpable de los incendios por el decreto 3973, firmado el 10 de Julio de este mismo año. En el texto se amplían los permisos para quemas controladas en los departamentos de Santa Cruz y Beni: “En ambos departamentos se permite las quemas controladas de acuerdo a reglamentación vigente, en las áreas clasificadas por el PLUS que así lo permitan”.
Álex Villca, uno de los jóvenes líderes indígenas de la Amazonia boliviana, y portavoz de la Coordinadora Nacional de Defensa de los Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap), está seguro de la responsabilidad del Gobierno y cree que hay que pedirle “rendición de cuentas” a Evo Morales: “Un juicio de responsabilidades por esta cantidad de hechos que están ocurriendo en el país, esta cantidad de violaciones a los pueblos indígenas y también de los derechos de la madre naturaleza”.
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