El 7 de abril, un presunto ataque químico mató a decenas de personas en Duma, un núcleo insurgente que ya estaba a punto de caer tras semanas de ofensiva del Gobierno de Asad. Ninguno de los bandos en conflicto ha esperado a la investigación de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) para lanzar sus propias conclusiones y acciones y ello ha tensado la guerra de las pantallas y de los comunicados.
Los Cascos Blancos grabaron y difundieron lo sucedido aquel día. Estados Unidos y sus aliados alzaron la voz de forma inmediata y tan solo una semana después lanzaron un ataque militar contra lo que identificaron como instalaciones sirias de armas químicas como represalia. “Podemos decir que el Gobierno fue el responsable”, aseguró EEUU.
Paralelamente, Rusia acusó a Reino Unido de orquestar un montaje. “Tenemos pruebas irrefutables de que los servicios secretos de un Estado al frente de la campaña rusófoba participaron en la puesta en escena”, señaló el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
Los militares rusos presentes en el lugar de los hechos afirmaron al principio que no se había producido ningún ataque como el denunciado. Después, identificaron la presencia de armas químicas, pero descartaron la teoría del bombardeo aéreo y lo relacionaron con el hallazgo de un supuesto laboratorio de armas químicas de los insurgentes.
Rusia y Siria controlan ahora la zona atacada y sus investigadores fueron los primeros en pisar el terreno. Sin embargo, la misión de investigación de la OPAQ lleva en Siria desde el 14 de abril, pero su acceso a la zona está muy limitado con el argumento de la falta de seguridad, a pesar de que toda esa zona está ya bajo control del Ejército sirio. Eso no impidió que Rusia invitara a un grupo de periodistas a la zona atacada. Los investigadores internacionales solo han podido entrar en Duma dos días, el 21 y el 26 de abril. Estados Unidos acusó a Rusia de retrasar la entrada de los investigadores de la OPAQ para eliminar las pruebas del ataque.
Los investigadores de la OPAQ han confirmado en otras ocasiones el uso de las armas químicas durante la guerra siria. El último de ellos fue el ataque con gas sarín perpetrado en Jan Shijún que mató a más de 80 personas. Aun así, Rusia ha rechazado estos informes acusándolos de estar sesgados políticamente.
El último episodio: el caso de Hasan Diab
El último episodio en esta guerra informativa es el caso de Hasan Diab, uno de los niños que aparece en los vídeos difundidos por los Cascos Blancos como víctima del supuesto ataque químico. Un periodista ruso, Evgeny Poddubnyy, logró entrevistarle junto a su padre y el resultado ha sido difundido ampliamente por medios y diplomáticos rusos. En la entrevista, el niño y su padre afirman que todo fue un montaje.
“En cuanto entré al hospital me agarraron y me empezaron a echar agua por encima”, señaló el niño, que afirmó no saber lo que estaba ocurriendo. “Yo me fumé un cigarro fuera y no noté nada”, cuenta su padre. “Después nos dieron dátiles y galletas”, añade.
Poddubnyy aseguró que los militares rusos no le habían puesto en contacto con el menor, sino que fue a través de un médico del hospital local. Respecto a los tres hombres uniformados que se pueden ver al inicio del vídeo, el periodista aseguró que estaban solo de paso hacia una cafetería cercana.
Sin embargo, una información de The Intercept confirma que el vídeo fue grabado en una base del Ejército sirio utilizada también por militares rusos, lo que pone en duda la versión de Poddubnyy.
Rusia ha anunciado su intención de proyectar el vídeo ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, la delegación rusa ante la OPAQ invitó el pasado jueves al joven y a su padre a la sede de la organización internacional, en La Haya, donde celebraron una rueda de prensa con periodistas. El joven y su padre insistieron en que todo fue un montaje.
Seis de los testigos invitados por Rusia a la sede de la OPAQ ya han sido entrevistados por los investigadores internacionales a cargo de la misión, según confirmó el representante ruso ante dicha organización, Aleksandr Shulgin. “Los otros también estaban preparados, pero los expertos siguen sus propias directrices. Eligieron a seis, hablaron con ellos y afirmaron estar completamente satisfechos”, aseguró.
“Los expertos rusos han llevado a cabo un análisis detallado de la información sobre el terreno”, señaló durante la rueda de prensa en La Haya el general Igor Kirillov, jefe de las tropas de protección nuclear, biológica y química. “Se encontraron dos cilindros de gas presuntamente lanzados por las fuerzas del Gobierno desde helicópteros”. Posteriormente, Kirillov desmontó esta teoría porque los objetos encontrados estaban prácticamente intactos tras haber caído desde gran altura. “Además, las tropas han descubierto un laboratorio químico con armas en la ciudad de Duma usado presuntamente por los terroristas para producir armas químicas”, añadió Kirillov, que también invitó a los investigadores de la OPAQ a visitar el supuesto laboratorio.
El tour de los periodistas y la 'premonición' rusa
Casi todos los periodistas invitados a entrar en Duma confirmaron la posición de las autoridades rusas y sirias, que no hubo ataque químico. Sin embargo, un periodista de la CBS norteamericana y otro de TV4 Suecia se salieron de la ruta programada por los organizadores. “Estábamos con otros periodistas en Duma, pero no nos llevaron al lugar. Teníamos las coordenadas de satélite y lo encontramos por nuestra cuenta”, señaló el periodista de la CBS.
El periodista sueco entrevistó a un superviviente del ataque que contó que su familia murió al refugiarse en casa, ya que esta estaba llena de gas. “Los que entraron corriendo al edificio murieron de inmediato. Yo salí completamente mareado”.
En el vídeo, el periodista sueco entra en el edificio atacado y asegura oler algo raro que no puede reconocer. “Me duele un poco la garganta”, asegura.
Otras tres fuentes entrevistadas por un periodista de AFP que también fue invitado al lugar confirmaron que el ataque químico se había producido, pero que los responsables eran insurgentes islamistas. Uno de ellos describió la muerte de su mujer y sus dos hijas soltando espuma por la boca.
Robert Fisk, periodista del diario británico The Independent, también estaba entre los invitados y asegura que no encontró a nadie que pudiese confirmar el ataque químico. “¿Cómo es posible que refugiados de Duma que ya habían llegado a campamentos en Turquía estuviesen describiendo un ataque químico que nadie en Duma parecía recordar?”, se pregunta.
El 13 de marzo, un mes antes del ataque, el Ministerio de Defensa ruso afirmó tener “información fiable de insurgentes preparándose para falsear un ataque químico del Gobierno contra los civiles”. “Los Cascos Blancos y gente de vídeo ya están allí equipados con transmisores de vídeo por satélite. Esto se ha confirmado por el descubrimiento de un laboratorio de armas químicas en el pueblo de Aftris, liberado de los terroristas”, aseguró Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor de la Defensa. “De acuerdo con la información, tras esta provocación, EEUU planea acusar a las tropas del Gobierno sirio de usar armas químicas. Como represalia, Washington planea bombardear zonas gubernamentales de Damasco”, añadió.
Tres semanas después del ataque, se sigue librando la batalla mediática mientras la misión de la OPAQ intenta recoger pruebas y esclarecer lo sucedido. Bashar al Asad y sus aliados están a punto de ganar la guerra, pero el relato de los hechos sigue en disputa y ambos bandos buscan una victoria.