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Todo lo que hay que saber sobre Trump y Ucrania ante el arranque oficial del proceso de 'impeachment'

Una llamada telefónica entre Donald Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, hizo estallar el escándalo que ha puesto en marcha el impeachment contra el mandatario estadounidense. Este miércoles empieza oficialmente el proceso con las primeras comparecencias públicas de actores clave de este episodio, pero muchos de ellos ya han desfilado a puerta cerrada por el Congreso en una fase previa ya concluida.

La semana pasada el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, controlado por los demócratas, hizo públicas sus declaraciones. Los protagonistas colaterales de esta historia han trazado ante el Congreso una operación mucho más compleja que aquella breve conversación de julio que dio la voz de alarma.

De sus declaraciones se deriva cómo Trump confió plenamente en su abogado personal y exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, para obtener de cualquier forma una declaración pública del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, anunciando una investigación por corrupción contra la empresa en la que trabajaba el hijo de Joe Biden. El objetivo era desprestigiar a Biden, principal rival político de Trump en las elecciones de 2020.

Trump también quería que Zelenski anunciase una investigación por la supuesta interferencia de Ucrania en las elecciones de 2016. Aunque no hay pruebas, Trump y Giuliani alegan que fue Ucrania, y no Rusia, quien interfirió en 2016. Para conseguir estas declaraciones públicas, amenazaron a Ucrania con suspender una reunión entre Zelenski y Trump en la Casa Blanca y con congelar la entrega de una ayuda militar de 390 millones de dólares.

Horas y horas encerrados en el 'búnker' del Congreso

Hasta ahora, el proceso se ha desarrollado a puerta cerrada en una sala muy particular del edificio del Congreso. La Sala de Información Sensible del Comité de Inteligencia (SCIF, por sus siglas en inglés) está en la planta más baja del Congreso y allí no están permitidos los dispositivos electrónicos. Lo que pasa en SCIF, se queda en SCIF. O al menos debería. El objetivo de todo este secretismo, según Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia, era que los citados no pudiesen coordinar sus declaraciones.

Por allí han pasado más de una decena de altos cargos del Gobierno, que han sido interrogados durante hasta 10 horas a puerta cerrada, generando centenares de páginas de transcripciones. Entre ellos Joseph Maguire, director interino de inteligencia nacional; Kurt Volker, exrepresentante especial del Departamento de Estado para Ucrania; Marie Yovanovitch, exembajadora de EEUU en Ucrania; Michael Mckinley, exasesor principal del secretario de Estado; Gordon Sondland, un empresario convertido en embajador de EEUU para la UE tras donar un millón de euros a Trump; William B. Taylor, encargado de negocios de la embajada de EEUU en Ucrania...

Los republicanos, sin embargo, no lo han puesto fácil. Durante todo este proceso han denunciado su celebración a puerta cerrada y han exigido la publicación de las transcripciones. En una ocasión, decenas de republicanos entraron sin permiso en la SCIF a modo de protesta durante una de las comparecencias para denunciar la opacidad.

Los intrusos se quedaron allí durante horas e incluso pidieron pizzas para los periodistas que los acompañaban. Tras provocar un retraso de cinco horas en la comparecencia, tuvieron que marcharse a una votación importante en la cámara principal.

Durante la comparecencia de Volker, según aseguró Schiff, los demócratas se dieron cuenta de que había miembros republicanos presentes en la sesión que estaban filtrando detalles interesados a la prensa. Esa misma noche, después de la sesión, los demócratas hicieron públicos todos los mensajes de texto que el exrepresentante especial para Ucrania había entregado a los congresistas.

Tras pasar semanas pidiendo que se hagan públicas las declaraciones, una vez que son accesibles, Trump ha sugerido este lunes que podrían ser una fabricación.

Giuliani, el cerebro de la operación

La historia comienza con el nombramiento de Volodímir Zelenski como presidente de Ucrania. Sondland y Volker acuden a la ceremonia de inauguración y unos días después se reúnen con Trump en la Casa Blanca para transmitirle sus impresiones sobre el nuevo presidente. Sondland y Volker alabaron a Zelenski, y afirmaron que podría ser una buena oportunidad para combatir la corrupción. A Trump no le gustó nada aquello, según afirmaron ambos ante el reducido grupo de congresistas a puerta cerrada. “Son todos corruptos. Son gente terrible. Intentaron derribarme”, señaló Volker.

En aquella reunión, Trump les dijo que a partir de entonces hablasen con Giuliani para coordinar la política sobre Ucrania. “Estábamos decepcionados por la orden de Trump de involucrar a Giuliani. Nuestra visión era que los hombres y mujeres del Departamento de Estado, no el abogado personal del presidente, deberían ser los responsables de todos los aspectos de la política exterior con Ucrania”, dijo Sondland.

“Teníamos dos opciones: abandonar el objetivo de una reunión con el presidente Zelenski, que todos creíamos que era crucial, o podíamos cumplir la dirección de Trump y hablar con Giuliani para abordar las preocupaciones del presidente”, añadió. Eligieron la segunda y se convirtieron así en la herramienta del exalcalde para cumplir su objetivo de desprestigiar a Joe Biden.

Seis días antes de la famosa llamada telefónica, Volker se reunió con Giulani y le advirtió que el discurso Biden-Ucrania no era creíble. “Le dije a Rudy en ese desayuno la primera vez que nos sentamos a hablar que no me creo que Biden estuviese influido en sus deberes como vicepresidente por dinero o cosas de su hijo ni nada eso. Le conozco de hace mucho, es una persona íntegra y eso no es creíble”, declaró Volker en el Congreso.

Tras la famosa llamada telefónica, Sondland, Giuliani y Volker elaboraron incluso un borrador de la declaración pública que buscaban de Zelenski. Giuliani rechazó el texto porque no mencionaba a Biden y no decía nada de la interferencia electoral de 2016. “¿Si no dice Burisma y no dice 2016, qué significa?”, dijo.

Sondland ha reconocido que el 1 de septiembre en una cumbre en Varsovia tuvo un encuentro paralelo con el asesor personal de Zelenski, a quien le dijo que la entrega de los 290 millones de dólares dependía de la tan buscada declaración pública. “Ahora recuerdo hablar a solas con Yermak, a quien le dije que la reanudación de la ayuda estadounidense probablemente no ocurriría hasta que Ucrania hiciese la declaración anticorrupción que llevábamos discutiendo semanas”, afirmó.

Tan solo una semana después, Taylor mandó un mensaje a Sondland: “Creo que es una locura bloquear asistencia en materia de seguridad a cambio de ayuda con una campaña política”.

Finalmente Zelenski y su equipo capitularon y aceptaron hacer la declaración durante una entrevista en la CNN el 13 de septiembre, según ha publicado The New York Times. Sin embargo, la amenaza de los 390 millones de dólares se había hecho pública y, ante la presión del Congreso, el Gobierno se vio obligado a entregar la ayuda tan solo dos días antes de la entrevista. El equipo de Zelenski suspendió rápidamente la entrevista y fin de la historia.

El caso Yovanovitch

Marie Yovanovitch era embajadora de EEUU en Ucrania. A finales de 2018 se dio cuenta que Giuliani estaba haciendo campaña en su contra, según reveló el Congreso, porque podría convertirse en un obstáculo para la estrategia del abogado en el país.

Yovanovitch pidió consejo a Sondland para reducir la presión y este le dijo que publicase un tuit mostrando apoyo y lealtad al presidente. “Tienes que tuitear que apoyas al presidente”, le dijo Sondland, según contó la embajadora. “Conoces al presidente. Bueno, quizá no le conoces, pero sabes que le gustan ese tipo de cosas”.

En abril de 2019 recibe un mensaje del Departamento de Estado: “Esto es sobre tu seguridad. Tienes que venir inmediatamente. Tienes que venir a casa en el siguiente avión”. Solo era una estrategia para destituirla. Yovanovitch contó que después le dijeron que era una forma de protección de posibles ataques de Trump. “Les preocupaba que si no estaba fuera de Ucrania, podría haber algún tipo de declaración pública o tuit de la Casa Blanca”, señaló Yovanovitch.

Taylor, sucesor de Yovanovitch, envió el siguiente mensaje a Volker tras la destitución de la embajadora: “Todavía estoy pensando si ir ¿Puede alguien esperar tener éxito con el tema de Giuliani/Biden durante los próximos 18 meses?”.