Israel ha conseguido descabezar al grupo chií Hizbulá, matando a su líder, Hasán Nasralá, junto a otros comandantes que han sido asesinados en las pasadas semanas en ataques selectivos de la aviación israelí. Nasralá era uno de los hombres más escurridizos de Oriente Medio, llevaba años viviendo escondido y sin aparecer en público en persona, precisamente para proteger su vida. Finalmente, el Ejército israelí se la ha arrebatado en un ataque contra la presunta sede central de Hizbulá en el sur de la capital libanesa, empleando bombas anti-búnker. Ya no queda nada de los seis edificios bombardeados y probablemente tampoco de los restos mortales del líder chií.
Junto a Nasralá falleció un subcomandante de la Guardia Revolucionaria iraní –cuerpo armado que colabora estrechamente con Hizbulá– y otros comandantes de la milicia chií, además de varias personas que se encontraban aún en la zona de Dahie, de mayoría chií y bastión de Hizbulá, de la cual han huido esta semana muchos de sus residentes por miedo a los ataques israelíes. Familias enteras están durmiendo al raso en las plazas y en las calles de Beirut, consideradas más seguros que sus suburbios meridionales.
En total, el viernes murieron otros 20 terroristas, según el ejército israelí. Entre ellos, Ali Karaki, comandante del Frente Sur de Hizbulá, que era uno de los altos mandos que quedaban en la organización antes del ataque. También Ibrahim Hussein Jazini y Samir Tawfiq Dib, dos de los colaboradores más cercanos de Nasrala.
Y este sábado, solo 24 horas después de anunciar la muerte de Nasrala, el ejército israelí ha anunciado el asesinato de otro alto cargo del grupo chií, Nabil Qaouk, uno de los pocos líderes de alto rango que quedaban en la organización.
Este sábado, la aviación israelí ha seguido golpeando Dahie y, en uno de los ataques, ha “eliminado” a Hassan Jalil Yassin, encargado de la unidad de Hizbulá que identifica los “objetivos militares y civiles” en territorio israelí, según un comunicado del Ejército. Columnas de humo se elevaban sobre el sur de Beirut por los bombardeos y todavía flotaba en el aire la polvareda causada por las fuertes explosiones que acabaron con la vida de Nasralá el viernes al atardecer, destruyendo seis edificios de varias plantas. También han muerto 33 personas y casi 200 han sufrido heridas por los bombardeos de Israel sobre otros puntos del país, según el Ministerio de Sanidad libanés.
El Ejército y el Gobierno israelíes han defendido ese ataque en un área muy poblada y han calificado el objetivo de “legítimo”. “La eliminación del architerrorista Nasralá es una de las acciones de antiterrorismo más justificadas que Israel ha llevado a cabo jamás”, ha asegurado su ministro de Exteriores, Israel Katz. “Nasralá, quien dedicó su vida a la destrucción de Israel y lideró durante más de 30 años la actividad terrorista contra Israel, se merecía ser abatido y es algo positivo que lo haya sido”, ha remachado Katz en su cuenta de X. Las Fuerzas de Defensa de Israel han publicado un esquema de la cúpula militar de Hizbulá, con todos sus cabecillas tachados con la palabra “eliminado”, hasta el mismo Nasralá.
Pero la muerte del líder de Hizbulá no ha detenido el lanzamiento de cohetes desde el sur de Líbano hacia el norte y el centro de Israel, donde este sábado han vuelto a sonar repetidamente las sirenas que alertan de un bombardeo. También los rebeldes hutíes de Yemen han lanzado un misil hacia territorio israelí, que ha sido interceptado por las defensas aéreas. La mayor parte de los proyectiles dirigidos contra Israel han sido destruidos y no han causado víctimas, pero el país se mantiene en alerta por las posibles represalias de Hizbulá y de sus aliados en la región –como los hutíes yemeníes o las milicias proiraníes de Irak–. El grupo palestino Hamás, a quien Hizbulá ha apoyado durante los más de once meses de ofensiva contra la Franja de Gaza, ha dicho que la muerte de Nasrala aumentará “la resistencia en Líbano y Palestina”.
El 'Eje de la resistencia' promete seguir
El movimiento político y armado libanés ha lamentado la muerte de su secretario general, pero ha prometido que seguirá el camino marcado por este durante sus 30 años de liderazgo. “La dirección de Hizbulá promete al mártir más alto, más santo y más preciado de nuestra trayectoria (...) que continuará con sus esfuerzos para enfrentar al enemigo en apoyo a Gaza y a Palestina, y en defensa de Líbano y de su honorable pueblo”, ha dicho en un comunicado recogido por la Agencia EFE.
Después de este duro golpe, no se sabe quién tomará las riendas de Hizbulá, pero el nombre que suena como posible sucesor de Nasralá es el de su primo materno y jefe del Consejo Ejecutivo del grupo chií, el clérigo Hashem Safi al Din. Aparte de encabezar el órgano ejecutivo del movimiento, también es comandante militar en el sur del Líbano desde 2010, una posición clave en las operaciones transfronterizas contra Israel. Como la mayoría de los altos cargos de Hizbulá, Safi al Din se encuentra en la lista de terroristas de Washington, por ser “un miembro clave” del grupo, según una nota publicada en 2017 por el Departamento de Estado estadounidense.
Algunos analistas señalan que, tras el asesinato de la mayor parte de la cúpula de Hizbulá a manos de Israel, los nuevos dirigentes, algunos de los cuales pertenecerán a las nuevas generaciones del movimiento chií, podrían ser más radicales y menos pragmáticos que Nasralá y la vieja guardia. El grupo podría adoptar una línea más violenta y, prueba de ello, es que desde el brutal bombardeo del viernes por la tarde en Beirut, Hizbulá está lanzando cohetes contra núcleos habitados y objetivos civiles, y no sólo militares –como el grupo aseguraba que hacía en los pasados meses–.
En Irán –padrino y patrocinador de Hizbulá–, el Gobierno ha decretado cinco días de luto por la muerte de Nasralá. El líder supremo iraní, Ali Jameneí, ha afirmado en un comunicado que el legado del clérigo chií asesinado “se fortalecerá con su sangre”, según la agencia de noticias oficial IRNA. Además, la máxima autoridad iraní ha dicho que es una obligación del mundo musulmán apoyar a Hizbulá y a los libaneses, ante lo que ha calificado de “matanza de personas indefensas en el Líbano”.
Mientras, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, ha denunciado el ataque “terrorista” que segó la vida de Nasralá y ha afirmado que con su muerte “el árbol genealógico de la resistencia será más fuerte que nunca”. Teherán encabeza el llamado 'Eje de la Resistencia' contra Israel y Estados Unidos, del que forman parte milicias como Hizbulá, el grupo palestino Hamás, los rebeldes hutíes, además de Siria.
En un comunicado publicado por IRNA, Pezeshkian ha dicho que “los estadounidenses no pueden eximirse de complicidad con los sionistas”, aunque desde el Pentágono han asegurado que Estados Unidos no ha estado involucrado ni había sido informado con antelación del ataque selectivo contra Nasralá.
EEUU apoya la escalada
El mismo viernes, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, habló dos veces por teléfono con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, sobre el bombardeo de Beirut –el más grande desde el comienzo de la campaña aérea de Israel contra Líbano esta semana, en la que han muerto unas 700 personas–. Según un comunicado del Pentágono, Austin “expresó su apoyo total al derecho de Israel a defenderse y a defender a sus ciudadanos contra los grupos terroristas respaldados por Irán”. Además, señaló que Washington está “decidido a evitar que Irán y sus aliados y proxies exploten esta situación para expandir el conflicto”.
Tal y como ha hecho en las semanas y meses anteriores, el Gobierno de Joe Biden ha apoyado a su principal socio en Oriente Medio frente a los grupos que Israel y EEUU consideran terroristas: Hamás y Hizbulá (la Unión Europea sólo califica de terrorista los brazos armados de ambos, pero no sus formaciones políticas).
El presidente Biden ha considerado que con el asesinato de Nasralá se ha hecho “justicia para sus muchas víctimas, incluyendo miles de civiles estadounidenses, israelíes y libaneses”. “Hasán Nasralá y el grupo terrorista que lideraba, Hizbulá, fueron responsables de matar a cientos de estadounidenses durante un reino de terror de unas cuatro décadas”, ha recordado el mandatario en un comunicado de la Casa Blanca, en el que ha reiterado el derecho de Israel a la autodefensa.
El Gobierno de Benjamín Netanyahu sigue contando con el apoyo de EEUU para sus ofensivas, tanto en la Franja de Gaza como en Líbano. A pesar de que la Administración Biden ha instado a un alto el fuego en Líbano –presentando una propuesta junto con Francia, que Israel ha rechazado– y ha insistido en que todavía se puede evitar una guerra a gran escala en Oriente Medio, no parece considerar que las acciones incendiarias de Israel puedan llevar a un estallido regional de la violencia.
Los dirigentes políticos y militares israelíes, sabiendo que cuentan con el visto bueno de Washington, no están dispuestos a parar su guerra en dos frentes: Gaza, en el sur, y Líbano, en el norte. El jefe del Estado mayor del Ejército, Herzi Halevi, ha asegurado que las fuerzas israelíes están “en su máxima preparación, tanto a nivel defensivo como ofensivo, en todos los frentes, y están preparadas para lo que venga a continuación”.