La comunidad internacional llevaba desde el domingo con la respiración contenida, a la espera de que el Gobierno israelí decida cómo y cuándo responder al ataque de Irán con cientos de misiles y drones, que no causó víctimas mortales ni graves daños en el Estado judío, pero que sus dirigentes políticos y militares consideran un desafío sin precedentes. Y esa respuesta ha llegado este viernes a primera hora: un ataque atribuido a Israel ha obligado a Irán a activar sus defensas aéreas durante la madrugada. La ofensiva ha consistido en el lanzamiento de varios drones o misiles en la provincia de Isfahán en represalia por el ataque sufrido el pasado sábado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había reiterado en las últimas horas que su país decidiría por sí mismo qué respuesta dar al ataque iraní. “El Estado de Israel hará todo lo que sea necesario para defenderse”, afirmó después de escuchar los llamamientos a la calma de Alemania y Reino Unido, cuyos ministros de Exteriores visitaron Israel esta semana. Netanyahu mantiene la misma actitud arrogante ante las peticiones de contención de sus aliados, incluido Estados Unidos, que ante las críticas por la actuación de su Ejército en Gaza, donde los muertos han superado este viernes la cifra de 34.000 después de seis meses y medio de ofensiva.
¿Atacar Rafah y responder a Irán?
Desde el ataque del pasado fin de semana contra Israel, toda la atención ha estado puesta en la represalia contra Irán y en una escalada del conflicto en todo Oriente Medio, que arrastraría tanto a los socios occidentales de Tel Aviv como a los países y grupos armados apoyados por Teherán en la región, desde Líbano hasta Irak. Mientras, la masacre en Gaza continúa, aunque en los últimos días el foco mediático se haya desplazado, y prosiguen los preparativos para una ofensiva terrestre que Israel ha prometido que lanzará contra la localidad de Rafah, en el extremo sur de la Franja, donde se han refugiado más de un millón de gazatíes que han huido de sus hogares.
En paralelo, el Ejército israelí confirmó esta semana que estaba adquiriendo 40.000 tiendas de campaña de cara a la evacuación de cientos de miles de personas de Rafah, lo cual haría pensar que la temida ofensiva estaría cerca. Además, según información recogida por The Guardian, las fuerzas de tierra han desplegado más artillería y vehículos blindados en las cercanías de Gaza, con la intención de avanzar sobre Rafah, la única localidad donde las tropas israelíes no han irrumpido aún –aunque la aviación sí ha bombardeado repetidamente–.
Este martes, el Departamento de Estado estadounidense dijo que aún no había sido informado de “los planes de evacuación ni de otras consideraciones humanitarias” hechas por el Ejecutivo de Netanyahu antes de ordenar la ofensiva contra Rafah. Tel Aviv insiste en que es necesaria una gran operación porque aún quedan algunos batallones del grupo palestino Hamás en esa localidad. El Ejército afirma haber desmantelado la infraestructura militar de los islamistas en el norte y centro de la Franja, y Rafah sería el último escondite de los milicianos.
Este jueves tiene lugar una segunda reunión virtual en la que los israelíes expongan sus planes respecto a Rafah a los estadounidenses, después de una primera reunión el pasado 1 de abril. Según una fuente oficial de EEUU, citada por la agencia de noticias Reuters, Washington está buscando “alternativas” a una ofensiva israelí, ya que desde el primer momento se ha opuesto a una ofensiva a gran escala en un área tan densamente poblada (Rafah tenía menos de 300.000 habitantes y ahora acoge a 1,4 millones de personas). La fuente agregó que la reunión iba a ser presencial, pero tiene lugar online después del ataque iraní contra Israel, que ha centrado los contactos entre los dirigentes israelíes y estadounidenses.
La portavoz del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), Tess Ingram, ha estado en Rafah recientemente y explica a elDiario.es que el principal problema son las condiciones sanitarias por el hacinamiento y la falta de servicios básicos. “Los casos de hepatitis A están aumentando mucho, así como otras enfermedades como la diarrea, afecciones respiratorias o de la piel”, todas ellas relacionadas con las pobres condiciones higiénicas y el consumo de agua no potable. Mientras, en la mitad norte de la Franja, la situación es aún peor y ya se han registrado muertes por la falta de alimentos y agua. Según las autoridades locales, más de 30 niños han perecido por desnutrición y deshidratación en los hospitales del norte de Gaza, donde se calcula que más de 600.000 personas viven al borde de la hambruna.
Los bebés y niños están muriendo de hambre
“En el norte, los bebés y niños pequeños han empezado a morir de desnutrición y deshidratación”, afirmó este miércoles por la noche el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, ante el Consejo de Seguridad. “Al otro lado de la frontera, esperan comida y agua potable. Pero a la UNRWA se le niega el permiso de entregar la ayuda y salvar vidas”, lamentó.
Lazzarini denunció en Nueva York que “Israel busca poner fin a las actividades de la UNRWA en Gaza”. “Las solicitudes de la agencia para entregar ayuda en el norte son rechazadas repetidamente”.
Esta semana, por primera vez desde hace meses, pudieron acceder varios convoyes humanitarios directamente al norte de la Franja, a través del paso fronterizo de Erez, que Israel ha aceptado reabrir después de mucha presión por parte de la ONU y de Occidente para incrementar el flujo de la ayuda. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas pudo entregar un total de 404 toneladas métricas de raciones de comida y harina de trigo, a lo largo de tres días, siendo el primer cargamento que llega al norte directamente por el cruce de Erez.
La portavoz de UNICEF dice a elDiario.es que los trabajadores humanitarios hacen frente a “retos y restricciones” para poder acceder al norte, lo cual dificulta enormemente su labor. “Sabemos que al menos 33 niños han muerto en el norte de la Franja, pero creemos que hay niños que podrían haber perecido fuera del sistema sanitario y sus muertes no han sido registradas”, explica Ingram, que ha pasado en Gaza unas dos semanas este mes de abril. “Estamos viendo un aumento dramático y muy alarmante de la desnutrición, en particular en el norte –y eso se debe a que la ayuda humanitaria no puede acceder–. Es inaceptable que los niños estén muriendo de hambre mientras hay comida y suplementos a pocos kilómetros de distancia de donde se encuentran”.
En otras zonas de la Franja, tampoco la ayuda es suficiente para cubrir las necesidades de la población, explica la portavoz, pero la situación en mucho mejor que en la parte septentrional. “Hay comida en los mercados [callejeros] pero es muy cara, la gente no puede permitirse comprar lo que está a la venta; y la disponibilidad de efectivo también es un problema”. Por todas esas razones, los gazatíes dependen en gran medida de la ayuda humanitaria, que llega principalmente desde Egipto a través del paso fronterizo de Rafah.
La deshidratación y la desnutrición van de la mano muchas veces y, en última instancia, eso es lo que mata a los niños
Pero la desnutrición se debe no sólo a la poca cantidad de comida, sino a la calidad, ya que los niños necesitan muchos nutrientes, explica la representante de UNICEF. El organismo ha logrado introducir suplementos nutricionales para los pequeños, pero se necesitan “muchos muchos más” para hacer frente a los niveles de desnutrición que se registran ahora mismo en Gaza.
“Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar la hambruna en las áreas centrales y sureñas de Gaza. En el sur todavía podemos hacer mucho para evitar la situación del norte, no deberíamos esperar a llegar a ese punto antes de actuar”, advierte Ingram. “La deshidratación y la desnutrición van de la mano muchas veces y, en última instancia, eso es lo que mata a los niños”.
La portavoz tiene muy claro qué tienen que hacer las agencias humanitarias: “Necesitamos asegurarnos que estamos suministrando, como mínimo, lo más básico, en toda la Franja de Gaza y de forma consistente. Las familias tienen que estar seguras de que la comida que consiguen hoy no es la única que van a conseguir en varias semanas; tenemos que demostrarles que podemos introducir ayuda hoy y mañana, y pasado mañana”.