El pasado domingo había un ambiente especial en el desfile del primero de mayo. Los representantes de los principales partidos progresistas se esforzaban en escenificar el acercamiento entre las diferentes fuerzas de izquierda. Apretón de manos entre el secretario general del Partido Socialista, Olivier Faure, y Jean-Luc Mélenchon. Encuentro en un café entre Mélenchon y la ecologista Sandrine Rousseau. Múltiples conversaciones entre los representantes de Francia Insumisa y los del Partido Comunista en la cabecera del cortejo.
No obstante, entre bastidores, las cosas eran más complicadas. En la última semana, jornadas maratonianas de negociaciones entre socialistas, ecologistas, comunistas y anticapitalistas se habían encadenado para perfilar los acuerdos electorales de cara a las próximas legislativas del 12 y el 19 de junio. Tercero en la primera vuelta de las pasadas presidenciales (21,95% de los votos), Jean-Luc Mélenchon se había marcado como objetivo agrupar a los partidos de izquierda de cara a la próxima cita electoral y así situar a Francia Insumisa (LFI) como principal fuerza progresista en la mayoría de las 577 circunscripciones que dan derecho a escaño.
La noche del domingo trajo el primer anuncio: un acuerdo entre LFI y Europa Ecología-Los Verdes. Los insumisos aceptaron no presentar candidatos y apoyar a los ecologistas en 100 circunscripciones, 30 de las cuales se consideran como especialmente asequibles. Eso debería garantizar a los verdes un grupo parlamentario (mínimo de 15 escaños). A cambio se garantizaba el apoyo de los verdes a los candidatos insumisos en el resto de lugares.
“Hemos dado a cada uno de los que han querido hablar con nosotros la garantía de que tendrán un grupo en la Asamblea Nacional”, subrayaba Mélenchon hace unos días. En los dos días siguientes se cerraron pactos similares con el Partido Comunista —al que se reservan 60 circunscripciones– y con el Partido Socialista, que se asegura 70 candidatos. No obstante, el consejo nacional del PS debe reunirse la tarde del jueves para validar el acuerdo.
Invitados a última hora
El reparto de candidaturas ha sido el principal punto de discordia en las negociaciones. En Francia los diputados se eligen en cada circunscripción con un sistema eliminatorio de votación a doble vuelta. Por eso los negociadores de los partidos y los periodistas hablan en particular de las circunscripciones “ganables”, que permitan formar un grupo en la Asamblea Nacional y obtener una dotación económica adicional.
Eso no significa que el resto de candidaturas no sean relevantes: los partidos que presentan candidatos en al menos 50 circunscripciones reciben alrededor de 1,42 euros por cada voto recibido. En 2017 ese sistema de financiación permitió al Frente Nacional de Marine Le Pen recibir más de 22 millones de euros, al obtener más del 1% de los votos en 565 circunscripciones, aunque solo logró ocho escaños.
Los socialistas no formaron parte de la primera ronda de negociaciones iniciada por LFI. Después de las elecciones presidenciales, el partido de Mélenchon envió cartas a ecologistas y comunistas para abrir discusiones, pero no al PS. Olivier Faure reclamó ese mismo día su inclusión en una entrevista en Libération.
De acuerdo con el mismo periódico, los negociadores de LFI tenían dudas sobre las posibilidades de conseguir un acuerdo con el PS. Consideraban que los socialistas serían inflexibles sobre ciertas propuestas fundamentales del partido de Mélenchon, como la jubilación a los 60 años (que muchos en el PS consideran inviable) o la reforma constitucional para crear un nuevo sistema político. Pero desde la primera reunión se mostraron mucho más receptivos de lo esperado. “El PS ha dado pasos esenciales sobre el balance del mandato de Hollande, como la derogación de la ley El Khomri [última reforma laboral], aceptar hablar de la jubilación a los 60 años o el considerar el incumplimiento de ciertas normas europeas”, reconoció la eurodiputada de LFI Manon Aubry en los micrófonos de la radio Europe 1.
Cuando finalmente comenzaron las negociaciones, el PS pidió 100 circunscripciones reservadas a sus candidatos. “A los socialistas les cuesta asimilar los resultados de las elecciones presidenciales”, criticaba el martes Manuel Bompard, exdirector de campaña de Jean-Luc Mélenchon, en referencia al resultado de Anne Hidalgo (1,75%). Los emisarios del PS trataron entonces de hacer valer que a día de hoy tienen un número de diputados mayor (25) que LFI (18), aunque esta relación de fuerzas probablemente cambiará en junio.
La dificultad de un programa común
Otro de los grandes obstáculos en las negociaciones es la visión enfrentada de ambos partidos sobre la Unión Europea. El acuerdo obtenido con los ecologistas sobre la política comunitaria pudo servir de guía. “Para poder aplicar nuestro programa y respetar así el mandato que nos ha dado el pueblo francés, tendremos que superar estos bloqueos y estar dispuestos a desobedecer ciertas normas europeas (en particular las económicas y presupuestarias, como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el derecho de la competencia, las orientaciones productivistas y neoliberales de la Política Agrícola Común, etc.)”, escribieron insumisos y ecologistas en un comunicado conjunto.
Los socialistas, por su parte, objetaban el término ‘desobediencia’. “Unos hablamos de desobediencia, otros de derogación transitoria”, rectifica el documento publicado el miércoles sobre el acuerdo PS-LFI, pero “lo haremos de acuerdo con el Estado de Derecho. El Gobierno que formaremos (...) no puede tener como política la salida de la Unión, ni su desintegración, ni el fin de la moneda única”.
Originalmente LFI buscaba un acuerdo de todas las fuerzas sobre la base de su programa para la campaña presidencial, pero ante las divergencias entre los partidos ahora se han reducido las ambiciones para “un programa de gobierno compartido con varios centenares de propuestas”, que debe concretarse a finales de esta semana. Pero para eso, aún quedan por resolver otros puntos sensibles que dificultan la posibilidad de un programa común. El texto de los acuerdos con socialistas y ecologistas menciona la salida de la energía nuclear y el abandono de cualquier nuevo proyecto; los comunistas, por su parte, defienden el mantenimiento de esta energía.
Fractura en el interior del PS
En el PS, el anuncio del acuerdo aumenta las divergencias internas entre partidarios de la alianza con LFI y la corriente socialdemócrata. El exprimer ministro Bernard Cazeneuve anunció que dejará el partido en caso de que se ratifique el acuerdo con LFI. François Hollande y miembros del último Gobierno socialista han manifestado también su rechazo. Y a nivel local algunos candidatos que ya han lanzado su campaña de reelección –como la presidenta de Occitania, Carole Delga– se desmarcan de cualquier acuerdo firmado por la dirección del partido y optarán por hacer campaña alejados de sus directivas.
Una situación delicada que también siguen con interés desde el partido de Emmanuel Macron, que estaría en medida de recibir a candidatos y diputados socialistas disidentes. Otra figura histórica del PS, el exministro de Trabajo y actual alcalde de Dijon, François Rebsamen, ya trabaja en la creación de un nuevo grupo político que apoye al grupo parlamentario del presidente en la próxima asamblea.