Kamala Harris ha dado a probar su propia medicina a Donald Trump en el debate electoral de esta noche. Tres meses después de que Trump arrinconara con mentiras a Joe Biden en el plató de la CNN, Harris le ha devuelto el golpe incomodándolo y desdibujándolo, situándolo como el candidato irracional. Harris no ha necesitado tirar del recurso fácil que habría sido resaltar la evidente vejez de Trump (una carta que él sí jugó contra Joe Biden), simplemente se ha mantenido firme mientras iba al choque con Trump a lo largo de los 90 minutos.
El debate era un test para Harris y el foco estaba puesto en ella, pero ha sabido agitar lo suficiente los nervios de Trump para que los ojos del público se volvieran a posar sobre él. La demócrata ha sacado a relucir las contradicciones del republicano en temas especialmente espinosos para él, como el aborto o el asalto al Capitolio. Pero también ha evidenciado sus falsedades sobre la inmigración y la política exterior. Los moderadores también han tenido un papel relevante, al desmentir en diversas ocasiones las mentiras de Trump. Un hecho que en el debate contra Biden se echó de menos.
“Un montón de mentiras”
“Como he dicho, vais a oír un montón de mentiras y eso no es un hecho”, ha dicho Harris desde el National Constitution Center de Filadelfia en el minuto 20 del debate. La demócrata asestaba su primer golpe desmintiendo la afirmación que acababa de hacer Trump, quien ha asegurado que hay estados que permiten abortar a los nueve meses o incluso ejecutar los bebés ya nacidos. Ha sido una de las primeras falsedades que también han refutado los moderadores.
El segundo revés, y probablemente el más molesto para Trump, ha sido cuando Harris ha invitado a la ciudadanía a ir a uno de sus mítines: “Voy a hacer algo realmente inusual, y los invitaré a asistir a uno de los mítines de Donald Trump, porque es algo realmente interesante de ver. Veréis durante el transcurso de sus mítines habla sobre personajes ficticios como Hannibal Lecter y notaréis que la gente comienza a abandonar sus mítines temprano debido al cansancio y el aburrimiento. Y otra cosa que no sabéis: no lo oiréis hablar de vosotros, no lo oiréis hablar de vuestras necesidades, de vuestros sueños”.
De un solo plumazo, Harris ha dado de pleno en el ego de Trump y ha vuelto a atacarlo desde el nuevo flanco que los demócratas ya construyeron en Chicago: retratar al republicano como un ególatra que solo piensa en él. Este enfoque es algo que puede dar más frutos que retratar al republicano como un “autócrata”.
La semana pasada, un colaborador del gobernador republicano de Georgia explicaba al New York Times como el hecho de que Trump centre gran parte de su discurso en sí mismo, y no en sus políticas, podía acabar repercutiéndole negativamente en ese estado, el cual será clave el 5 de noviembre. La pregunta que planteaba ese colaborador es justo la que Harris ha sacado a relucir esta noche: “¿Se preocupa más de sí mismo, que de mí?”.
Trump ha acabado yendo donde Harris quería y ha respondido el ataque desde el ego. “No hay razón para ir [a los mítines de Harris]. Y las personas que sí van, ella las lleva y les paga para que estén allí. Así que no puede hablar sobre mis mítines. La gente no se va. Mis mítines... tenemos los mítines más grandes, los más increíbles en la historia de la política”, ha rebatido el republicano, sin mencionar la segunda parte del ataque de Harris donde lo retrataba como un egocéntrico.
Trump, que ha bregado a lo largo de este último mes para intentar definir a Harris como una “comunista”, ha acabado siendo él el retratado por su rival. Para más inri, con este ataque Harris ha conseguido hacer descarrilar a Trump dentro de uno de los bloques donde se siente más cómodo hablando: la inmigración. El republicano, que lleva toda la campaña intentando señalar a la demócrata como la culpable de las altas cifras de cruces irregulares en la frontera, ha acabado enzarzado en los ataques personales y sus propios bulos.
“Migrantes comiendo mascotas”
El último ha sido decir que los migrantes en Ohio se están comiendo las mascotas de los habitantes de allí. “Las personas entrando en nuestro país se están comiendo los perros, los gatos, las mascotas que viven allí. Eso está pasando en nuestro país, es una vergüenza”, ha dicho sin ningún pudor. La cuestión se ha desviado de tal manera, que a Harris ni siquiera le ha hecho falta poner sobre la mesa la bajada récord de cruces fronterizos.
Desde que Biden aprobó el decreto que facilitaba las devoluciones en caliente, el número de personas que han cruzado la frontera con México ha descendido drásticamente. En junio, poco más de 83.000 migrantes cruzaron la frontera de forma ilegal, según las autoridades fronterizas estadounidenses. En mayo fueron cerca de 117.000. Se trata del total mensual más bajo desde enero de 2021.
El asalto al Capitolio
Cuando ha salido a relucir la cuestión del asalto al Capitolio, Trump se ha visto una vez más arrinconado. “¿Hay algo de lo que se arrepienta del 6 de enero?”, ha preguntado el moderador. El subconsciente lo ha traicionado, y primero ha respondido hablando en plural, antes de corregirse a sí mismo. “Nosotros no… Este grupo de personas ha sido tratado muy mal”. A partir de aquí ha vuelto a desviarse por la cuestión de la inmigración para evitar dar más explicaciones.
Por contra, Harris ha ofrecido una respuesta directa y muy personal. “Yo estuve en el Capitolio el 6 de enero. Y ese día el presidente de los Estados Unidos incitó a una turba violenta para desacralizar la capital de nuestra nación. Ese día 140 agentes de seguridad del Estado fueron heridos y algunos murieron. Y el expresidente ha sido imputado y juzgado precisamente por esa razón”. Ha sido entonces también cuando la demócrata se ha puesto el traje de fiscal para recordar a todos los norteamericanos que uno de los candidatos a la presidencia del país es un convicto.
Orbán, único comodín de Trump
Incluso cuando Trump ha querido resaltar su buena imagen a través de sus apoyos internacionales, se ha acabado hiriendo a sí mismo. Ha destacado los halagos recibidos por parte del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, conocido por su agenda ultraconservadora y en el punto de mira de los aliados de la OTAN por su amistad con el ruso Vladímir Putin.
En materia de política internacional, Trump también ha repetido lo que tantas otras veces ha dicho: que si él fuera presidente ya habría puesto fin a la guerra de Ucrania. “Biden no tenía ni idea de como parar esta guerra, y ahora hay millones de muertos, y la cosa empeora, y puede derivar en una Tercera Guerra Mundial. Estamos jugando con una Tercera Guerra Mundial, y tenemos un presidente que ni siquiera sabe si sigue vivo. ¿Dónde está?”, ha insistido.
Pero citar a Biden ha sido como dar un caramelo a Harris y le ha recordado que: “Ya no compite contra Joe Biden, está compitiendo contra mí”. El golpe ha hecho enfurecer a un Trump que durante este verano ha llegado a fantasear con el retorno de Biden. Después de basar gran parte de su campaña en atacar la edad del presidente, la irrupción de Harris lo pilló a contrapié. La pulla, sin embargo, no ha acabado aquí: “Si Donald Trump fuera presidente, Putin estaría ahora mismo sentado en Kiev, y hay que entender lo que eso significa, porque la agenda de Putin no va solo de Ucrania. Por eso los líderes de Europa y nuestros aliados de la OTAN están tan agradecidos de que usted ya no sea presidente”, ha afirmado la vicepresidenta.
La misión de Harris esta noche no solo se limitaba a hacer frente a Trump, sino también tenía la tarea de definirse ante el electorado indeciso y que justo empieza a sintonizar con la campaña. A pesar de que no ha revelado nuevos detalles de su agenda durante el debate, la demócrata ha logrado imprimir en la retina de los espectadores la imagen que lleva buscando desde el inicio: la de una candidata para la reconciliación y construcción de un nuevo futuro para el país.
Esta voluntad se ha visto nada más empezar con uno de los apretones de manos más tensos que se recuerdan entre dos políticos: a la hora de saludar, ha sido Harris quien se ha acercado al atril de Trump y le ha tendido la mano. Un gesto que también escenifica la voluntad de Harris de acercarse a esos votantes más moderados e incluso a los mismos seguidores del republicano.
Queda por ver si lo que ha mostrado esta noche Harris es suficiente para satisfacer los interrogantes sobre ella que muchos votantes manifestaban tener antes del debate. En el cierre, Harris ha repetido sus grandes eslóganes de campaña: el de no dar un paso atrás y el de construir un nuevo comienzo. Por contra, Trump ha ido a remolque de la vicepresidenta desperdiciando el minuto de oro en atacarla y dibujarla como la que, según él es, “la peor vicepresidenta de la historia”.