Kamala Harris monta una fiesta en el jardín de Joe Biden y junto al Capitolio... pero sin Biden y con protesta propalestina
Frente a la Casa Blanca de Biden, pero sin Biden; con el Capitolio al lado y, de ruido de fondo, una cacerolada propalestina. Kamala Harris ha hecho una exhibición de músculo movilizador este martes en la Elipse, los jardines que están en el National Mall, entre la Casa Blanca y el Obelisco –el momumento de George Washington–. Kamala Harris ha convocado a los suyos –hasta 75.000 personas, según su equipo de comunicación– en el patio de atrás de Joe Biden.
Pero lo ha hecho sin Joe Biden, con quien está intentando marcar distancias en estos últimos días Kamala Harris. Biden, en todo caso, no se ha quedado callado: a esas horas se encontraba haciendo una entrevista y echando un poco de picante a una campaña electoral que no se está caracterizando, precisamente, por el debate público en torno al proyecto de país de Harris o de Donald Trump. “Justo el otro día”, ha dicho Biden, “un orador en su mitin llamó a Puerto Rico una isla flotante de basura. Bueno, déjenme decirles algo. (...) La única basura que veo flotando por ahí son sus seguidores. Su demonización es desmesurada y antiestadounidense. Es totalmente contrario a todo lo que hemos hecho”.
Poco después ha intentado matizar sus palabras, pero ya había llegado el contraataque de Trump: “Realmente no sabe lo que dijo. Es algo terrible, terrible, pero realmente no lo sabe”.
El gran acto central del final de campaña de Harris también se ha celebrado a escasos metros del Capitolio, donde hace poco menos de cuatro años los seguidores de Trump organizaron un asalto en protesta por el resultado electoral, alentados por presidente saliente –desde la Casa Blanca– que aún a día de hoy no ha reconocido aquella derrota electoral. Y lo ha hecho ante la atenta mirada de francotiradores apostados para evitar intentos de atentado.
“Esta noche hablaré a sobre lo que está en juego en estas elecciones”, ha arrancado Harris recordando aquel 6 de enero de 2021: “Todos sabemos quién es Donald Trump. Es la persona que se plantó en este mismo lugar hace casi cuatro años y envió a una turba armada al Capitolio de los Estados Unidos para anular la voluntad del pueblo en unas elecciones libres y justas que sabía que había perdido. Como resultado de ese ataque murieron estadounidenses. 140 agentes del orden resultaron heridos. Y mientras Donald Trump estaba sentado en la Casa Blanca viendo por televisión cómo se desarrollaba la violencia, su personal le dijo que la turba quería matar a su propio vicepresidente. Donald Trump respondió con dos palabras: '¿Y qué?”.
La vicepresidenta ha contado como teloneros con varios intervinientes, entre ellos una pareja de ex votantes republicanos que han anunciado su voto por Harris ante el riesgo de otro mandato de un Trump aún más desacomplejado que el de 2016. Pero, como ya pasó en la convención demócrata que la encumbró y en todos los actos desde entonces, no ha dado la palabra a votantes o simpatizantes que le reclaman un embargo de armas a Israel para detener el genocidio que se está cometiendo en Gaza.
Es más, a los pocos minutos de comenzar Harris su intervención, un par de activistas propalestinas han comenzado a gritar “embargo de armas, ahora”, tras lo que han sido expulsadas del recinto.
Harris ha planteado las elecciones del próximo 5 de noviembre en un pulso entre democracia y autoritarismo, entre la libertad y un “tirano de pacotilla”. Y ha sentenciado: “[Los patriotas] No lucharon, se sacrificaron y entregaron sus vidas sólo para vernos renunciar a nuestras libertades fundamentales y someternos a la voluntad de otro tirano mezquino. Los Estados Unidos de América no son un trampolín para aspirantes a dictadores. Los Estados Unidos de América son la mayor idea que la humanidad haya concebido jamás. Una nación lo suficientemente grande como para abarcar todos nuestros sueños. Lo bastante fuerte para resistir cualquier fractura o fisura entre nosotros. Y lo bastante audaz para imaginar un futuro lleno de posibilidades. En 7 días, tenemos el poder de pasar página y empezar a escribir el siguiente capítulo de la historia más extraordinaria jamás contada”.
Convocados desde una hora y media antes del inicio de la intervención de Harris –arrancó en torno a las 19.30, hora local–, los manifestantes propalestinos no dejaron de hacer sonar sus altavoces, sartenes, tambores y cacerolas durante las más de dos horas que duraron las diferentes intervenciones, incluido el himno de EEUU.
Los centenares de personas que se congregaron en torno al Obelisco ante una pantalla gigante lograron silenciar en esa parcela la intervención de Harris con cánticos reivindicando la libertad de Palestina y contra las masacres y el genocidio de Israel, así como contra el Partido Demócrata, Harris y Biden por seguir vendiendo las armas que Benajmin Netanyahu utiliza para matar civiles en Gaza, Cisjordania y Líbano.
Y, una vez hubo acabado Harris, elevaron el ruido y se movieron para seguir la marcha a lo largo del recinto donde había celebrado el acto de la vicepresidenta y candidata demócrata.
Sara Suliman, portavoz del Youth Palestinian Movement, uno de los colectivos convocantes de la concentración, explicaba: “Ha sido un año de genocidio, un año de protestas en las calles en el que hemos sido testigos de los crímenes de guerra más inimaginables. Y estamos aquí en el discurso de clausura de Kamala para exigir un embargo de armas inmediato. La mayoría de los estadounidenses quiere un embargo de armas, un alto el fuego. Si Kamala realmente quisiera escuchar la voluntad del pueblo, ella y la administración Biden habrían promulgado el embargo de armas. El hecho de que ni siquiera esté en su programa es muy revelador. Si el Partido Demócrata pierde estas elecciones, sólo podrán culparse a sí mismos por no escuchar al pueblo y a la gente que les vota, porque nosotros les habríamos votado”.
Con protesta propalestina, junto al lugar del intento de golpe de los seguidores de Trump hace casi cuatro años... y en el patio trasero de Biden, pero sin Biden. Kamala Harris ha celebrado un acto central en el que ha hecho una demostración de fuerza a una semana de las elecciones más ajustadas de los últimos tiempos en Estados Unidos.
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