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“Si el dinero que recibes viene de las corporaciones, al final representas a las corporaciones”: la batalla voto a voto y puerta a puerta en el estado clave de Georgia

Andrés Gil

Atlanta (Georgia) —
3 de noviembre de 2024 23:31 h

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“Soy Gabriel Sánchez, demócrata que se presenta a la Cámara estatal en este condado. Me postulo porque creo que todo el mundo tiene derecho a una vivienda accesible, un seguro médico garantizado y una economía que sirva para todos aquí en Georgia”. Así se presenta este vecino del condado de Cobb, en el área metropolitana de Atlanta, en Georgia. Sánchez es de familia colombiana, aunque nació en EEUU y a sus 27 años se presenta por primera vez a unas elecciones.

En mayo ganó las primarias a la aún diputada del estado de Georgia Teri Anulewicz, apoyada por el establishment del partido, mientras Sánchez estaba respaldado por organizaciones ecologistas, LBTGIQ, del movimiento por la vivienda, sindicales y progresistas como el DSA –Democratic Socialists of America, del que forman parte congresistas nacionales como Alexandria Ocasio-Cortez o Rashida Tlaib, de origen palestino, que ha evitado apoyar a Kamala Harris por su posición con Israel–.

Sánchez se encuentra ahora a pocas horas de la votación final, si bien el escaño para el que se presenta es tradicionalmente demócrata, por lo que tiene muchas posibilidades de salir elegido.

“¿Eres tú?”, le pregunta Chantelle mientras señala el tarjetón que le da Sánchez en el que aparece su foto. Chantelle es una mujer afroamericana que le ha abierto la puerta de su casa en una barriada dentro de la ciudad de Smyrna (Georgia) que depende del condado, y no de la ciudad, porque en el pasado fue segregada al estar habitada fundamentalmente por personas negras: “Iremos temprano a votar porque normalmente camino por el barrio a las 9.00 de la mañana para hacer ejercicio y luego voy a trabajar”.

“¿Y puedo contar contigo?”, le pregunta Sánchez. “Claro que sí”, contesta ella, quien accede incluso a que Sánchez coloque un cartel con su nombre a la entrada de la casa.

Sánchez y su equipo –y, en general, el Partido Demócrata y el Republicano– usan una aplicación de móvil, MiniVAN Touch, que permite exportar listas para que Gabriel Sánchez y su equipo pueden introducir los datos en su dispositivo mientras hablan con las personas de su lista: en la lista tienen el nombre de las personas censadas en cada casa y van apuntando si estaban o no y la interacción con ellos mientras van peinando calles.

Si nadie abre la puerta, se dejan dos tarjetones, uno en español y otro en inglés, pidiendo el voto para Sánchez.

“En este momento el gobierno no está representando al pueblo”, explica Sánchez, “necesitamos cambiar eso. El problema es que muchos de los políticos aquí reciben muchísimo dinero de las grandes corporaciones y los ricos, y eso no es justo. Necesitamos más representantes para la gente normal, para el pueblo. Por eso hice una promesa de no recibir dinero de corporaciones ni de los PACs, que es una forma de corrupción muy grave en Estados Unidos: si casi todo el dinero que recibes es de corporaciones, al final representas a las corporaciones”.

La casa de Chantelle es una de las 23.000 a cuya puerta se están dirigiendo Gabriel Sánchez y su equipo de campaña para ganar el escaño del condado de Cobb en el Capitolio de Georgia. “La gente se ha olvidado de la importancia del puerta a puerta, hasta que yo gané las primarias. Es importante. Nosotros empezamos haciéndolo una vez a la semana, y a medida que nos acercamos a las elecciones, vamos haciendo más días y ahora estamos haciéndolo todos los días, porque ésta es la última oportunidad de conseguir que vote la gente, es la mejor forma de hacerlo: influye muchísimo, por eso ganamos nosotros las primarias en mayo, tocamos más de 17.000 puertas votaron y 4.000 personas. Afecta muchísimo, y como las elecciones están tan ajustadas, esos poquitos de votos que tú logres tocando puertas puede afectar el resultado”.

¿Y preguntan por Harris y Trump? “A veces preguntan por las elecciones a la presidencia, porque obviamente mucha gente está pensando en eso más que nada”.

A esa misma hora este sábado, la candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, se encontraba en camino al Atlanta Civic Center intentando arañar los votos necesarios para repetir en Georgia la victoria de Joe Biden en 2020 y que las encuestas aventuran como una empresa complicada.

Pero no es lo único que se vota: en el condado de Cobb también se vota, por ejemplo, por ampliar el transporte público, en concreto el autobús, pero parece que es una batalla perdida, porque supondría una pequeña subida de impuestos que no quieren los republicanos. “En este momento los autobuses solo llegan a tres de las diez ciudades del condado, y pasan cada hora”, explica Sánchez.

La 'contraprogramación' de Kamala Harris

Devin Barrington Ward, un activista local de 27 años, había convocado a los suyos este sábado a las 14.00 frente al Ayuntamiento de Atlanta. Y Harris había hecho lo propio, con 48 horas de antalación –tercer viaje a Atlanta en dos semanas–, a la misma hora a un par de manzanas de distancia.

El mitin de Barrington Ward, candidato progresista apoyado por asociaciones de vivienda, LGTBIQ+, ecologistas y el DSA, se terminó convirtiendo en una reunión con los más allegados de la campaña.

Harris, en Atlanta, mientras tanto, insistía en los temas claves del último tramo de campaña, y que repitió unas horas después en Charlotte, Carolina del Norte, otro estado disputado: pasar página de la década política de Trump y de su política divisiva: “Estamos hartos, agotados. Sabemos quién es Trump, pero no es lo que somos. Es la hora de una nueva generación de liderazgos en EEUU”.

“Nos sentimos como el pariente pobre en este ciclo electoral”. afirma Barrington: “Llevamos en campaña al menos desde junio, desde antes incluso de que Harris entrara en la carrera presidencial, y es decepcionante que en una ciudad en la que somos uno de los centros del universo político, por así decirlo [Georgia es un swing state y Atlanta es demócrata], se estén olvidando las elecciones que tendrán consecuencias directas para los vecinos de la ciudad”.

El candidato a concejal de Atlanta añade: “Habría tenido sentido que su campaña y sus asesores hablaran conmigo y con otros candidatos alineados con su agenda política, porque les damos legitimidad, porque estamos hablando de cómo funcionará el programa realmente en la práctica, no solo desde ese lugar teórico desde el que a veces no se puede hacer todo porque no se tienen las mayorías en el Congreso. Yo soy un aliado, pero si quieres que los cargos electos de las ciudades o de la zona apoyen tu campaña, ¿qué haces tú para apoyar la suya, que están de acuerdo con lo que tú haces? Si no hay reciprocidad, es una oportunidad que se pierde para potenciar las elecciones locales y la importancia del voto”.

Uno de los asuntos relevantes en la campaña en Atlanta es la cuestión policial. Stop Cop City es un movimiento de Atlanta, que recogió 116.000 firmas, cuyo objetivo es detener la construcción de un macrocomplejo, de 34 hectáreas y 90 millones de coste inicial, destinado a alojar y entrenar a agentes policiales de todo el país en tácticas de guerrilla urbana. Una “ciudad policial”, financiada por grandes corporaciones, que no ha sido votada por los ciudadanos y servirá de escuela para reprimir protestas.

“Nunca podremos reparar el daño que se hizo cuando la ciudad decidió suprimir los votos de 116.000 personas” que se opusieron a la construcción del centro policial: “El referéndum es un tema independiente de los desafíos de seguridad pública, porque si suprimimos el derecho de la gente a votar sobre esto, ¿qué será lo próximo?”, se pregunta el candidato Barrington Ward: “Es un asunto de seguridad pública que el movimiento Stop Cop City aprovechó, pero también tiene que ver con la democracia”.

Si hay un asunto que une al alcalde demócrata de Atlanta, el afroamericano André Dickens, y al gobernador republicano de Georgia, el republicano derechista Brian Kemp es la defensa del Estado policial. “Tenemos claro que el Centro de Formación de la Policía de Atlanta probablemente seguirán adelante”; concede Barrington Ward: “Pero necesitamos que la ciudadanía participe en lo que llamamos un modelo de seguridad pública dirigido por la comunidad, que consiste en que la comunidad establezca la prioridad de qué tipo de medidas de seguridad pública le gustaría ver, en lugar de que esas decisiones se tomen en el Ayuntamiento, porque lo que funciona en un barrio no necesariamente funciona en otro, y los burócratas del Ayuntamiento que si han venido a mi barrio, no conocen los problemas”.