El primer ministro británico, Keir Starmer, arrancó su primera cumbre europea este jueves citando a Winston Churchill en el Palacio de Blenheim, donde su antecesor al frente del Gobierno nació hace casi 150 años. Lo citó como defensor de la democracia y como fundador de la Convención Europea de Derechos Humanos, de la que Starmer subrayó que el Reino Unido no se saldrá como amenazaba el Gobierno conservador. El anfitrión pidió sacar de los archivos para esta reunión el Tratado de Londres de 1949 que fundó el Consejo de Europa, la organización también origen de la convención y promocionada por Churchill.
“Defendemos los valores que él encarnaba en todo el mundo. Libertad y democracia, sí, por supuesto, pero también resistencia y determinación en su defensa”, dijo Starmer en su discurso ante la Comunidad Política Europea, un foro informal de 47 líderes de la UE y otros países europeos e instituciones. “Y hoy, mientras una nueva tormenta se avecina sobre nuestro continente, decidimos afrontarla con ese mismo espíritu. Elegimos afrontarla juntos. Esa es la elección del Gobierno que dirijo desde hace dos semanas. Queremos trabajar con todos vosotros para restablecer las relaciones, redescubrir nuestros intereses comunes y renovar los lazos de confianza y amistad... La tarea es urgente porque nuestra seguridad está en juego”.
Starmer hablaba en un foro que incluye a los miembros de la UE y a otra veintena de gobiernos e instituciones europeas, pero el interés del nuevo Gobierno laborista se centra sobre todo en mejorar la relación con la UE, con la que quiere un “reset”, es decir, “reiniciar” o volver a empezar.
“Bajo mi liderazgo, el Reino Unido será un amigo y un socio. No somos parte de la Unión Europea, pero sí, y mucho, parte de Europa. No estamos centrados en las diferencias entre nosotros, sino en los valores que compartimos”, dijo.
Después de la reunión, Starmer aseguró en rueda de prensa que había notado en sus charlas con los líderes “ganas” de un acercamiento con la UE. “En un mundo peligroso no arreglamos nada mirándonos al ombligo”, comentó
Josep Borrell, el jefe de Política Exterior de la UE, que estaba en la reunión, agradeció el “nuevo tono” del Gobierno británico. “Estamos listos para reforzar nuestra cooperación en Política Exterior y de Seguridad”, dijo a la prensa. Borrell comentó que el nuevo Gobierno laborista ya ha señalado que quiere “una cooperación más estructurada con la UE”.
El ministro de Exteriores, David Lammy, participará en reuniones de ministros de Exteriores de los Veintisiete al comienzo del nuevo curso y el Gobierno laborista sugiere incluso la convocatoria de cumbres bilaterales periódicas, como las que tiene la UE con países como Estados Unidos, Canadá, China o India. “Sería útil. Aunque todavía no estamos ahí”, explicó una fuente diplomática británica. Una fuente de la UE se mostró abierta a la idea si el Reino Unido quiere avanzar en una “relación más estratégica”.
Un foro informal
La Comunidad Política Europea es un foro informal creado para el encuentro de líderes europeos más allá de la UE, pero sin estructura, ni poderes y ni siquiera intención de emitir declaraciones conjuntas. La idea del presidente francés, Emmanuel Macron, surgió de la invasión rusa de Ucrania. La cuestión es si puede servir para algo más que una toma de contacto entre líderes europeos.
Tras la reunión, Macron insistió en que el valor está en el formato “único” por sus miembros y su tono informal, y, en rueda de prensa, anunció que la próxima reunión será el 7 de noviembre en Hungría, que preside este semestre el Consejo de la UE.
Para evitar la percepción de fracaso especialmente de la última reunión de la Comunidad Política Europea, que se celebró en Granada en octubre del año pasado, el Ministerio de Exteriores británico organizó grupos de trabajo más pequeños sobre asuntos concretos por la mañana: migración, energía y la defensa de la democracia.
Ya que la cumbre no implica un comunicado conjunto ni ninguna decisión, cada líder podía dedicarse a hablar de lo que más le preocupaba para su audiencia doméstica. Starmer se unió al grupo de migración en busca de acuerdos para desarticular bandas de tráfico de personas, coordinación en el control de fronteras y más inversión en las raíces de la migración, como la pobreza, la crisis climática y la desigualdad global, según explicó.
El presidente Pedro Sánchez participó en uno de los dos grupos sobre la defensa de la democracia, centrado en la desinformación, según anunció a su llegada a Blenheim. El presidente español aseguró que sus propuestas en este ámbito pretenden “defender a los medios de comunicación de los que no lo son” y que los bulos “están socavando la convivencia y debilitando la democracia”.
Pero el principal origen y todavía motivo de ser de la Comunidad Política Europea es la guerra en Ucrania. Sánchez subrayó que todos los líderes ahí reunidos apoyan “sin fisuras” el plan de paz de Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano, que fue presentado por Starmer en la reunión como “el verdadero defensor de la libertad europea”.
Entre los asistentes a la cumbre en Blenheim también estaba Víctor Orban, el presidente húngaro desautorizado por sus colegas y condenado por el Parlamento Europeo por su visita a Vladímir Putin en Moscú.
“El nacimiento de la Comunidad Política Europea probablemente no se habría producido si no hubiera sido por la invasión rusa de Ucrania”, explicaba este miércoles Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacionales de Roma, en una charla sobre la cumbre organizada por el think-tank UK in a Changing Europe. “En cierto sentido, sus dos fundamentos son más relevantes hoy que hace dos años y medio: una Europa más allá de la Unión Europea ahora que el Gobierno de Starmer tiene voluntad de construir nuevos puentes… Y, en lo que respecta a Ucrania, está bastante claro que las cosas no van muy bien y, por lo tanto, es necesario hacer más”.
La amenaza de Trump
Una de las grandes preocupaciones entre los europeos en esta cumbre son las elecciones en Estados Unidos y la posibilidad de una nueva presidencia de Donald Trump, con la consiguiente retirada de apoyo a Ucrania y al resto de Europa.
Como repiten gobernantes, funcionarios y expertos, una victoria de Trump el 5 de noviembre supondría un riesgo de seguridad para Europa. La elección del candidato a vicepresidente, el ultra J.D. Vance, que repite la visión de Putin y su desinterés sobre Ucrania, ha inquietado todavía más a diplomáticos y mandatarios europeos. Esto puede poner frente al espejo a los líderes más reticentes a asumir más responsabilidades si Estados Unidos da un paso atrás.
“Existe una preocupación muy clara por mostrar cuánto está haciendo Europa para apoyar a Ucrania y cuánto está haciendo Europa para cuidar de su propia seguridad. Y, obviamente, los líderes en esta reunión son conscientes del contexto político más amplio”, explicó una fuente diplomática británica en Woodstock.
Macron dijo en rueda de prensa al ser preguntado por una posible victoria de Trump y Vance que “la vida política estadounidense sigue su curso” y que su foco es “proteger los intereses de Europa y de Francia”.
Lammy, el ministro de Exteriores británico, intentó relativizar este jueves las consecuencias de una posible victoria de Trump en una entrevista con la radio BBC4 en Blenheim. El ministro aseguró que hay “mucha retórica” y “mucha intensidad” por parte del aspirante a presidente y su vice, pero que es improbable la retirada total de apoyo a Ucrania y al resto de Europa.
Lammy dijo que se había reunido con varios republicanos, incluido el propio Vance hace dos meses, y que hay “muchos comprometidos con la relación transatlántica”.
El factor Vance
Vance aseguró tras la victoria laborista del 4 de julio en una conferencia conservadora que estaba hablando con un amigo sobre “cuál es el primer país verdaderamente islamista que conseguirá un arma nuclear”. “Estábamos en plan, tal vez sea Irán, Pakistán ya cuenta más o menos, y al final decidimos que en realidad es el Reino Unido ya que el Partido Laborista ha ganado”, dijo.
Preguntado por estos comentarios, Lammy insistió en que encontrará “terreno común” con Vance. “He estado con él en varias ocasiones, compartimos el mismo origen de clase trabajadora con problemas de adicción en nuestra familia. Hemos escrito libros sobre ello. Hemos hablado de ello. Y los dos somos cristianos”, comentó el ministro británico. En otra entrevista, dijo que “no reconoce” la descripción del aspirante a vicepresidente de Estados Unidos sobre el Gobierno laborista.
La entrevistadora de la BBC le preguntó varias veces a Lammy sobre si se arrepentía de sus tuits críticos con Trump en 2019, pero el ministro sólo citó otros casos de críticas, como las de su antecesor David Cameron, y el propio Vance. Sin desdecirse de sus críticas a Trump, Lammy comentó que ahora tiene el papel de velar por “el interés común”, distinto del que tenía en la oposición, y se toma esa responsabilidad “muy en serio”.