Marine Le Pen corteja a Giorgia Meloni. La líder de la ultraderecha francesa está tratando dar una imagen de mayor moderación antes de las elecciones europeas intentando emular el éxito que han tenido otras fuerzas de la extrema derecha, como los Fratelli d'Italia de Meloni que han logrado llegar al poder mientras al Rassemblement National siempre se le resiste. Ahora que las encuestas les sitúan en cabeza, Le Pen ha emplazado públicamente a la primera ministra italiana a unirse en un 'supergrupo' en la Eurocámara.
En la última legislatura la extrema derecha ha estado dividida en dos. Por un lado, los ultras de Identidad y Democracia, que han tenido en sus filas a las fuerzas más radicales, desde Rassemblement National hasta Alternativa por Alemania pasando por La Liga de Matteo Salvini. Por otro lado, el grupo de los Reformistas y Conservadores (ECR), del que forma parte Meloni, el polaco Ley y Justicia (que ha sido la principal delegación hasta ahora) o Vox.
“Este es el momento de unirnos, sería verdaderamente útil. Si lo conseguimos, nos convertiremos en el segundo grupo del Parlamento Europeo. Creo que no debemos dejar pasar una oportunidad como esta”, expresó Le Pen el domingo en una entrevista en el periódico italiano Corriere dela Sera. La intención de la dirigente ultra francesa es aprovechar toda la fuerza de la extrema derecha en la Eurocámara, donde se espera que esas formaciones tengan un tercio de la representación, con un grupo que pueda ser una minoría de bloqueo.
A las palabras dirigidas directamente a Meloni se suma el gesto que Identidad y Democracia (ID) tuvo la semana pasada al expulsar de sus filas a Alternativa por Alemania tras unas palabras de su candidato, Maximiliano Krah, sobre las SS. Sacar a los más ultras de ese espacio en el que han convivido prácticamente sin problemas hasta principios de este año ha sido uno de los pasos para intentar el acercamiento con las formaciones de ECR, que a diferencia de ID sí ha logrado tener responsabilidades de gobierno en algunos países, como Italia o Polonia. Ahora también esperan en que el Fidezs de Viktor Orbán se sume a ellos tras la expulsión la pasada legislatura del Partido Popular Europeo.
Y la idea es también ganar influencia en un momento en el que el PPE ha levantado el veto a una parte de la extrema derecha. Ursula von der Leyen dejó claro en el debate electoral que buscará el apoyo de Meloni para seguir al frente de la Comisión Europea. Como primera ministra, la italiana estará en el reparto de poder de las instituciones europeas y el temor del PPE es que no le den los números con la tradicional alianza con los socialdemócratas y liberales. De ahí que tienda la mano a algunas de las formaciones de la extrema derecha.
Socialdemócratas y liberales rechazan de entrada estar en esa misma ecuación, pero Von der Leyen salió elegida por la mínima (nueve votos) hace cinco años y es consciente de que en los grupos que sustentaron su mayoría tuvieron fugas que previsiblemente se repetirán en un nuevo intento.
“Cuando se forme la próxima Comisión, no debe basarse en una mayoría que necesite también el apoyo de la extrema derecha”, rechazó el canciller alemán, Olaf Scholz, según recoge Politico. “La única manera de establecer una presidencia de la Comisión será basarla en los partidos tradicionales... Cualquier otra cosa sería un error para el futuro de Europa”, apostilló el jefe de una de las principales delegaciones de los socialdemócratas. La otra es la española que, a priori, también rechaza una mayoría que incluya a la extrema derecha, aunque la candidata del PSOE, Teresa Ribera, que en una entrevista en El Correo (Vocento) se abrió a incluir a algunas de las fuerzas de ECR en el acuerdo “si las propuestas que hacen son con arreglo a los valores de más Europa”.