ENTREVISTA Secretaria de Educación Pública de México

Leticia Ramírez Amaya: “México es multicultural y así debe explicarse en las escuelas”

Pere Rusiñol

Ciudad de México —

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En el mismo despacho que hace poco más de un siglo ocupó José Vasconcelos, el “apóstol de la educación” en México y uno de los símbolos de la escuela pública y laica en todo el mundo hispano, se encuentra la maestra Leticia Ramírez Amaya, con una larga trayectoria de militancia en la izquierda y en el sindicalismo docente, especialmente combativo e influyente en el país latinoamericano.

Desde el escritorio donde trabajaba Vasconcelos, esta docente, menuda, sonriente y enérgica, pilota ahora una de las reformas más ambiciosas del mandato del presidente izquierdista, Andrés Manuel López Obrador. El presidente impulsa una auténtica revolución en la enseñanza básica (preescolar, primaria y secundaria), de una magnitud equivalente a la de los próceres que hace más de un siglo construyeron el modelo público y laico, que luego inspiró a todo el mundo hispano, con España muy rezagada.

Hablar ahora de “revolución” no es una mera hipérbole, ya que la reforma propone cambios de gran calado en tres frentes simultáneos: en la forma de enseñar –dejar atrás los métodos memorísticos y las asignaturas tradicionales y avanzar hacia un modelo de proyectos–; en los contenidos en sí –para reflejar mejor la pluralidad del país tras siglos de relato oficial establecido por los próceres de origen español–, y en el papel mismo de la escuela en la sociedad, no solo en beneficio de los alumnos concretos sino como auténtico epicentro de las comunidades, alejada de todo elitismo.

Estos cambios convergen en la edición de 152 millones de libros de texto, que se reparten gratuitamente en las escuelas e institutos y que ya recogen estas propuestas de “Nueva Escuela Mexicana”, para gran escándalo de la oposición, de grupos cristianos y de incluso buena parte de los intelectuales más vinculados al viejo régimen mexicano, el que el Gobierno de López Obrador se afana en derribar, paradójicamente, desde el poder mismo.

La oposición a la reforma educativa, que algunos tachan de “comunista”, se ha expresado con tanta virulencia que incluso se ha organizado la quema pública de libros y llamamientos airados a la insumisión. La secretaria (ministra, en terminología de España), Leticia Ramírez Amaya, no suele conceder entrevistas, pero ha accedido a explicarse en una larga conversación con elDiario.es, que arrancó en el despacho que fue de Vasconcelos y prosiguió por los patios interiores de la Secretaría de Educación Pública, un auténtico museo que alberga los famosos murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, a dos pasos del Zócalo.

¿Cuáles son los objetivos de esta reforma educativa?

Es una propuesta humanista y científica: la educación tiene que ver con los seres humanos, con los ciudadanos y ciudadanas que estamos formando. Es parte de la esencia de la Cuarta Transformación del país [el eslogan de Morena, el partido en el Gobierno] y viene a culminar muchos años de lucha en la educación para acabar con una idea mercantilista, para que se escuche de verdad a los maestros y se refuerce una educación pública, gratuita, universal, inclusiva y laica.

Hablan de “Nueva Escuela Mexicana”. ¿En qué se basa?

Lo más importante es que toda persona tiene derecho a la educación, fundamentada en el respeto absoluto a su dignidad, con enfoque de derechos humanos e igualdad para desarrollar todas las facultades del ser humano y fomentar el amor a la patria, la libertad, el espíritu crítico, la cultura de paz, la independencia… Y en determinados valores: la solidaridad, el respeto, la honestidad, la vinculación con la comunidad, la justicia social, el aprecio a la naturaleza, el autocuidado y el reconocer la propia necesidad de saber cómo somos para saber qué queremos ser, siempre vinculados a la comunidad.

Algunos lo consideran adoctrinamiento, hasta el punto de que tachan los nuevos libros de texto de “comunistas”.

Lo más probable es que ni siquiera los han leído. Lo llaman “comunismo” porque se basa en la comunidad, pero evidentemente es un sinsentido. El modelo busca una mayor integración de la escuela en la comunidad: que se sirvan mutuamente, que beneficie a todos. Queremos que el aprendizaje a través de los proyectos escolares también tengan que ver con la propia comunidad.

¿Cómo se concreta esto?

Le pongo ejemplos: si resulta que en determinada comunidad el problema más grave es la falta de agua, ¿qué podemos hacer todos para tener agua? Si el problema más grave es la basura, ¿cómo lo trabajamos? ¿Cómo hacemos para que, desde la escuela, mientras se aprenden los aspectos fundamentales de la escritura, la lectura, las matemáticas o las ciencias, impulsemos proyectos que beneficien a toda la comunidad?

¿Esperaba una reacción tan furibunda ante los nuevos Libros de Texto Gratuitos?

La última fase del proceso de reforma son efectivamente los Libros de Texto, que en México son gratuitos, lo que es un gran logro de los procesos de transformaciones del país. ¡Imprimimos 152 millones de Libros de Texto Gratuitos! Lógicamente, implican una idea de cómo queremos transformar la educación y la respuesta de los sectores contrarios a las transformaciones que vive el país ha sido furibunda porque no quieren que sean profundas. En mi opinión, el origen de parte de estas críticas no tiene tanto que ver con el tipo de educación que queremos implementar, sino más bien con intereses políticos y económicos.

¿A qué se refiere?

Alguna gente ve amenazado su negocio, pero el Gobierno tiene la obligación de permitir que la educación llegue a toda la población, poniendo atención en los más vulnerables. Este gobierno se basa en la austeridad republicana y, por tanto, en el buen manejo de los recursos públicos, y el combate total contra la corrupción. Tenemos desde hace 64 años una Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, que produce y distribuye los Libros de Texto Gratuitos y establece relación con casas editoriales para la compra de otra parte de los materiales educativos, y esta seguirá con su trabajo. Pero ahora hemos ampliado a Secundaria el programa de Libros de Texto Gratuitos. Hemos distribuido 37 millones de libros de texto adicionales, entrando pues en un espacio que hasta ahora manejaban editoriales privadas, que conseguían grandes beneficios pagados por el Estado.

¿Entiende, pues, al menos el malestar de las editoriales?

Hay ciertamente un negocio de poderosas editoriales privadas que se ha visto afectado. De eso no hay duda: de ahí su enfado. Pero lo que estamos haciendo es en beneficio de la mayoría de los mexicanos y, por tanto, es nuestra obligación avanzar en este camino. Estos sectores económicos lo viven como un ataque a algo que creen que les pertenecía, pero el modelo no era correcto: el dinero público no se administraba bien y servía a los beneficios privados. Ahora se liberarán recursos para otros programas ambiciosos que hemos lanzado, como “La Escuela es Nuestra”, en el que la propia comunidad educativa maneja fondos para mejorar las escuelas, o las Becas Benito Juárez, que luchan contra el abandono escolar. No vamos contra las empresas privadas, que tienen derecho a seguir participando, pero a partir de este nuevo marco.

En algunos lugares se han llegado a quemar públicamente los nuevos libros de texto.

Ahí se han cruzado algunas líneas: ¡No es posible mostrar desacuerdo quemando libros! Afortunadamente, se trata de una reacción muy minoritaria, circunscrita a alguna comunidad pequeña, más involucrada en situaciones de control político o de determinada religión. La realidad es que los libros se han repartido con normalidad en 30 de las 32 entidades federativas y solo en dos gobiernos locales los tienen en los almacenes tras la controversia jurídica que han planteado [con posterioridad a la entrevista, la Suprema Corte desechó la controversia que impedía la entrega de libros en Chuihuahua, por lo que ahora ya se están distribuyendo].

Quizá era de esperar el malestar de sectores religiosos, teniendo en cuenta cómo se aborda la sexualidad y los modelos de familia en los libros de texto…

¡Pero también ahí se han propagado mentiras! Lo que estamos implementando es una educación humanista y científica, que no cierra los ojos a la realidad y que quiere abordarla en la escuela. Es un hecho que en la realidad conviven diferentes tipos de familias y de formas de entender la sexualidad y no únicamente los modelos tradicionales. Pero obviamente la escuela no pretende decirle a nadie que haga una cosa u otra, sino que su tarea es ayudar a conocer lo que está pasando en la vida real.

Con tanta perspectiva humanística y por proyectos, podría dar la impresión de que las materias escolares clásicas están desdibujadas en el nuevo modelo. ¿Interesan las materias académicas o no interesan?

¡Claro que interesan! Lo que pasa es que se enseñan de otra manera, a través de campos formativos y de proyectos de aula, escolares y comunitarios. En la elaboración del plan de estudios han participado miles de maestros y todo tipo de actores relacionados con la educación para construir los ciclos escolares. ¡Miles de docentes! Y es la primera vez que se les implica en algo así, a pesar de que ellos son quienes conocen mejor la realidad escolar. Antes era un tema reservado a unos pocos especialistas o académicos, siempre hombres y del mismo perfil. Está muy bien que haya especialistas, claro, pero hay muchos otros sectores que también tienen que implicarse y ser escuchados: docentes, estudiantes, familias, comunidad… ¿Cómo es posible que antes no se tuviera en cuenta a los maestros?

Usted es maestra.

Sí, por esto sé de lo que hablo. Hay un dato que no deja de causarme asombro: la Secretaría de Educación Pública tiene 102 años y en todo este tiempo solo en dos ocasiones ha estado al frente una mujer maestra. Mi antecesora, Delfina Gómez Álvarez [recién elegida gobernadora del Estado de México, también del partido gubernamental Morena], y yo misma. Históricamente se ha denigrado mucho a los maestros y por supuesto a las mujeres. Todo esto ha cambiado y quizá esto ayuda a entender las reacciones tan furibundas.

Pero disculpe que insista con las materias. Centrémonos en un ejemplo concreto, que ha causado especial preocupación en algunos sectores: las Matemáticas. ¿Hay lugar para las Matemáticas en un programa de estas características?

¡Evidentemente! ¿Cómo se puede pensar que no se van a enseñar Matemáticas? El tema no es si se enseñan o no, sino cómo se enseñan. Las Matemáticas están integradas dentro de los proyectos: las necesitas para resolver las tareas y los proyectos, aunque no venga en el temario un ejercicio concreto. Los maestros obviamente lo saben y también tienen claro que se aprenden mejor si dejan de ser un asunto de memorización, se integran en la vida cotidiana y se ve su utilidad.

En Europa esta filosofía educativa, en base a proyectos, es difícil encontrarla en la escuela pública y solo está al alcance de élites con mentalidad progresista.

Es que hay muchísima gente en el mundo que ha aprendido con estos métodos, algunos en escuelas privadas: Montessori, Freinet, etc. Los resultados son buenos en todos los ámbitos –narración, lenguaje, matemáticas, ciencias– porque se adapta mejor a las necesidades de cada alumno y alumna y todo el mundo se involucra también para que nadie se quede atrás. Lo más importante, al final, es el bienestar de niños, niñas y adolescentes y ello acaba facilitando que aprendan.

Los planteamientos de esta reforma educativa parecerían revolucionarios incluso para Europa, que dispone de muchos más recursos económicos. ¿No es demasiado ambiciosa?

Es una reforma que ciertamente nos plantea muchos retos, pero es necesaria. No podemos plantear una transformación del país sin formar ciudadanos que se adapten a una vida democrática, que peleen por esa vida democrática, que muestren sus puntos de vista. Queremos científicos, especialistas, ingenieros, etc., que permitan entender mejor el mundo y la naturaleza. Hay que formar con la ambición de querer saber más, de aprender jugando en la educación básica, de escuchar y respetar el punto de vista del otro…

¿No se plantearon una transición para que el cambio no fuera tan abrupto?

Se va a ir aplicando de forma flexible. Ya sabemos que no se puede cambiar todo de golpe, pero tienes que hacer el planteamiento claro. Docentes y alumnado tienen los materiales para ir trabajando en esta nueva línea y podrán utilizarlos. En este país tenemos maestros y maestras de gran calidad, con enorme vocación de servicio, y tratamos de acompañarles también revalorizando y dignificando la profesión y dándoles más seguridad laboral: en los últimos cinco años hemos regularizado la situación laboral de 900.000 docentes.

¿A los maestros les gusta trabajar por proyectos en lugar de asignaturas clásicas? ¿No es más complicado?

Muchos maestros y maestras ya buscaban una forma distinta de dar clase. El planteamiento oficial era memorístico, pero la realidad les iba llevando a la necesidad de cambios. Ahora se les dan los medios. Desde una perspectiva pedagógica, es más lógico integrar el conocimiento y vincularlo a la realidad cotidiana que los métodos fraccionados y memorísticos, sin relación con la vida. Nosotros apostamos por un modelo de aprender para vivir y ello exige preguntarse antes: ¿cómo quiero vivir? Pues queremos vivir en paz, en armonía, en comunidad y ayudándonos los unos a los otros. Esta es la lógica del plan de estudios y a partir de aquí organizamos la propuesta pedagógica en cuatro campos formativos: Saberes y pensamiento científico; Ética, naturaleza y sociedades; De lo humano y lo comunitario; y Lenguajes. Queremos que al terminar la educación básica se vivan, reconozcan y valoren las distintas diversidades que hay en la multiculturalidad, que es la nación mexicana.

Esto impacta necesariamente en la idea misma de Nación que se enseña en la escuela, un asunto siempre sensible. Ya no sobresalen solo los próceres blancos de origen español, sino que en las portadas de los libros veo a mujeres, indígenas… ¿Está en juego la idea misma de Nación?

Sin duda. La pregunta planteada es: ¿qué Nación queremos? Queremos una Nación con justicia social, soberana, orgullosa de sus raíces, que reconozca la diversidad y la multiculturalidad. Ya no puede invisibilizarse más a las mujeres y a los indígenas, que también son protagonistas. La idea misma de este enfoque ya desencadenó muchos ataques a la reforma sin ni siquiera ver todavía los Libros de Texto Gratuitos. Pero la realidad de México es multicultural y, por tanto, así debe enseñarse en las escuelas.

Y en este nuevo enfoque, ¿cómo queda la conquista española?

La llamada conquista española ocurrió con diversos agravios y es un elemento que ayuda a entender esta multiculturalidad de hoy en día. En el México antiguo existían distintas etnias con gran diversidad lingüístico-cultural, a la cual se sumaron las disparidades habidas entre los colonizadores, que procedían de varias regiones de España, los esclavos de diferentes partes de África, que llegaron con ellos, así como los judíos sefardíes que huían de la Inquisición. Este encuentro de cosmovisiones dejó una huella aún visible que se observa en la pluralidad étnica, lingüística y cultural que caracteriza nuestro país. Somos multiculturales y toda esta idea se expresa en las portadas de los libros de texto, donde también aparecen mujeres, indígenas, etc.

¿Qué va a pasar en las escuelas privadas? ¿Van a utilizar estos materiales o van a convertirse en una burbuja impermeable a estos cambios?

Sabemos que va a ser variable. Nosotros tenemos la obligación de proporcionarles los libros de texto gratuitos. Ya se les dieron. Ellos tienen que cumplir con el plan de estudios, los utilicen o no. Quizá el uso de los libros será menor en las escuelas privadas, pero estoy convencida de que muchas las utilizarán, entre otras razones porque los métodos de enseñanza ya van en línea con lo que hacen: trabajo por proyectos, mayor participación de los alumnos, enseñanza para la vida… Pero sea como sea, saben que en todo caso tienen que cumplir con el plan de estudios.