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ANÁLISIS

Por qué se puede llamar genocidio al genocidio en Gaza

Varias niñas huyen con su familia del norte de Gaza, tras las órdenes y los ataques israelíes que obligan a nuevos desplazamientos de la población
12 de octubre de 2024 23:10 h

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Delante de nuestros ojos. En tiempo real. Con vídeos, fotografías, datos y testimonios. Los soldados israelíes lo muestran en sus propias redes sociales. Matanzas, destrucción de infraestructuras, saqueo de viviendas de civiles, órdenes de desplazamiento, bombardeos contra escuelas, centros médicos, campos de refugiados, panaderías, bloqueo de ayuda humanitaria, disparos de francotiradores contra familias que intentan huir, amenazas a periodistas y declaraciones públicas que muestran intención deliberada de provocar daño y destrucción.

Estos últimos días se han conocido nuevos datos, contundentes. Hay al menos 902 familias de Gaza que han sido exterminadas, de las que no queda nadie, ni un solo miembro que pueda proteger la memoria de lo que fueron. En otras 1.364 solo ha sobrevivido un integrante. Al menos 17.000 menores han perdido a su padre, a su madre o a ambos. Las cifras oficiales indican que hay 42.000 personas muertas -de ellas, más de 14.000 son niños- y 97.700 heridas, pero los cálculos más conservadores de personal médico elevan el número de fallecidos a más de cien mil.

902 familias han sido exterminadas por los ataques israelíes: no queda vivo ni un solo miembro

Entre las víctimas mortales por ataques israelíes hay al menos 986 doctores y trabajadores sanitarios, 135 periodistas, más de 500 profesores y 220 trabajadores de la ONU. Se han descubierto grandes fosas comunes con cadáveres no identificados. El 85% de las escuelas han sido dañadas o destruidas, el 80% de la tierra cultivable está sin posibilidad de uso, todas las universidades han sido arrasadas -con soldados israelíes grabando sus bombardeos y celebrándolos ante las cámaras- y más del 80% de los hospitales están dañados o sin capacidad de funcionamiento, según datos de organizaciones internacionales y de Naciones Unidas. Israel ha lanzado más de 80.000 toneladas de bombas sobre Gaza.

La inmensa mayoría de la población se enfrenta a falta de alimentos, de agua potable y de medicinas debido al bloqueo israelí de la ayuda humanitaria necesaria, lo que provoca hambre, enfermedades y muertes. Los doctores han tenido que realizar “operaciones sin anestesia y ver cómo mueren niños en el suelo de los hospitales por la falta de recursos”. Pacientes con diabetes, cáncer o hepatitis no tienen acceso a los tratamientos más básicos. Los ataques contra hospitales y las órdenes de desplazamientos forzados y de desalojo de centros médicos han causado el colapso del sistema sanitario, lo que origina más muertes.

Dos de los más destacados expertos en genocidio, Omer Bartov y Aryeh Neier, denuncian actos genocidas de Israel en Gaza

Una nueva fase de destrucción en el norte

A esto se suma la nueva fase de destrucción contra el norte de Gaza. Desde el pasado día 1 de octubre Israel impide la entrada de ayuda humanitaria, lanza ataques diarios contra civiles e impulsa un desplazamiento forzado de población hacia el sur, con órdenes de desalojo de los únicos tres hospitales que quedaban operativos, lo que está afectando gravemente a enfermos y heridos. En tan solo doce días el Ejército israelí ha matado y herido a cientos de palestinos, entre ellos niños, mujeres, personal sanitario y periodistas. La fecha del inicio de esta operación coincide con la invasión israelí terrestre de Líbano, por lo que buena parte de la atención internacional se ha apartado de la Franja.

Entre los objetivos atacados en el norte de Gaza hay escuelas, campos de refugiados, la única gran panadería que quedaba abierta en la zona o un centro de atención para la desnutrición, donde murieron varias mujeres y niños que esperaban su turno en fila, según informa UNICEF.

La Organización Mundial de la Salud ha denunciado que Israel ha denegado siete veces seguidas la entrada de sus suministros a los hospitales del norte, y la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos advierte de que “al menos 400.000 personas están atrapadas en la zona”. Naciones Unidas indica que hay refugios y servicios de su agencia que se han visto obligados a cerrar por primera vez, y que “el hambre se está extendiendo y profundizando nuevamente”.

Desde el área de Jabalia, el doctor Ezzideen Shehab relata que “el Ejército israelí nos ha obligado a huir por tercera vez. La gente camina por las calles sin saber a dónde ir, como si se dirigieran a la horca, llenos de miedo. El hospital en el que trabajaba ha cerrado por completo debido a los continuos bombardeos contra todo lo que se mueve. Lo que ocurre aquí es un auténtico genocidio organizado”.

A todo esto se suma el anuncio de un nuevo plan israelí con el que pretende prohibir la presencia y actividades en Gaza y Cisjordania de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), sostenedora de servicios médicos y educativos, esenciales para la supervivencia de la población. “Estos planes son inaceptables”, ha denunciado el director de la Organización Mundial de la Salud. “Sería una catástrofe”, ha advertido el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

En un comunicado de esta semana 30 relatores de Naciones Unidas reiteran que Israel 'está perpetrando un genocidio'

Más denuncias de genocidio por voces expertas

Las evidencias de genocidio en Gaza continúan creciendo, así como las voces de expertos que insisten en ello. Las declaraciones de dirigentes israelíes expresando voluntad de destrucción constituyen en sí mismas pruebas que han sido presentadas en la Corte Internacional de Justicia, en el marco de la demanda por genocidio contra Israel.

En los últimos meses dos grandes expertos en este tema, muy respetados en sus sectores, han señalado que estamos ante un genocidio, lo que ha marcado un antes y un después en circuitos vinculados a los derechos humanos y el derecho internacional. Se trata del historiador Omer Bartov, judío israelí, profesor universitario de Holocausto y Estudios sobre Genocidio, y de Arieh Neier, judío superviviente del Holocausto, cofundador de la organización Human Rights Watch y uno de los responsables de la creación del Tribunal Penal Internacional. En noviembre de 2023 ambos consideraron que no había pruebas suficientes para hablar genocidio. El transcurso del tiempo y la repetición de patrones los ha hecho cambiar de opinión.

Bartov ha denunciado como “acciones genocidas” los ataques israelíes contra Rafah lanzados el pasado mayo. Considera que esos bombardeos mostraron “un total desprecio a cualquier norma humanitaria e indicaron claramente que el objetivo final desde el principio era hacer inhabitable toda la Franja de Gaza y debilitar a su población hasta la extinción o la huida”. Además, afirma que Israel ha actuado “con la intención de destruir, total o parcialmente” a la población palestina de Gaza, “matando, causando graves daños o infligiendo condiciones de vida destinadas a provocar la destrucción del grupo”. Esta es precisamente la definición jurídica de genocidio en la Convención de Naciones Unidas.

El Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio también advierte de que estamos ante un genocidio en Gaza

Por su parte, el experto Aryeh Neier escribió en junio que “Israel está involucrado en un genocidio contra los palestinos en Gaza”. Su acusación se centra en la “reiterada obstrucción” de la entrada de ayuda humanitaria en la Franja por parte de Israel, con un “efecto acumulativo” que ha provocado el colapso del sistema sanitario y un contexto de hambre y enfermedades.

En la misma línea se han expresado otros especialistas, como Amos Goldberg, profesor de Historia del Holocausto en la Universidad Hebrea, autor de un artículo del pasado mes de mayo titulado “Sí, es genocidio”, Raz Segal, profesor de Genocidio y Holocausto en la Universidad de Stockton, quien habla de “un genocidio de manual” o el profesor Francis Boyle, primer abogado en obtener medidas de protección de genocidio ante un tribunal (caso Bosnia, 1993).También el experto en genocidio Martin Shaw, con una mirada multidisciplinar, recalca que en Gaza hay una “destrucción social con un elemento genocida”.

Del mismo modo se han manifestado esta semana treinta relatores de Naciones Unidas, en un comunicado en el que denuncian que Israel “está perpetrando un genocidio”, con “ataques genocidas, limpieza étnica y castigo colectivo”. Desde hace meses la relatora de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, habla de genocidio. En su informe, presentado en marzo y titulado “Anatomía de un genocidio”, desgrana evidencias y subraya el bloqueo de la ayuda y el contexto provocado de hambre y enfermedades como prueba de una intención.

También el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio -que lleva el nombre del abogado judío creador del concepto jurídico de genocidio- advierte de que estamos ante el desarrollo de un genocidio en Gaza.

Las denuncias políticas no son suficientemente contundentes, ni tampoco las medidas de presión

Todo ello está siendo investigado en el marco de la demanda por genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia, desde donde se han emitido órdenes cautelares que exigen la entrada de ayuda suficiente en Gaza, algo que Israel sigue incumpliendo a día de hoy, por lo que los daños contra la población civil se incrementan.

Aquí en España el Centre Dèlas de Estudios por la Paz también emplea el término genocidio en su último informe sobre Gaza, en el que explica que lo utiliza en el sentido aportado por la Real Academia de la Lengua -“exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”- sin tener que esperar a un pronunciamiento judicial que puede no llegar nunca.

En circuitos de derechos humanos cientos de juristas intentan hacer valer la ley internacional. Pero en otros espacios se sigue quitando hierro a las matanzas, al bloqueo de la ayuda y a las nuevas órdenes israelíes de desplazamiento forzado, en un empeño por minimizar la gravedad de lo que ocurre. Las denuncias políticas no son lo suficientemente contundentes, ni tampoco las medidas de presión. De ese modo, a estas alturas, entre la ambigüedad y los eufemismos, el genocidio continúa y la impunidad avanza.

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