Andrea Dip no solo habla sobre la ultraderecha. Escucha a la ultraderecha. En 2018, esta periodista de investigación publicó el libro ¿En nombre de quién? La bancada evangélica y su proyecto de poder y codirigió el documental Bajo amenaza constante sobre cómo la violencia de género afecta la forma en que las mujeres ocupan las calles de la ciudad brasileña de Sao Paulo. Actualmente vive en Berlín y forma parte del Grupo Internacional de Investigación sobre Autoritarismo y Contraestrategias (IRGAC, por sus siglas en inglés) de la Fundación Rosa Luxemburgo. Además, es investigadora invitada en el Instituto de América Latina, de la Freie Universität, y presenta el pódcast Pauta Pública para la Agencia Pública de Periodismo Investigativo en Brasil.
Dip participó de las jornadas 'La extrema derecha global contra las mujeres' el pasado 8 de mayo, en el Centro Cultural La Corrala, de la Universidad Autónoma de Madrid, en una mesa junto al periodista Miquel Ramos y la abogada Nora Rodríguez. El encuentro estuvo organizado por la campaña 'Mi voz, mi decisión' que está recogiendo firmas en España con el objetivo de presentar una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) para blindar el derecho al aborto seguro, gratuito y accesible. La intención es que el caudal de apoyos –en un trabajo conjunto con Polonia, Francia, Austria, Eslovenia, Croacia, Irlanda, Finlandia y Portugal– se consolide antes de las elecciones europeas del próximo junio para contrarrestar un potencial avance de sectores regresivos en materia de derechos sexuales.
¿Por qué la extrema derecha ataca el derecho al aborto?
La extrema derecha, especialmente la vinculada al ultraconservadurismo y al cristianismo (primero el catolicismo y luego los evangélicos), ha condenado históricamente el aborto, desde el mantenimiento de las familias numerosas heteronormativas y la propiedad de la tierra hasta la idea de que el cuerpo de la mujer es propiedad del patriarcado y el control de ese cuerpo (mantener o no un embarazo) no puede ser una decisión de la mujer. En 2024, el aborto sigue siendo un tema que arrastra ese tabú. Está en el centro de la discusión política de la extrema derecha en todo el mundo. Solo hace falta ver los proyectos políticos de gobiernos autoritarios o las propuestas de ley de congresistas ultraconservadores. En Brasil, por ejemplo, en 2023 hubo 92 proyectos de ley para restringir aún más el aborto, de los cuales el 80,43% fueron presentados por diputados hombres.
¿Qué pasa con el Gobierno de Javier Milei, en Argentina, que viene próximamente a España invitado por Vox, y el ejemplo de Viktor Orbán en Hungría?
El partido de Milei en Argentina (La Libertad Avanza) presentó un proyecto de derogación, aunque ahora se haya retractado de su discurso y declarado que no prometió acabar con el aborto. Viktor Orbán implantó una medida para que las mujeres escuchen el latido del corazón del feto antes de abortar. Esto podría considerarse tortura psicológica. O las tentativas de retroceso en los Estados Unidos.
En nombre de Dios, los políticos de extrema derecha de todo el mundo han legislado sobre el cuerpo de las mujeres en defensa de la idea de vida, que no es la vida de las mujeres, por supuesto. Pero así ganan corazones y mentes y generan pánico moral en la población. ¿Quién va a decir que está “contra la vida”? Es una forma muy eficaz de aplanar un tema sensible y complejo para gran parte de la sociedad.
El aborto está en el centro de la discusión política de la extrema derecha en todo el mundo
En algunos países donde el derecho al aborto está legislado algunos sectores de izquierda piensan que ya es un derecho ganado. ¿Corre peligro?
Los congresos de extrema derecha que se celebran casi mensualmente en todo el mundo, y que reúnen a políticos, legisladores y líderes de opinión todos los temas –fronteras, inmigración, territorio, cultura, valores nacionalistas, economía– , incluyen la defensa de la familia heteronormativa y la defensa de la vida que se traduce en la lucha contra el aborto.
¿Cuáles son las formas de financiación de los grupos antiderechos?
No es muy fácil determinar cómo se financian los grupos y partidos antiderechos porque son muchos y están por todo el mundo. Pero, según un estudio realizado por Neil Datta, del Foro Parlamentario Europeo por los Derechos Sexuales y Reproductivos, entre 2009 y 2018, gastaron más de 700 millones de dólares en organizaciones y acciones anti-LGTBIQ y contra los derechos reproductivos en Europa.
Según Neil, una fuente es la derecha cristiana estadounidense y otra es Rusia, con dinero procedente de oligarcas ideológicamente motivados, así como de dark money y agencias estatales que promueven ideas nacionalistas, astroturfing (el término informal para campañas o mensajes que parecen estar ocurriendo de forma natural, pero que en realidad están siendo definidos por una empresa), las élites económicas y los aristócratas europeos. También hay aportaciones de familias ricas de Alemania, Austria y otros países y muchas de estas organizaciones reciben dinero del Estado a través de programas para jóvenes o asesoramiento para embarazadas. Y algunas han desarrollado partidos políticos con apoyo del Estado. Y, por supuesto, también hay financiación de redes religiosas.
¿Por qué las mujeres de extrema derecha pueden ser más violentas en discursos que perjudican a la mayoría de las mujeres?
Es algo muy triste de ver, pero a menudo las mujeres ultraconservadoras, religiosas y de extrema derecha son aún más violentas en sus discursos antifeministas. Tal vez para demostrar que merecen su lugar en esa competición que se promueve entre mujeres buenas y mujeres malas, entre mujeres dignas de ser protegidas y salvadas y mujeres indignas –feministas, lesbianas, trans– que necesitan ser violentadas para ser sometidas y corregidas. Tienen la idea de que son superiores porque han sido aceptadas por el patriarcado.
No es muy fácil determinar cómo se financian los grupos y partidos antiderechos porque son muchos y están por todo el mundo
¿Qué pudo comprender en su inmersión en los grupos de entrenamiento a jóvenes de extrema derecha?
En los cursos de formación política para jóvenes ofrecidos por organizaciones ultraconservadoras en Europa y Estados Unidos, cada vez más frecuentes y cada vez más largos y completos, van adolescentes y jóvenes, de entre 16 y 21 años, que reciben formación política y tienen contacto directo con políticos de extrema derecha. Se trata de un fenómeno creciente. Durante los congresos, estos jóvenes lanzan manifiestos conservadores, promueven campañas contra el aborto y discursos violentos contra la comunidad LGTBQI+ y, especialmente, contra las personas trans.
¿Ser conservador está de moda entre los jóvenes?
Cuando entrevisté a un dirigente de una importante organización conservadora católica europea me dijo: “Hoy ser conservador de derechas es ser rebelde, estar en contra del statu quo, ser políticamente incorrecto, ser subversivo”. Hay investigadores que estudian este fenómeno como el libro ¿La rebeldía se volvió de derecha?, del argentino Pablo Stefanoni. Algunos filósofos incluso plantean la provocadora cuestión de que, frente a la ofensiva de la extrema derecha, la izquierda se ha vuelto conservadora en el sentido de tener que conservar la democracia en todo momento, mientras que la derecha imita muchas de las tácticas de la izquierda. A este caldero se suma la forma en que circula la información y las vidas en las redes sociales y cómo la derecha ofrece certezas absolutas, rápidas, ruidosas y conspirativas sobre el mundo frente a las crisis climática, económica y sanitaria.
¿Por qué los derechos de las mujeres son los que se entregan primero aún en gobiernos que no son de derecha?
Esa es una pregunta que me hago todos los días. A menudo se nos acusa a las feministas de desviar las agendas que realmente importan, o cuando, en un país, algún grupo político conservador vota una ley que hace retroceder algún derecho se dice que es una cortina de humo. Y no lo es. Porque de eso dependen nuestras vidas.
La extrema derecha genera pánico, violencia y mueve las emociones. Al mismo tiempo, nuestros derechos son siempre muy fácilmente negociables por los políticos. En Brasil, los gobiernos de izquierda siempre se comprometieron a no despenalizar el aborto a cambio del apoyo de la clase religiosa, que es una importante parte de la población. Simone de Beauvoir decía que basta una crisis política, económica o religiosa para que se cuestionen los derechos de la mujer. Y sumo de las personas LGBTQ+ y de los cuerpos disidentes.
Nuestros derechos son siempre muy fácilmente negociables por los políticos
¿Qué pasa con la misoginia de izquierda?
Los derechos reproductivos son centrales para la extrema derecha, pero se ven como algo no importante para la política institucional de la izquierda. La filósofa polaca Ewa Majewska dice que no se puede ser antifascista sin ser feminista. ¿Cómo hacer entender a los gobiernos y hasta a nuestros compañeros que no hay lucha antifascista, antirracista, por la emergencia climática o la lucha de clases que no esté atravesada por la lucha feminista? Para derrotar el avance del autoritarismo que nos amenaza en Europa, y en todo el mundo, necesitamos ser fuertes, trabajar en red, estar organizados y estar juntos.