La verdad sobre el “lobby' judío” en EEUU
Los judíos estadounidenses son poco más del 2% de la población del país, pero se les achaca una habilidad casi milagrosa para poner a su país del lado de Israel. Cada vez que se incendia Oriente Medio, algún analista nos habla de su riqueza y su supuesta influencia en los medios de comunicación para citar “el tremendo poder del lobby judío en la política norteamericana”. La teoría, sin embargo, tiene un problema fundamental: ni los judíos estadounidenses son ciegos seguidores del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ni a este le faltan otros aliados en Washington que no son judíos.
Si miramos las encuestas más recientes, vemos que las opiniones de los judíos estadounidenses son más diversas y más críticas de lo que habitualmente se cree: un 60% piensa que debe haber un Estado palestino, un 25% cree que Israel está practicando el apartheid y el 22% habla directamente de genocidio, según el Jewish Electoral Institute. Menos de un 20% está a favor de un “Gran Israel” que se extienda a todos los territorios palestinos y apenas uno de cada tres cree que el Gobierno de Netanyahu está haciendo “un esfuerzo sincero” por alcanzar la paz.
Las posturas más críticas son particularmente comunes entre los judíos estadounidenses más jóvenes, pero los que quieren marcar distancias son ya mayoría en algunos aspectos clave: apenas un 25% se opone a que EEUU limite su ayuda a Israel en función de que no se pueda emplear para construir nuevos asentamientos en territorio palestino.
Esto no quiere decir que a los judíos estadounidenses no les importe el destino de Israel: más del 60% se sienten “vinculados emocionalmente” al país, pero no necesariamente a las medidas del Ejecutivo de Netanyahu o de cualquier otro. Casi el 70% considera que alguien puede ser “pro-Israel” y al mismo tiempo criticar las políticas de su Gobierno.
La idea de que los votantes judíos estadounidenses están obsesionados con Israel es otro argumento tan extendido como falso: es una de las principales preocupaciones de apenas el 4% de estos votantes, en comparación por ejemplo con el 32% que cree que el calentamiento global es uno de los grandes problemas o el 24% que opina lo mismo sobre economía y el desempleo.
Trump y los “judíos desleales”
Nadie ha entendido esto peor que Donald Trump. El expresidente, que hizo concesiones fundamentales a Netanyahu como el reconocimiento de la soberanía israelí de Jerusalén, llegó a decir que los judíos estadounidenses que votaban a los demócratas eran por tanto “ignorantes o desleales al pueblo judío”. Toda una acusación, habida cuenta de que Joe Biden logró en 2020 más del 70% del voto judío.
Trump no se explicaba cómo sus regalos a Israel y sus castigos a los palestinos no le hacían más popular entre los judíos estadounidenses, pero el 70% de ellos tienen una opinión desfavorable del exmandatario y una mayoría apoya el desmantelamiento de algunas de sus decisiones en Oriente Medio. Por ejemplo, cuando Biden decidió descongelar las ayudas humanitarias a Palestina bloqueadas por Trump, apenas un 28% de los votantes judíos estaba en contra.
Como electorado, los judíos estadounidenses son un grupo fundamentalmente demócrata y progresista, que además tiene una visión crítica de la ultraderecha estadounidense. Preguntados por la intolerancia dentro de EEUU, un 60% de los judíos estaba más alarmado por el antisemitismo de derechas que por el de izquierdas, mientras solo un 20% opinaba al revés.
El verdadero lobby pro-Israel
Todo esto no quiere decir que Israel y sus políticas actuales no tengan influyentes defensores en Washington. El Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC) es una de las 50 organizaciones que más gasta en donaciones políticas y tiene un éxito excepcional a la hora de ayudar a los candidatos que apoya a ser elegidos. Las cifras nos dicen que dona más dinero a candidatos del Partido Demócrata, pero esto es en parte porque su prioridad es invertir en candidatos centristas durante las primarias del partido para impedir la llegada de otros más a la izquierda y más críticos con Israel.
AIPAC tiene vínculos tan fuertes con la derecha en Israel que el diario Haaretz ha llegado a decir que es “un lobby pro-Netanyahu y anti-Israel”. Sin embargo, el mejor aliado del actual Gobierno israelí en EEUU no está en AIPAC ni entre los judíos estadounidenses, sino en otra parte del electorado: el grupo religioso que más apoya sus políticas son los votantes blancos evangélicos. Si apenas el 30% de los judíos estadounidenses cree que Dios entregó el territorio de Israel a los judíos, un 70% de los evangélicos opina eso.
Hay quien ve en esto un caso de oportunismo, ya que algunas interpretaciones del Antiguo Testamento entre los evangélicos dicen que el segundo advenimiento de Jesús no podrá llegar hasta que Israel no haya vencido. Lo que no cuentan tanto es que en ese momento, según esas profecías del fin del mundo, el 90% de los israelíes perecería.
Incluso si es un matrimonio de conveniencia, la alianza de la derecha religiosa de Israel y EEUU sigue siendo fuerte, aunque en el país en general y en la comunidad judía estadounidense los postulados de Netanyahu sean cada vez más impopulares. Sin embargo, todos estos estudios de opinión son anteriores a lo sucedido en Gaza y alrededores este mes, así que habrá que ver si lo sucedido ha provocado algún cambio.
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