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Olga Rodríguez

4 de enero de 2021 22:38 h

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Conocer la historia ayuda a entender cómo posiciones que en el pasado fueron hegemónicas pueden resultar escandalosas en el presente. Darse una vuelta por el Centro Nacional para los Derechos Humanos y Civiles en Atlanta da buena cuenta de ello. En él se muestran a través de imágenes, sonidos e instalaciones interactivas las barbaridades de las leyes segregacionistas estadounidenses, la discriminación que sufrió la población negra, los avances conquistados por el movimiento de los derechos civiles en los años sesenta, pero también las injusticias y los peligros del presente a nivel global.

Un enorme mural en el que se pueden leer frases como Justice, Solidarity, Stop Apartheid now, Stop homofobia, Stop war, One man, one vote, preside el hall del edificio situado en la capital del estado de Georgia. En la campaña electoral estadounidense del pasado mes de octubre el partido demócrata de este estado eligió este lugar para grabar algunos de sus mensajes en defensa de los derechos civiles y en contra del racismo promulgado por el todavía presidente Donald Trump.

El cambio sociológico de Georgia

El triunfo demócrata en Georgia el pasado mes de noviembre fue clave para Joe Biden y ahora volverá a serlo, puesto que los comicios de este martes determinarán si el Senado, la única cámara con potestad para aprobar los nombramientos del presidente del país, queda en manos de una mayoría republicana o se reparte al cincuenta por ciento los senadores, con un voto doble de la que será vicepresidenta del país, lo que concedería una ajustada mayoría a los demócratas, esencial para que Biden pueda llevar a cabo su plan de gobierno.

Georgia, escenario crucial del movimiento por los derechos civiles en los años sesenta y cuna de Martin Luther King, lleva dos décadas liderada por gobernadores republicanos. Tras las elecciones a gobernador de 2018 la candidata demócrata Stacey Abrams, lejos de rendirse tras su derrota, impulsó una campaña para animar a la población negra a registrarse para poder votar en las siguientes elecciones. Consiguió que unas 800.000 personas que nunca habían votado gestionaran los trámites burocráticos precisos para ser incluidas en el registro y garantizar así su derecho al voto. Este logro fue clave para las pasadas elecciones de noviembre, en las que Georgia entregó su apoyo al partido de Biden, y despierta esperanzas entre los demócratas para estos comicios al Senado.

'La rabia y la desesperación están calando en nuestro país. Necesitamos un cambio estructural', señalan desde la Campaña por la Igualdad y Dignidad de Georgia

Además del registro de muchas personas que hasta ahora estaban fuera del sistema electoral, Georgia está cambiando en otros aspectos. El refuerzo empresarial e industrial ha traído en los últimos años población procedente de otros lugares del país e inmigración de todo el mundo, ampliando la diversidad y modificando el voto mayoritario. Es en medio de este proceso de cambio sociológico cuando surgió la idea de abrir en Atlanta, la capital, un museo específico para los derechos civiles.

El centro, un gran edificio de diseño inaugurado en 2014 y situado en frente del museo de Coca-Cola, es un paraíso para las personas amantes de los derechos humanos. Como indican los impulsores del proyecto, “es una institución que conecta el movimiento estadounidense por los derechos civiles de los años 50 y 60 con el movimiento global por los derechos humanos de hoy en día”. En el contexto actual, con un incremento en Estados Unidos de discursos racistas públicos, fomentado por Trump, este lugar se erige como un símbolo no solo de las luchas pasadas por los derechos humanos, sino también de las actuales.

En él se repasa la historia del siglo XX estadounidense vinculada a la segregación, a la violación sistemática de los derechos de las minorías del país y, en concreto, de las personas negras y mulatas. Diversas instalaciones con vídeos y fotografías instruyen sobre las leyes Jim Crow, que condenaron en pleno siglo XX a millones de personas a vivir discriminadas, apartadas, segregadas por el color de su piel. Pero el museo no se queda ahí. También actúa como un centro impulsor de la lucha actual contra el racismo y el odio, conectando el pasado con el presente.

“El poder del pueblo para crear cambio es una historia común en todo el Centro por los Derechos Civiles”, señalan los organizadores de las exposiciones permanentes. Una de las salas principales muestra fotografías de personas detenidas por haberse manifestado contra la discriminación de las personas negras, y explica las leyes Jim Crow, como la segregación en las escuelas públicas, el transporte público, en baños, restaurantes o fuentes de agua potable, o aquella que prohibía en varios estados “el matrimonio entre una persona blanca con alguien negro, mulato y con un octavo de sangre negra”.

Maddox, gobernador de Georgia en los 60, creía que 'la desigualdad alimenta la libertad y da al hombre una oportunidad'.

También recuerda las posiciones de gobernadores de los estados del sur, como Sam Engelhardt, senador demócrata por Alabama en los años 50, quien defendió la segregación “todos los días, en todos los caminos, formas y maneras”, o el senador por Mississippi James Eastland, también del Partido Demócrata, quien en 1964 afirmó que la llamada a la búsqueda de tres jóvenes negros desaparecidos -y que serían encontrados asesinados- era un montaje publicitario. “La segregación no es discriminación, es la ley de la naturaleza, la ley de Dios, que cada raza tenga el derecho y la obligación de perpetuarse a sí misma”, afirmó Eastland en una ocasión.

El Centro Nacional por los Derechos Humanos cuenta también cómo el gobernador de Georgia entre 1967 y 1971, el demócrata Lester Maddox, prohibió en 1964 “a un grupo de jóvenes afroamericanos entrar en el restaurante de su propiedad” y persiguió en varias ocasiones “a potenciales clientes negros con un hacha de mano o una pistola”. Maddox creía, y así lo dijo, que “la desigualdad alimenta la libertad y da al hombre una oportunidad”.

A lo largo de diferentes salas el centro muestra la lucha del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, con imágenes de video de la gran marcha por el trabajo y la libertad en Washington DC el 28 de agosto de 1963, en la que Martin Luther King pronunció su histórico discurso “I have a dream”. La manifestación fue clave para lograr un año después la aprobación de la Ley de Derechos Civiles y, en 1965, la Ley de Derecho al Voto.

El Centro también ofrece cursos en derechos humanos para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley

El museo muestra lo que la prensa sureña decía de aquellas reivindicaciones. Por ejemplo, el diario Chattanooga Free Press escribió que “los manifestantes no buscaban como objetivo primordial ganar derechos civiles para sí mismos, sino privar a otros de sus derechos civiles para que los manifestantes puedan tener lo que a otros pertenece”.

También repasa otros capítulos clave, como el ataque racista, con dinamita, contra una sinagoga en Atlanta en 1958 o el asesinato de cuatro niñas afroamericanas en septiembre de 1963 en un atentado contra la iglesia bautista de la calle 16 en Birmingham, Alabama, en lo que supuso el tercer ataque con bombas en la ciudad en tan solo once días, tras una orden emitida para integrar a los estudiantes negros en el sistema escolar del estado.

Otras salas ofrecen un vistazo a la situación de los derechos humanos actual en todo el mundo, subrayando cómo la explotación de determinadas materias primas y la comercialización de ciertos productos esconden detrás abuso de territorios ajenos y de mano de obra. Hay también un espacio que homenajea a destacados defensores de los derechos humanos, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina o Nelson Mandela en Sudáfrica.

La supremacía blanca supone una significativa amenaza a una variedad de comunidades en la actualidad

Campañas contra el supremacismo y por la igualdad

Las luchas por los derechos humanos actuales están muy presentes tanto en sus exposiciones permanentes como en los proyectos sociales y educativos en los que contribuye, como el movimiento contra la supremacía blanca o las campañas por la igualdad y la dignidad para los sectores más vulnerables de Estados Unidos.

“La supremacía blanca supone una significativa amenaza a una variedad de comunidades en Atlanta y Georgia, incluida la comunidad afroamericana, la judía, la musulmana, la latina, la asiática, la LGTBIQ, las personas inmigrantes y refugiadas. Como el nacionalismo supremacista blanco está a menudo vinculado al cristianismo blanco, supone un amenaza adicional a la conciencia cristiana”, señala la campaña Respuesta Interreligiosa a la Supremacía Blanca, apoyada por el Centro Nacional de los Derechos Humanos y Civiles y anunciada en su página web.

Desde el pasado mes de septiembre esta iniciativa ha impulsado programas educativos y conferencias online en las que sus integrantes explican cómo en 2016 se unieron representantes líderes religiosos de varias comunidades, académicos, empresarios, filántropos, activistas, para impulsar un manifiesto en defensa de la diversidad y el pluralismo. “Perseguimos el deseo de la mayor parte de la comunidad de Atlanta por eliminar la amenaza actual del supremacismo blanco”, explican.

“Los objetivos de ese supremacismo son ideológicos, convirtiendo este movimiento en una forma de terrorismo doméstico, usando la violencia y el miedo para lograr metas políticas que favorezcan el dominio blanco en la vida económica y política a través de la política y la fuerza”, prosiguen. El museo también ofrece su apoyo a otras campañas, como la Equal Dignity, “por una misma dignidad”:

“La rabia y la desesperación están calando en nuestro país. Hay una profunda desconfianza en las instituciones de la sociedad civil. Estamos en un momento en el que mujeres y hombres negros están siendo asesinados por vigilantes y las fuerzas del orden. Nuestro gobierno es lento respondiendo a la pandemia global. Y un alto porcentaje de desempleo está afectando a las comunidades de color, a la gente pobre, a los inmigrantes, a la comunidad LGTBIQ, a los ancianos en peor situación. Nuestra democracia está rota. Necesitamos un cambio profundo y estructural”, señalan.

El Centro también ofrece cursos en derechos humanos para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, así como “talleres sobre experiencias en Diversidad, Igualdad e Inclusión”. En definitiva, aborda historias que muchas personas no podrían conocer de otro modo, subrayando la importancia del compromiso con los derechos humanos, mostrando lecciones del pasado útiles para el presente.

Han surgido centros para los derechos civiles y humanos en varios puntos de EEUU, con la intención de abordar los retos y las necesidades actuales

“Es evidente la importancia de conectar el pasado con los problemas actuales de Estados Unidos y del mundo”, señala a menudo la presidenta de la Junta del Centro, Shirley Franklin. En los últimos años han surgido proyectos similares en varios puntos del país, con la intención de abordar algunos de los episodios más oscuros y enterrados del pasado estadounidense, así como los retos y las necesidades actuales en materia de derechos humanos, con la convicción de que el movimiento por los derechos civiles no ha terminado y que queda aún mucho por hacer y por denunciar.

Lo sabe bien buena parte del electorado que ha votado por correo anticipado en días pasados para elegir a los dos senadores por Georgia y que se decanta por el partido demócrata, según cálculos que hacen los sociólogos, basándose en su lugar de empadronamiento y procedencia. Al igual que en las generales, este voto ha crecido de forma notable, movilizado por la preocupación que origina en muchos sectores la normalización del racismo por Trump y sus seguidores.

Los votantes republicanos, por su parte, optarán por el voto presencial este martes y no se descarta que la participación crezca en los colegios electorales. Las encuestas dan resultados ajustados y nada podrá saberse con seguridad hasta que no se haya contado el último de los votos. Si los dos senadores por Georgia terminan siendo republicanos, el gobierno de Biden no lo tendrá fácil para cumplir sus objetivos.

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