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Lula asume la presidencia de los BRICS bajo la hostilidad de Trump y la presión antioccidental de Rusia

Imagen de la cumbre de los BRICS de 2023 con Lula da Silva (Brasil), Xi Jinping (China), Cyril Ramaphosa (Sudáfrica), Narendra Modi (India) y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov

Bernardo Gutiérrez

Río de Janeiro —
3 de enero de 2025 21:55 h

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El pasado 19 de diciembre, Vladímir Putin, presidente de Rusia, proyectó al mundo una imagen de fortaleza. Durante la tradicional rueda de prensa anual de Putin, el periodista Keir Simmons, de la cadena televisiva estadounidense NBC, sugirió que Rusia está más débil ahora que durante el primer mandato de Donald Trump. La respuesta de Putin fue contundente: “Rusia es más fuerte de lo que ha sido en los últimos dos o tres años porque nos estamos convirtiendo en un país verdaderamente soberano”.

Durante más de cuatro horas Putin elogió el crecimiento económico del país y su geopolítica al margen del núcleo duro de Occidente, aceptó preguntas de periodistas internacionales y presumió de logros militares y de liderar la guerra moral contra el porno (prohibido en el país). A lo largo del día, la palabra Putin se convirtió en Trending Topic en la red social X en Brasil, país que a partir de este 1 de enero de 2025 preside la organización intergubernamental BRICS.

La rueda de prensa del Gobierno ruso recogía los vestigios de la XVI Cúpula de los BRICS, celebrada en Kazán (Rusia) entre el 22 y el 24 de octubre, en la que Putin recibió a 24 jefes de Estado y de Gobierno. La presidencia rusa de los BRICS en 2024 no solo sirvió para la incorporación de facto de los nuevos miembros (Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía), sino para la proyección de un orden mundial alternativo en la que también acudieron representantes de 32 países. Incluso António Guterres, secretario general dela ONU, aceptó la invitación. “Rusia no está aislada”, aseveró con vehemencia Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin.

La cumbre de Kazán supuso un salto de escala para los BRICS, fundado informalmente en 2006 por Brasil, Rusia, India y China para fortalecer sus intercambios económicos (Sudáfrica se sumó al bloque en 2010, aportando la 'S' del acrónimo). Lula da Silva, presidente de Brasil y uno de los impulsores históricos de los BRICS no pudo acudir a Kazán, tras haber sufrido un accidente.

Aun así, su intervención tuvo un espacio destacado y anticipó que la presidencia brasileña estará al servicio de la “lucha por un mundo multipolar y por las relaciones menos asimétricas entre los países”. Además, el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses coloca en el ojo del huracán el futuro mando de los BRICS.

¿Nuevo orden mundial?

En la cumbre de Kazán, Putin ofreció a Brasil mantener la presidencia del Banco de Desarrollo (o el banco de los BRICS), con sede en Shanghái. Si bien Rusia era el Estado miembro que debería asumir la presidencia del banco, afirmó no querer trasladar sus problemas internacionales a la organización. Por ello, Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil y actual presidenta del banco permanecerá al mando del Banco de Desarrollo cinco años más.

En el cierre de la cumbre de Kazán, Brasil –uno de los países que tiene mejor relación diplomática con Occidente– anunció la creación de un sistema de pago bancario alternativo al Swift: el denominado Brics Pay. A día de hoy, el sistema Swift sigue siendo el código usado por los principales bancos del mundo desde 1973.

“[El Brics Pay] toma en cuenta el uso de las monedas nacionales y favorece que pueda realizar comercio entre los países de forma más rápida y menos costosa”, afirmó Mauro Vieira, ministro de Relaciones Externas de Brasil al cierre de la cumbre de Kazán. Este nuevo sistema de pagos internacionales será especialmente beneficioso para Rusia, que tiene vetado el uso del código Swift tras las sanciones adoptadas por la invasión de Ucrania.  

Las buenas relaciones entre Rusia y Brasil están provocando críticas. “El bloque tiende a alinearse cada vez más con la política externa de China y de Rusia, con un cariz antioccidental”, afirmó Rubem Ricupero, ministro de Economía de Brasil en 1995, a A Gazeta do Povo. El turco Daron Acemoglu, premio Nobel de Economía 2024 y coautor del libro Por qué fracasan los países, criticó a Lula en un artículo por incentivar la expansión de los BRICS en una dirección que se aleja de la democracia.

“En un momento en que muchas economías emergentes enfrentan una crisis democrática y un número creciente de países experimentan un debilitamiento de sus instituciones democráticas, el nuevo BRICS+ amenaza con echar leña al fuego”, escribió Acemoglu en un artículo en el que criticaba tanto la falta de democracia en China y Rusia, como la incorporación de países como Irán al bloque.

Por su parte, Maria Regina Soares de Lima, profesora del posgrado en Ciencias Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ), apunta en entrevista con elDiario.es que los BRICS no nacieron con la intención de crear un orden mundial alternativo: “El grupo es fruto de la globalización del capitalismo después de la Guerra Fría. Para Brasil, los BRICS representan una diversificación de su inserción económica con socios menos liberales en la economía y más autonomía en el orden económico mundial”.

Maria Regina, una de las mayores especialistas de relaciones internacionales de América Latina, recalca que Brasil no busca afiliarse a un orden mundial alternativo. “Aunque a día de hoy China sea el líder de los BRICS, la presencia brasileña en el grupo es importante para no conformar un campo alternativo en el orden económico. La posición brasileña de bloquear la entrada de Venezuela como miembro del grupo demuestra que el país tiene todavía peso”, asegura. 

El veto de Brasil a Venezuela, también relacionado con que Caracas sigue sin presentar las actas de las últimas elecciones presidenciales, escenifica varias lecturas geopolíticas. Por un lado, muestra que Brasilia no ve con buenos ojos la incorporación de países con relaciones tan turbulentas con Occidente como Venezuela. La renuncia de Javier Milei a la participación de Argentina en los BRICS, que había sido aprobada oficialmente en 2023, fue un jarro de agua fría para Brasil. Sin Argentina, un aliado para reforzar el puente con Europa y Estados Unidos, los BRICS tienden a inclinarse hacia el eje Moscú-Pekín.

Este veto subraya que la presidencia de Brasil de 2025 enfriará cualquier ampliación, porque no quiere perder centralidad en el bloque. Si el número de miembros de los BRICS continúa creciendo, la influencia brasileña irá menguando.

Por otro lado, India, el otro miembro de los BRICS más cercano a Occidente, ha expresado su negativa rotunda a la incorporación de Turquía y de su archirrival Pakistán, países de mayoría musulmana. Como consecuencia de ambos vetos, los países que aspiran a entrar al club BRICS, como Cuba, Venezuela, Pakistán, Turquía, Azerbaiyán o Malasia, tendrán que conformarse de momento con ser Estados socios. 

Transición ecológica

Brasil ha elegido el árbol amazónico sumauma para el logo de su presidencia de los BRICS. El árbol, que puede alcanzar sesenta metros de altura, es una propuesta visual que, según el Gobierno brasileño, busca traducir la “grandiosidad diplomática, socioeconómica y política de los BRICS”.

A su vez, la elección resalta otra de las prioridades de Lula en un año en el que Brasil también recibe la COP30 de la ONU, máxima cumbre para tratar cuestiones climáticas. La prioridad ambiental de Brasil, aparte de incomodar a Donald Trump, declarado negacionista climático, puede generar ciertas fricciones con otros miembros de los BRICS. El bloque, si se incluye a Arabia Saudí (que ha ralentizado su incorporación, entre otras cosas, para no incomodar no incomodar a sus socios occidentales como EEUU), posee el 43% de las reservas de petróleo del mundo, el 53% gas natural y 70% de carbón.

El choque que Brasil quiere driblar es con Estados Unidos. “La elección de Trump constituye una amenaza real a la estabilidad del orden mundial. Con Trump en el poder, los espacios para que Brasil actúe en cuestiones de seguridad disminuyen mucho. Es malo para las pretensiones brasileñas”, asegura Maria Regina Soares de Lima. Si Donald Trump cumple sus promesas políticas, el encontronazo frontal de los BRICS con Estados Unidos será inevitable.

Trump ya ha anunciado que va a subir los impuestos a las importaciones de Brasil y de India, algo que no solo puede provocar medidas de reciprocidad de ambos países, sino un aumento del papel del Banco de Desarrollo de los BRICS. Por otro lado, la poco probable presencia de Estados Unidos en la COP30 y las interferencias que el país puede causar en el G20 (bajo presidencia de Sudáfrica) podrían tener efectos colaterales. El America first de Trump, con una Unión Europea restringida a un papel subalterno a Washington, podría reforzar el eje Moscú-Pekín, al tiempo que se produce un repliegue estadounidense.

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