Lula se catapulta en la sociedad civil para reformar las instituciones globales, frenar la crisis climática y parar la guerra en Gaza
Multilateralismo internacional e inclusión social. Paz mundial, protección del medio ambiente y una sociedad civil empoderada. A las puertas de la reunión de los jefes de estado del G20 que arranca el lunes, Lula da Silva, presidente de Brasil, realizó un encendido discurso en la clausura del G20 Social, la cúpula de la sociedad civil habilitada por primera vez en la historia del G20. “El G20 tiene que ocurrir todos los santos días, porque hay 733 millones de habitantes pasando hambre. En los últimos años, el mundo gastó dos billones y 400.000 millones de dólares en armamento y no gastó casi nada en la comida para gente que la necesita”, aseveró el presidente brasileño. Lula, recibido como un verdadero rock star en el G20 Social, fue especialmente crítico contra el neoliberalismo económico: “Para llegar al corazón del ciudadano común, los gobiernos necesitan romper con la disonancia cada vez mayor entre la voz de los mercados y la voz de las calles. El neoliberalismo agravó la desigualdad económica y política que hoy asola las democracias”. Para superar el impasse, Lula considera que el G20 necesita urgentemente discutir una serie de medidas para “reducir el coste de vida y promover jornadas de trabajo más equilibradas”.
Dos horas después de haberse reunido con Antonio Guterres, secretario general de la ONU, en el fuerte militar de Copacabana, Lula incidió en la reforma de las instituciones globales. Rodeado de movimientos sociales y representantes de la sociedad civil internacional, Lula pidió democratizar el Consejo de Seguridad: “Cuando la ONU fue creada tenía 56 países participando, hoy tiene 196 países. ¿Dónde está el continente africano en el Consejo de Seguridad?, ¿dónde está el continente latinoamericano?, ¿dónde está la India?”. La yemení Tawakkol Karman, premio Nobel de la Paz de 2011, que agradeció a Lula su defensa del pueblo palestino frente “al genocidio de Israel”, afirmó unos minutos antes que solo reformando las instituciones internacionales se conseguirá la paz global.
Por su parte, Ronald Ramola, ministro de Asuntos Externos y Cooperación de África del Sur, se comprometió a replicar el G20 Social el año que viene, cuando el país asume la presidencia del G20. Ramola, que también asoció la voz de la sociedad civil global al proceso de multilateralismo, criticó con dureza a Israel y comparó el apartheid histórico sudafricano con la ocupación de Israel en Palestina: “Continuaremos exigiendo la responsabilización del gobierno de Israel. Estamos con el pueblo de Palestina. Vamos a liberar a Palestina. Palestina libre”, concluyó Ramola. “El G20 necesita comprometerse con la paz”, sentenció el presidente Lula.
El presidente brasileño también hizo una alusión a la emergencia climática. Citando diversas catástrofes ambientales recientes, entre ellas, la DANA de València, Lula apremió a tomar medidas urgentes en la cuestión climática: “Somos responsables de la única casa que tenemos, que es el planeta tierra”
Lula se comprometió a entregar al resto de presidentes del G20 la declaración de la Cúpula Social, con propuestas de la sociedad civil trabajadas a lo largo del año y discutidas en los últimos tres días.
G20, cara B
Brasil ha puesto mucho énfasis en la programación paralela del G20. Desde el pasado miércoles, los galpones del puerto de Río de Janeiro, recuperados para la ciudad para las Olimpiadas de 2016, han sido en un hervidero de actividades. Apoyándose en la herencia del Fórum Social Mundial (referencia de la participación de la sociedad civil en la década de los dos mil) y el legado participativo de los gobiernos petistas (2003-2016), el G20 Social ha sido una de las apuestas brasileñas para revolucionar las dinámicas verticales del G20. “Nunca más esos esnobs van a hacer el G20 sin la participación del pueblo”, aseguró Márcio Macêdo, ministro de la Secretaría General de la Presidencia da República, en la abertura del G20 Social.
Aparte de las reuniones, debates, plenarias y cientos de actividades autogestionadas, el Píer Mauá del puerto de Río de Janeiro ha acogido la Urban 20 (U20, reunión de los principales alcaldes del mundo), el Cria Rede (espacio con charlas y talleres de influenciadores digitales) y el festival musical Aliança Global Contra el Hambre y la Pobreza, coordinado por Janja da Silva, primera dama de Brasil. La cara B del G20, a parte de servir para el debate de la sociedad civil, es un trampolín estratégico para el gobierno brasileño. “No podría haber una discusión efectiva sobre esos temas si no hubiera diálogo con la sociedad”, afirmó Mauro Vieira, ministro de Asuntos Exteriores de Brasil. Margareth Menezes, ministra de Cultura de Brasil, sostiene que el G20 Social quiere dejar para “el mundo una propuesta de gobernanza global que reconozca la participación de la sociedad civil”.
De la soberanía alimentaria a la IA
Tiago Ribeiro, de la cooperativa Coleta de Sementes, del Movimiento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST), ha vendido semillas autóctonas en la feria solidaria del G20 Social. “Este espacio es una oportunidad para mostrar que existen alternativas al sistema agrícola internacional basado en patentes y pesticidas”, asegura a elDiario.es. Frente al monocultivo, Tiago defiende sistemas de explotación agroflorestal que combinan protección de bosques nativos y agricultura. A unos metros, dentro de uno de los galpones, un panel sobre seguridad alimentaria destacaba la importancia de las cocinas solidarias, restaurantes populares, cestas de alimentos y de la agricultura familiar. Iniciativas que Brasil incorporará a la Alianza Global contra el Hambre, la iniciativa estrella de Brasil para el G20, que se lanzará el próximo lunes y ya cuenta con la participación de 41 países.
El G20 Social es una extensión de la marca Lula. En él, no sólo reverberan sus banderas históricas, sino los ecos de tiempos pasados más gloriosos. Dentro del galpón World Forum of Favelas, destinado a diálogos de las periferias globales, el legendario futbolista Cafú, entregó el viernes a Ángela, una adolescente negra del público, la copa del mundo de fútbol de la FIFA de 2002, última conquistada por Brasil. “La favela es una potencia mundial”, aseguró Cafú, capitán de la selección de 2002. La importancia de los gobiernos locales del U20 también dialoga con la oleada municipalista progresista que precedió a la llegada de Lula al poder en 2002. “Haga lo que haga el gobierno nacional de Trump, trabajaremos localmente contra el cambio climático”, afirmaba el jueves Neicy Shutley, del ayuntamiento de Los Ángeles, en un panel del U20.
A pesar de que el G20 Social es un intento de rescatar el legado de los trece años de gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), algunas banderas históricas han estado ausentes. Los cambios sufridos por el mundo han modificado algunos debates. Las centrales sindicales han incluido en sus propuestas la renta básica universal y medidas contra precarización del trabajo provocado por plataformas digitales como Uber. La soberanía tecnológica, bandera histórica de los gobiernos de Lula, ha desaparecido tanto del G20 como del G20 Social. En el evento Cria Río, el mundo de los influencers ha sustituido el debate histórico del uso de software libre y licencias como Creative Commons. “Hemos apostado por la participación colaborativa, por dar voz a una red de colaboradores que ya tienen una actuación en los territorios. Las tecnologías libres deberían incluirse en próximos encuentros”, asegura a este medio Marcelo Branco, activista histórico del software libre y uno de los articuladores de la coordinación de comunicación del G20 Social.
Como contrapunto, personas clave en la lucha contra las fake news cerraron el Cria Río con el panel G20 Talks Combate à Desinformação. Después de tres días de talleres sobre algoritmos, filtros de TikTok y claves para monetizar cuentas de Instagram, Felipe Neto reforzó la importancia de luchar contra el discurso de odio, Humberto Ribeiro (fundador de Sleeping Giants Brasil) y compartió cómo la organización lucha contra empresas cuya publicidad financia a la extrema derecha y la activista filipina Mitzi Jonelle arremetió contra el negacionismo climático.
La gran apuesta tecnológica de Brasil para el G20 tiene que ver con la Inteligencia Artificial. La declaración de São Luiz, elaborada en encuentros celebrados a lo largo del año, lanza recomendaciones para una Inteligencia Artificial sin racismo algorítmico, desigualdad digital y violación de derechos humanos. Aisha Sayuri da Rocha, representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), aseguró que las tecnologías de inteligencia artificial que no respeten los derechos humanos deben ser prohibidas.
Críticas
A pesar del esfuerzo del gobierno de Brasil, no todas las organizaciones de la sociedad civil participaron G20 Social. La Asociación Brasileña de Prensa acogió la Cúpula dos Povos, una contra cúpula protagonizada por movimientos sociales y sindicales que critican la “ley del silencio” impuesta por el gobierno a los participantes en el G20 Social. “En la Cúpula se ha criticado el modelo de control de gastos públicos que solo beneficia el mercado financiero y la contradicción medioambiental del gobierno Lula, que intenta conciliar el desarrollo económico con el discurso de la preservación y transición energética”, afirma a eldiario.es André Lobão, del Sindicato de los Petroleros de Río de Janeiro (Sindipetro).
Mientras Lula recibía a Antonio Guterres en el fuerte de Copacabana, la Marcha dos Povos, organizada por trescientas organizaciones sociales, mandaba un mensaje claro en sus pancartas principales: “Lula, rompe con Israel, contra el genocidio”, “Fuera G20 y genocidas globales”.
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