El pasado 7 de julio, los resultados de las elecciones legislativas transformaron el paisaje parlamentario francés, pero los cambios políticos tardan en concretarse. Gabriel Attal continúa siendo el primer ministro, el resto de miembros del Gobierno conservan la gestión de sus carteras –desde el miércoles, en funciones– y el partido fundado por el presidente Emmanuel Macron ha conseguido retener la presidencia de la Asamblea Nacional.
Así, Yaël Braun-Pivet, diputada de Juntos por la República –la nueva denominación del partido presidencial–, fue reelegida para este puesto clave en la vida parlamentaria francesa gracias a los votos de los diputados de la coalición centrista y a los de la derecha gaullista. En su primer discurso tras ser reelegida, Braun-Pivet se apresuró a transmitir un mensaje de cambio, prometiendo “nuevas soluciones” para los franceses con “nuevos métodos”.
Estas declaraciones siguen la misma línea que las que Attal ha venido haciendo desde la noche de las elecciones. No obstante, la coalición alrededor de Macron aspira a que esos “nuevos métodos” se implementen bajo su control, pese a haber perdido más de 80 escaños en las pasadas elecciones. Y para seguir dirigiendo la vida política, el presidente y sus aliados necesitan el apoyo de los 47 diputados de la derecha gaullista, agrupados en el partido La Derecha Republicana (antes denominado Los Republicanos).
El presidente Macron, al que corresponde la decisión del nombramiento del primer ministro, ha dado indicaciones de que prefiere un acuerdo de gobierno que excluya a la extrema derecha y al partido de izquierdas Francia Insumisa, a los que el presidente acusa de no estar en el “arco republicano”. En una carta a los franceses publicada la semana pasada en la prensa regional, Macron pidió a las “fuerzas políticas que se reconocen en las instituciones republicanas” a que “construyan una mayoría sólida”.
Esta postura ha quedado reflejada este viernes en la estrategia de su partido durante las negociaciones y las votaciones de los puestos clave en la Asamblea, como la presidencia de las comisiones y la mesa. Juntos por la República transmitió a sus diputados la consigna de no votar en ningún caso ni por candidatos de Agrupación Nacional (partido de Marine Le Pen) ni de LFI. Una estrategia que contrasta con lo ocurrido en 2022, cuando los votos del bloque presidencial permitieron la elección de dos vicepresidentes de extrema derecha (de los seis que tiene la Asamblea). El viernes, sin los votos de Juntos por la República, el partido de Marine Le Pen no consiguió ninguna de las vicepresidencias (finalmente LFI consiguió dos, dos fueron a parar a candidatos de la coalición presidencial y dos para la derecha).
La reelección de Braun-Pivet marca un posible primer paso en la estrategia de acuerdos entre los macronistas y la derecha. La retirada del candidato conservador a presidir la Asamblea y el voto de los diputados gaullistas a Braun-Pivet suponen un primer acuerdo entre las dos fuerzas políticas. No obstante, el nuevo líder de los diputados conservadores, Laurent Wauquiez, se encuentra en una posición delicada: quiere negociar pactos con las fuerzas macronistas sin perder la independencia del partido, ni limitar sus ambiciones personales de ser el candidato de la derecha a la presidencial en 2027. El lunes, el político conservador dará una rueda de para presentar las líneas generales de su “pacto legislativo” para presionar al bloque central.
No obstante, la fragmentación del paisaje parlamentario hace que una coalición de conservadores y centristas necesite, además, la abstención de otra de las principales fuerzas políticas del país. De momento, los llamamientos se concentran en los diputados socialdemócratas para que rompan con sus aliados del Nuevo Frente Popular (NFP). El viernes por la mañana, la ex primera ministra Élisabeth Borne defendió que en la situación actual “Francia es gobernable” a condición de que “la izquierda republicana asuma sus responsabilidades”. Borne sostiene que los partidos de centro-izquierda deben responder a los llamamientos del presidente y “aceptar compromisos para atender las preocupaciones de los franceses”.
El Nuevo Frente Popular, unido
En el seno de la coalición de fuerzas progresistas, el no haber conseguido la presidencia de la Asamblea –a pesar de ser la coalición con más diputados– significó un duro revés, aunque sus miembros subrayan la unidad de la coalición detrás del candidato común, el diputado comunista André Chassaigne, en las tres votaciones. Una muestra de cohesión que ha dado un respiro tras una semana de tensiones ante la incapacidad de llegar a un acuerdo sobre un posible primer ministro.
Si a medida que pasan los días, van quedando más claras las reticencias de Emmanuel Macron a nombrar un primer ministro progresista, lo cierto es que dos semanas después de las elecciones legislativas, el Nuevo Frente Popular sigue sin llegar a un entendimiento sobre el nombre de un candidato común a la jefatura de Gobierno, y las negociaciones quedaron paralizadas a principios de semana.
El partido socialista defiende la candidatura de Laurence Tubiana, una de las arquitectas del Acuerdo de París contra el cambio climático, a la que se opone LFI. Los insumisos continúan proponiendo a la presidenta del Consejo Regional de la Reunión, la comunista Huguette Bello. Ante la situación de bloqueo, los socialistas han propuesto una votación entre los diputados del grupo pero, por el momento, tampoco hay acuerdo sobre el método de elección.
“Aunque el NFP no haya obtenido la mayoría absoluta, ha logrado un triunfo que responde a la emergencia social y ecológica”, afirmaba Tubiana esta semana en una entrevista a la AFP, en la que se declaró preparada y comprometida para ejercer el cargo de primera ministra. “Tenemos una sola brújula, una sola ambición, y es la que los votantes nos han indicado: el programa”.
Mientras tanto, los miembros de la coalición de izquierda se han unido en las críticas al presidente, al bloque macronista y a la presidenta de la Asamblea. Este viernes, el jefe de los diputados socialistas, Boris Vallaud, denunció que Braun-Pivet debía su reelección como presidenta de la Asamblea Nacional a un “frente montado de forma oportunista” contra el candidato del NFP. Vallaud criticó el hecho de que Macron, Attal y Braun-Pivet sigan en sus cargos tras el revés sufrido por su formación en las elecciones legislativas. “Una forma de ceguera por parte del macronismo ante los mensajes que les ha enviado el pueblo francés”.
Además, la coalición progresista denunció la participación de los 17 ministros –en funciones– en la votación para la presidencia de la Asamblea, punto sobre el que persisten dudas jurídicas. La ley establece que los miembros del Gobierno no pueden ser también miembros del Parlamento, aunque en este caso los macronistas defienden que la situación de interinidad supone una excepción a esta regla. La diputada ecologista Sandrine Rousseau y el insumiso Éric Coquerel afirmaron el viernes estar “estudiando posibles recursos jurídicos” en este sentido, dejando entrever una posible impugnación de la elección de la presidenta de la Asamblea.