Era uno de los momentos más esperados de la campaña presidencial francesa. Los dos finalistas, Emmanuel Macron y Marine Le Pen enfrentaron sus proyectos en un único debate televisado, como ya ocurrió hace cinco años. Un recuerdo marcado por una actuación desastrosa de la candidata de la extrema derecha, que se había equivocado en varios de los temas, se había perdido en sus notas y acabó tratando de compensarlo con gestos teatrales. El “mayor fracaso” de su carrera política, según admitía la propia candidata recientemente. En este caso, no hubo el mismo naufragio que en 2017. El tono general fue también menos crispado. No obstante, el presidente volvió a demostrar un mayor dominio de cifras y temas que su rival.
Comenzaron abordando la cuestión del poder adquisitivo, central en toda la campaña. Le Pen inició el debate criticando el balance de Macron. La candidata de la Agrupación Nacional (AN), que se presentó como la “portavoz de los franceses”, citó el impuesto sobre el carbono que desencadenó las protestas de los chalecos amarillos. Además, incluyó a Europa rápidamente en el debate, antes incluso del segmento dedicado a política internacional: como respuesta al aumento del gasto de los hogares en energía, Marine Le Pen propone “salir del mercado europeo de la electricidad”.
El segundo bloque fue el de la política internacional, especialmente sensible para la candidata, que durante años ha mantenido una postura favorable a Vladímir Putin. En ese punto, el debate comenzó a crisparse. Macron mencionó el crédito que el partido de Le Pen recibió de un banco ruso (First Czech Russian Bank). “No es usted independiente de Rusia”, sentenció el presidente. Su rival contestó reivindicándose como “mujer libre” y como “patriota” y denunciando “falsedades”, pese a que reconoció la existencia del préstamo. Precisamente unas horas antes, el opositor ruso Alexéi Navalny había tuiteado describiendo los vínculos que este banco tenía con personas cercanas a Putin.
Macron recordó, además, que los eurodiputados del partido lepenista votaron en contra del apoyo financiero a Ucrania en el Parlamento Europeo. Aunque Le Pen de nuevo negó la afirmación, lo cierto es que en febrero de este año todos los eurodiputados de la AN votaron en contra de una resolución que aprobaba la concesión de un préstamo de 1.200 millones de euros a Ucrania. Macron recordó que hace cinco años su oponente defendía la salida del euro y de la Unión Europea. “Necesitamos una Europa más fuerte e integrada. Y para que Europa avance, necesitamos un eje franco-alemán de confianza. Lo que hicimos con la canciller Merkel, lo estamos haciendo hoy con el canciller Scholz”, dijo.
Balance económico y social
Le Pen replicó negando la existencia de una “soberanía europea porque no existe un pueblo europeo”. Aunque afirmó que ahora “desea permanecer en la Unión Europea” para promover la idea de una “Europa de las Naciones”. Criticó el recurso a trabajadores desplazados dentro de la UE y explicó que pretende reformar el espacio comunitario “buscando nuevos aliados”, en una referencia velada a un acercamiento con Hungría y Polonia y un alejamiento de Alemania.
La parte dedicada al modelo social dio lugar a una batalla de cifras sobre la reforma de la edad de jubilación que perfila Macron y con la que plantea subir la edad mínima (sujeta a ciertas condiciones) hasta los 65 años, medida que despierta un fuerte rechazo entre los franceses. Le Pen atacó el balance económico y social de su rival, su respuesta a la crisis y defendió la necesidad “de un patriotismo económico”. “En realidad, durante los cinco años de mandato, Emmanuel Macron, ha esperado las crisis. Sólo las crisis consiguen hacer que se mueva”, dijo.
“Climatohipocresía” y “barbarie”
La candidata del antiguo Frente Nacional contestó a la acusación de “climatoescéptica”, calificando al presidente de “climatohipócrita” y declarando que practica la “ecología punitiva”. Le Pen explicó que es “hipocresía de negarse a ver que es el modelo económico basado en el libre comercio el responsable de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de Francia”.
La candidata criticó la tardanza del presidente en su giro pronuclear y atacó en varias ocasiones las energías renovables, en particular la eólica, “que cuestan caro a los franceses” y promete congelar todo nuevo proyecto. Abogó por “ralentizar la transición ecológica” para que los franceses puedan adaptarse. Emmanuel Macron repitió su compromiso de nombrar un primer ministro encargado de la planificación ecológica, asistido por dos ministros encargados de la planificación energética y la territorial.
Inmigración
En las últimas semanas, Marine Le Pen había evitado extenderse sobre los temas emblemáticos de su partido: inmigración e inseguridad. La estrategia de atraer potenciales votantes de izquierda era incompatible. Pero en el debate retomó algunos de sus argumentos habituales. “Estamos rodeados de inseguridad”, comenzó. La candidata de extrema derecha habló de una “auténtica barbarie” en una Francia “cada vez más salvaje”. “La inmigración anárquica y masiva contribuye a agravar la inseguridad en nuestro país”. También volvió señalar su voluntad de luchar contra la “ideología islamista”, dijo.
En ese punto, el mandatario criticó que su oponente hace una amalgama sobre inmigración, seguridad y religión: “Pasa de una cuestión sobre el velo al terrorismo, para volver al islamismo y de ahí hablar de los extranjeros”. “Está creando un sistema de equivalencias por el camino que mezcla todos los problemas”, acusó el presidente.
Negociaciones
Hasta el último momento, los dos finalistas en la elección presidencial habían negociado hasta el más mínimo detalle. De hecho, no se logró un acuerdo sobre el orden de los temas y tuvo que sortearse. El debate se abrió sobre el poder adquisitivo y no sobre cuestiones internacionales -especialmente la Guerra en Ucrania- como habían propuesto las televisiones y a lo que se había opuesto el equipo de Marine Le Pen. Otro punto de desencuentro eran los planos en los que se enfoca al candidato que no tiene la palabra. En un principio, el equipo de Le Pen también se había opuesto, con el recuerdo del debate de 2017 en el que se la vio perdida entre sus notas.
Esta vez la candidata de la AN se había tomado un descanso en su agenda de campaña para preparar la cita. Tras una ligera salida en falso -habló durante la música de la cabecera-, Marine Le Pen habló sobre sus encuentros con “el pueblo francés” en los últimos cinco años, cuya ansiedad y “sufrimiento” percibe. El presidente salió con la voluntad de mostrar una menor agresividad que hace cinco años. A lo largo del debate concedió varios “estoy de acuerdo con lo que ha dicho”, “como bien ha dicho”, o “en eso tiene razón” en tono conciliador. “Yo combato sus ideas y las de su partido pero le respeto como persona”, afirmó para cerrar el debate.