El periodista y corresponsal de El Periódico en Moscú, Marc Marginedas (Barcelona, 1967), secuestrado en Siria en septiembre de 2013 por el ISIS, relata su cautiverio a manos de Najim Laachraoui, uno de los terroristas de los atentados de Bruselas del pasado 22 de marzo. En una crónica que publica El Periódico, Marginedas comienza su narración en pleno enero de 2014, inmerso en la fría y seca noche de Siria.
Las tropas milicianas del autodenominado Estado Islámico para Irak y el Levante (ISIL), expulsadas a principios de 2014 de la mayor ciudad siria, Alepo, hicieron un alto en el camino en su travesía hasta la provincia de Raqqa. Allí se encontraba Najim Laachraui en plena guardia, vigilando un convoy formado por furgonetas pick-up repletas de material.
Junto al integrista islámico se encontraban “tres parejas de escuálidos rehenes, esposados a dúo y vestidos con monos de color naranja, a quienes no se les permitía, desde el comienzo del trayecto, probar bocado para evitar que la evacuación de sus residuos orgánicos redujera el ritmo de la expedición”, escribe el periodista catalán. Entre los rehenes, el propio Marc Marginedas, al que le habían obligado a enfundarse el mono naranja con el que el ISIS viste a sus presos.
“¿Adónde vamos?”, preguntó Marginedas a Najim Laachraui, encadenado a un ciudadano francés y con la cabeza cubierta por una manta. “No lo sé, puede que a Irak”, respondió el suicida bruselense, en un tono que reflejaba “tranquilidad y una pizca de sorna, sin pretender que le creyéramos”, según describe el reportero.
Marc Marginedas asegura en la crónica que “Irak era el nombre maldito, el lugar apestado, la frontera que nunca debíamos cruzar” agregando que si acababan “entrando en el país vecino, el secuestro se prolongaría no meses, sino años”. Afortunadamente, el cautiverio del periodista barcelonés tocó su fin a principios de marzo de 2014, medio año después de su captura en la ciudad siria de Hama.
Conversación sobre el Islam
La conversación entre el periodista y el integrista prosiguió, en este caso con un interlocutor más: otro rehén. Islam, Al Qaeda, Estado Islámico o los musulmanes en Francia y en Europa fueron algunos de los temas sobre los que dialogaron los tres hombres. Una charla sobre la que Marginedas afirma que era casi “de amigos, en tono cordial, en la que casi llegamos a olvidarnos de que dos de los interlocutores éramos rehenes privados de libertad y el tercero, un carcelero que en cualquier momento podría recibir la orden de ejecutarnos”.
El periodista catalán asegura que “el suicida de Bruselas era, con diferencia, el más articulado, inteligente y reflexivo de los carceleros de habla francesa que nos custodiaron”. Más tarde, pasaron “a la jurisdicción de los tres yihadistas británicos a los que apodamos como los Beatles”.
“A diferencia de los tres ingleses, Najim Laachraui no obtenía placer observando el dolor ajeno, ni infligiéndolo sin provocación previa. Cuando se encontraba al cargo de la intendencia, la comida llegaba puntualmente, dos veces al día. Nada que ver con sus compañeros, que a veces se olvidaban de nosotros y nos dejaban días enteros sin nada que llevarnos a la boca”, asegura Marginedas.
En la crónica, no obstante, Marginedas concluye asegurando que “ninguno de nosotros llegó a dudar ni un instante que a Najim Laachraui pudiera temblarle la mano si recibía la orden de matar”. Dos años más tarde, Najim Laachraui asesinó a 14 personas en su atentado suicida en el aeropuerto de Zaventem de Bruselas.