Margaret Sullivan, periodista, crítica de medios, defensora del lector, escritora y ahora profesora, ha sido pionera en el periodismo de Estados Unidos. En 1999, fue una de las primeras mujeres en convertirse en directora de periódico Buffalo News, en el estado de Nueva York, donde había empezado como becaria. En 2012, fue la primera mujer defensora del lector del New York Times, con un perfil público mayor que el de sus predecesores. Desde 2016 hasta este verano, en años de debates sobre el ascenso de la extrema derecha en Estados Unidos y la relevancia del periodismo, ha sido la columnista de medios del Washington Post, influyente y premiada.
Acaba de publicar en Estados Unidos el libro Newsroom Confidential: Lessons (and Worries) from an Ink-Stained Life, a medio camino entre las memorias personales y el ensayo sobre la equidistancia, el partidismo, la cobertura de extremistas y los debates entre generaciones en las redacciones. Sullivan, que ahora da clase en la Universidad de Duke, dice que está dispuesta a dejar Twitter y comenta las elecciones de medio mandato de este martes.
¿Cómo valora la cobertura informativa de las elecciones de medio mandato?
La cobertura ha sido mejor que la de anteriores elecciones. Creo que ha mejorado mucho en cuanto a denunciar mentiras, identificar a los que niegan las elecciones y todo esto. Pero me preocupa que de alguna manera la cobertura no logre abordar la magnitud del problema, y tal vez se trate solo de que el periodismo no puede abordar la magnitud del problema. Es algo que me planteo. Michael Fanone, el policía que resultó gravemente herido el 6 de enero, dice que a la mayoría de los estadounidenses no les importa el asalto al Capitolio. Y me temo que es así. Si eso es cierto, ¿es culpa de los medios de comunicación? No del todo. The Washington Post ganó un Pulitzer por su fenomenal cobertura. Y muchos medios han hecho grandes cosas. Es posible que parte de la ciudadanía estadounidense esté simplemente desconectada y tenga otras fuentes de información que no son la prensa convencional.
Algunos medios tienen en estas elecciones equipos dedicados a la cobertura de “el estado de la democracia” o “la integridad de las urnas”. ¿Están teniendo algún efecto?
Creo que es bueno. Me alegro de verlo. Cuando el Washington Post monta un equipo dedicado a la democracia, el resultado son buenas historias. ¿Cambia la realidad de que muchos estadounidenses todavía creen que Trump es el verdadero presidente o cambia la realidad sobre el terreno en Arizona, Wisconsin o Pensilvania? Me encantaría pensar que sí, pero en realidad tengo mis dudas.
Algunos medios locales subrayan que un cargo público haya negado el resultado electoral cuando lo mencionan, aunque sea en otro contexto, y medios como el Times o el Post hacen listas de los que lo han hecho. ¿Sigue siendo una buena idea?
Creo que es necesario. No sé si hay algo más o diferente para llegar a las personas que no están prestando atención o que se resisten a la información porque su fuente de noticias es Fox News o directamente algunos políticos que les están diciendo cosas que no son ciertas. Los medios de comunicación no son tan poderosos como solían ser. Odio pensar de esta manera, pero, ¿podemos realmente seguir hablando con todo el país? Creo que no.
¿Hay un problema mayor de la relevancia de los medios y hemos perdido esa carrera?
No sé si se ha perdido por completo, pero creo que la confianza se ha erosionado mucho y es difícil recuperarla. Una de las formas es a través de los medios locales, que despiertan más confianza, pero los periódicos locales, que han sido la forma principal de los medios locales, están muy mermados. Resulta muy paradójico. Son los que despiertan más confianza, probablemente tienen el mayor impacto y, sin embargo, son los que más sufren financieramente. Los recortes de plantilla han sido malos.
Los medios de comunicación no son tan poderosos como solían ser. Odio pensar de esta manera, pero ¿podemos realmente seguir hablando con todo el país? Creo que no.
Usted escribe sobre la tensión entre una cobertura informativa con más punto de vista del periodista y lo que dice la gente que quiere una información más imparcial.
Tengo mis dudas sobre si eso es realmente lo que quieren, porque sabemos que lo que impulsa el interés en redes y el tráfico no es solo la información sobre hechos: es la indignación, es algo está escrito apelando a las emociones. La gente dice “Oh, ¿por qué no puedes simplemente darme los hechos? Eres tan parcial”. Pero al final, va a las cosas que subrayan su propio punto de vista.
¿Hay algún buen ejemplo de equilibrio para llegar a estas audiencias?
Creo que los medios que parecen poder comunicarse de manera más general son los locales, no tanto los nacionales. El Washington Post, el New York Times pueden hacer un trabajo fantástico, pero la pregunta es, ¿están llegando al votante independiente en Ohio? Pero, por profundizar, otra cuestión es que un medio como el New York Times y, hasta cierto punto, el Washington Post, lideran el camino sobre la forma en que otros medios cubren las noticias. Su trabajo puede ser imitado por otros y así llega al resto del país, incluso para votantes que no van al sitio web del New York Times o no siguen a Maggie Haberman en Twitter. Pero importa cómo esos grandes medios están cubriendo algo, porque eso tiende a abrirse camino en el panorama general de los medios. Algo a lo que siempre le presto mucha atención es el noticiero de televisión de la noche, ese noticiero de media hora de las seis y media de la tarde o así en ABC, NBC y CBS. Mucha gente dice que eso ya no importa. Pero eso no es cierto. Sí importa: de 20 a 25 millones de personas cada noche ven el telediario de estas tres cadenas si sumamos sus audiencias. Creo son ââmuy influyentes. Y yo diría que se inspiran un poco en los grandes periódicos y también toman sus propias decisiones. Le hablan a la corriente principal, le hablan al público en general, mucho más que, por ejemplo, MSNBC frente a Fox.
¿Deberíamos prestar más atención a las noticias de televisión?
Sí, creo que sí. Los comentaristas de los medios que dicen que eso no importa se equivocan. No es lo único que importa, y no importa tanto como hace 30 años, pero todavía importa. Y es donde muchas personas no tan informadas pueden recibir información: ven las noticias locales a las seis y luego ven el noticiero de Lester Holt o quien sea a las seis y media. Así que es una forma de llegar. Esos noticieros de las televisiones tradicionales cubrieron, en general, bastante bien las audiencias del 6 de enero. Veremos qué pasa en las elecciones de este martes, si esta información cala. Y luego, por supuesto, está el énfasis que se le están dando a la inflación, que es un problema legítimo, y el crimen, en lo que parece ayudar a los republicanos. En particular, el crimen creo que está siendo exagerado por los medios.
Los comentaristas de medios que dicen que los noticieros de la televisión no importan se equivocan. No es lo único que importa, y no importa tanto como hace 30 años, pero todavía importa.
En ese caso, también la televisión local, ¿no?
Así es, desde luego. Siempre han enfatizado eso. Hay muchos anuncios políticos también. Creo que la televisión, ya sea por la publicidad o las noticias, es la forma en que mucha gente se forma una opinión. Así que pienso que descartarla y decir, “oh, no, eso no importa tanto como el sitio web del Washington Post”, es un error.
¿Y cómo ve la situación en su comunidad en Búfalo y el papel su antiguo periódico?
La redacción es mucho más pequeña de lo que solía ser. No han reemplazado al reportero que informaba sobre la cámara legislativa del estado y su reportero de Washington está a tiempo parcial. Así que la cobertura no es tan sólida como solía ser. Cuando leo el periódico impreso o online, y lo hago todos los días, sigo pensando que están haciendo un muy buen trabajo. Pero también sé el personal que yo tenía, con 200 personas, y el personal que tiene ahora, que probablemente sea de 70 personas como mucho, y no se puede hacer tanto. Este es un negocio intensivo en mano de obra.
En el libro habla de los debates y las brechas generacionales en los grandes periódicos. ¿Está sucediendo en todo el país?
Sí. Mucho de esto ha surgido por el debate sobre la vuelta a la oficina, con muchos jefes que quieren la vuelta de todo el mundo a la redacción frente a los que se han dado cuenta de que podían trabajar perfectamente desde casa y así llevar a sus hijos a la escuela o lo que sea. Creo que hay mucho resentimiento ahí. Los sindicatos se han vuelto más poderosos. Hay tensión generacional y tensión racial en muchas redacciones, no solo las de los grandes medios.
¿Ve alguna forma de resolverlo?
Creo que la forma de resolverlo es que los ejecutivos y líderes de redacción escuchen dentro de lo razonable realmente a su personal y traten de entenderlo y hacer algunos ajustes. Y ciertamente creo que cualquier problema sobre la equidad salarial debe abordarse de inmediato. Se tienen que dar cuenta de que la forma antigua en la que el jefe y otros te decían qué hacer “y no queremos preguntas al respecto” ha desaparecido. Es necesario un enfoque más colaborativo. Como jefe, no puedes permitir que el personal tome todas las decisiones o dirija la redacción. Pero ciertamente puedes tener en cuenta su punto de vista, tal vez más de lo que se ha hecho en el pasado.
¿Cree que Estados Unidos tendrá medios más partidistas, más al estilo de Europa?
Parece que sí. Parece que no hay mucho que esté en el medio. Y por eso es tan interesante ver el experimento que se está llevando a cabo en CNN, que el nuevo jefe, Chris Licht, intenta llevar hacia un camino intermedio. Quiere que todos se sientan bien recibidos. ¿Queremos que incluso los negacionistas electorales y los republicanos de MAGA [los más partidarios de Trump] sientan que la CNN es un lugar acogedor para ellos? Tal vez, pero si se les va a dar la oportunidad de difundir sus mentiras, entonces no creo que sea tan bueno. Entiendo el deseo de tener una audiencia completa. Y no se trata solo de una consideración periodística, sino de una consideración comercial, es decir, el deseo de la mayor audiencia posible. Pero me preocupa el hecho de decirles a estos negacionistas de las elecciones que son bienvenidos y no pueden decir mentiras, pero pueden hablar de todo lo demás, que no paguen un precio por tratar de derribar las normas democráticas.
Dice que se trata de un problema mayor, que tal vez necesitamos que lo resuelva otra gente, no los periodistas…
Así es. Es uno de los problemas que tenemos como periodistas. Estoy pensando en proponer a la Universidad de Duke un curso titulado “¿Puede el periodismo salvar la democracia?” Usaría como casos de estudio el Watergate y el asalto al Capitolio. Están a 50 años de distancia y las cosas han cambiado. Creo que el periodismo sí ayudó a salvar la democracia en la década de 1970, y no estoy tan segura de que pueda hacerlo ahora. Así que es una buena e intrigante pregunta.
¿Qué haría diferente si fuera ahora defensora del lector?
Creo que hice el trabajo de la manera que quería hacerlo. Me sentía orgullosa de escuchar a todos y luego llegar a una conclusión razonada. Pero hubo un par de veces en las que me moví demasiado rápido. Parecía que había tanta preocupación entre los lectores que probablemente respondí demasiado rápido y no escuché a todos. Entonces, en un par de casos, me tomaría un poco más de tiempo y profundizaría un poco más. En general, creo que lo hice bien. Intentaría no quedarme atrapada en críticas extremas contra un titular en particular o una historia en particular y no sentir que estaba fallando si no lo abordo hoy. Simplemente, me tomaría un poco más de tiempo.
Y en el contexto actual, ¿tiene una defensora del lector un papel para salvar la democracia?
No sé, no tanto… La figura del defensor del lector es útil para los lectores o los espectadores. Pero no creo que vuelva. Nunca fue popular entre los editores. Y creo que ahora que se han ido, haría falta una crisis increíble para que volviera, como la crisis por el caso de Jayson Blair [un escándalo de plagio en 2003 en el New York Times] o la cobertura de la guerra de Irak. Algo verdaderamente grave. Y ni siquiera estoy segura de que eso haría que volviera esta figura.
La figura del defensor del lector es útil para los lectores o los espectadores. Pero no creo que vuelva. Nunca fue popular entre los editores. Y creo que ahora haría falta una crisis increíble para traerla de vuelta.
Una de las historias sobre las que escribe es sobre las quejas de Elon Musk en 2013 contra el New York Times.
Tuve un muy buen adelanto de cómo opera porque fue estridentemente crítico con el Times con acusaciones extremas sobre cómo el Times estaba tratando de atraparlo y arruinar deliberadamente una prueba en carretera con un Tesla. Y la conclusión a la que llegué fue que el Times podría haberlo gestionado un poco mejor, pero no quería pillar a Elon Musk o tratar de hacer que Tesla quedara mal o algo por el estilo. El comportamiento extremo de Musk se podía ver incluso entonces.
Lo que hemos visto en los últimos días de Musk recuerda a Trump, con sus ocurrencias y su difusión de bulos.
Sí, exactamente, con muchas declaraciones indignantes. Refleja una falta de debate y realmente de la madurez que te gustaría ver en alguien tan influyente. Simplemente, parece estar disparando hacia cualquier lado todo el tiempo.
¿Y le preocupa el impacto que podría tener?
Sí. Puede que no dure mucho más en Twitter, a pesar de que ha sido una buena manera para mí de publicar mi trabajo y desarrollar fuentes y conocer gente. Ha sido algo útil. Desde luego, no voy a pagar por una marca de verificación azul. Es ridículo. Si los estándares bajan y hay mucho más discurso de odio y mucho más acoso en Twitter, simplemente me iré. Ya no trabajo para el Washington Post. Básicamente trabajo para mí. Podría ser mejor para mi salud mental de todos modos. Ayer me hice una pequeña lista con consejos: deja tus dispositivos un rato, sal a dar un paseo, lee poesía, piensa en otra cosa. Twitter es un revuelto implacable, no creo que sea bueno para nuestros cerebros.
¿Salirse de las redes sería su consejo para periodistas?
No soy periodista en activo en este momento. Es raro que lo diga, porque lo he sido durante 40 años. Pero no, creo que probablemente los periodistas que trabajan en este momento necesitan permanecer en las redes sociales y deben estar completamente conectados porque es difícil hacer el trabajo de otra manera. Pero ya no estoy en esa situación, lo cual es un gran alivio. Y es una de las razones por las que me alegro de dejar la carga de los plazos de entrega dos veces por semana, la constante preocupación por cuál es la siguiente historia o si cometí un error y todo esto. Es un alivio poder pensar en cosas diferentes, como los libros y la enseñanza. Varias personas me han dicho: “Guau, tenías uno de los mejores trabajos periodísticos del país o del mundo y lo dejaste voluntariamente. ¿Por qué hiciste eso?”. Entiendo ese punto de vista, pero también pienso que la columna había seguido su curso natural.
Me sorprendió leer los detalles del acoso online que sufrió…
Terrible, fue impactante. No podía creerlo. Parte del problema fue que en mis columnas había un icono al final con mi correo electrónico así que era muy fácil para la gente vomitar su odio. Y yo leo todo mi correo electrónico. Mi objetivo es la bandeja de entrada a cero, soy una de esas personas.
No leía cada palabra de todos los emails, pero tenía que abrirlos para ver qué eran. Y luego lo abrías y te llamaban de todo. Y después de hacer eso 100 veces al día, creo que comienza a tener un efecto en tu alma. Eso también me preocupa para los periodistas jóvenes, porque tienen mucho tiempo por delante y no hay escapatoria para ellos.
¿Los directores o las redacciones deben tomar más en serio esto? Particularmente el acoso contra las mujeres, que parecen ser el objetivo, en su mayoría.
Mujeres y personas de color: cualquiera que pueda ser visto como “el otro” se lleva la peor parte. La mayoría de los editores dicen que están preocupados, pero no creo que sepan lo que se siente. Estar en el extremo receptor no es lo mismo. Simplemente no lo saben. No pueden porque no lo han experimentado ellos mismos. Y tal vez reciban correos electrónicos críticos, pero no reciben acoso literal, con cosas terribles como te voy a matar o te voy a cortar los senos.
Mujeres y personas de color: cualquiera que pueda ser visto como “el otro” se lleva la peor parte del acoso online. La mayoría de los editores dicen que están preocupados, pero no creo que sepan lo que se siente.
Una de las cosas que menciona en el libro es el News Literacy Project para adultos. ¿Es esa una solución?
Es parcial, todo es una solución parcial. No hay una solución general, pero creo que sería muy útil cualquier tipo de formación o programa o educación que se pueda ofrecer a las personas -ofrecido a los adultos y obligatorio para los estudiantes- que les ayude a saber qué es una mentira, qué es la verdad, cómo verificar la calidad de una historia o un medio, cómo hacer una pausa antes de compartir, cómo comparar y contrastar…
¿Por eso se ha dedicado ahora a la enseñanza?
No voy a enseñar alfabetización informativa, pero espero poder transmitir algo de eso a mis alumnos. Disfruto pasar tiempo con los estudiantes y ver lo que tienen en mente. Es una buena manera de sentirse esperanzada porque hay muchos grandes estudiantes por ahí. Hay muchos grandes periodistas jóvenes. Y cuando pasas tiempo con ellos, te das cuenta de que tal vez estamos en buenas manos después de todo.
¿Cuál es su consejo para ellos?
Lo que diría es que todavía es una profesión muy interesante. Conozco a muchos jóvenes periodistas profesionales y lo están haciendo bien. No están recorriendo el mismo camino que hice yo, de un periódico pequeño a uno más grande, ya no funciona de esa manera. Están comenzando en medios digitales y luego tal vez yendo a otros o a una televisión. Pero están pagando el alquiler y están haciendo un buen trabajo. Y lo que les diría a los jóvenes periodistas y estudiantes es que sigue siendo una gran profesión. Mi consejo también es que se dediquen al periodismo con cierto nivel de autoprotección, no sumergirse completamente en él para que gobierne cada momento de su vida. Porque tal como están las cosas ahora, si estás en las redes sociales o simplemente trabajas para un medio que funciona las 24 horas del día todos los días sin parar, es muy difícil mantener el rumbo y el equilibrio. Creo que es realmente importante tener una vida fuera.
Mi consejo para los jóvenes es que se dediquen al periodismo con cierto nivel de autoprotección, no sumergirse completamente en él para que gobierne cada momento de su vida