50 AÑOS DEL GOLPE EN CHILE ENTREVISTA

Mario Amorós, historiador: “Nixon y Kissinger veían en Allende el principal enemigo de América Latina”

Sonia Donoso

Santiago de Chile —
9 de septiembre de 2023 23:17 h

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Las últimas reuniones, telefonazos y bromas de la madrugada antes del golpe de Estado. El primer cara a cara con Che Guevara, en la Bahía de La Habana, o incluso un extraño duelo a muerte, al estilo western, con un senador que lo había acusado de recibir financiación de los partidos de derecha para una de sus campañas. Son algunos de los episodios menos conocidos que el historiador español Mario Amorós recoge en su último libro, Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana, editado por Capitán Swing.

La nueva biografía, que se publica con motivo de la conmemoración de los 50 años del golpe militar del dictador Augusto Pinochet, es una versión revisada y sintetizada de su trabajo publicado en 2013, y actualizada con nueva documentación.

“Es un aporte importante para situar la vida política de Allende en términos históricos en un momento en el que en Chile se legitiman el golpe de Estado, el negacionismo y la recuperación de parte de la propaganda de la dictadura”, dice Amorós en una entrevista con elDiario.es en un café del centro de Santiago.

El historiador, que también ha biografiado a Pinochet, al cantautor Víctor Jara y al poeta Pablo Neruda, retrata un Allende que ya a finales de los 40 creía “posible que la izquierda pudiese llegar al Gobierno si se aliaba con el centro político”. En varios fragmentos destaca también la alianza de más de 20 años, inédita “en los países del hemisferio occidental”, entre socialistas y comunistas. “Fue un camino muy largo, con cuatro campañas presidenciales, hasta el triunfo de Allende y la Unidad Popular (UP)”, dice.

“Un gesto político y heroico”

El escritor alicantino relata cómo la tarde del 11 de septiembre de 1973, el cadáver de Allende, que se suicidó en La Moneda antes de ser capturado por los militares, fue evacuado del palacio –semidestruido por las bombas, en llamas y sin suministro eléctrico–, descendido por una escalera y “pasado de mano en mano por militares y bomberos”.

Para Amorós, “la muerte de Allende es imputable a Pinochet y a los golpistas”. El entonces presidente convierte su muerte en “un gesto político y heroico”, dice, que “condena para siempre a Pinochet ante la humanidad”. Según él, Allende “fue leal al pueblo de Chile y cumple su palabra de no entregar el poder a los golpistas (…) Deja un legado de dignidad”. 

Contrario al discurso hegemónico de Chile hoy –precisa Amorós– su libro apunta a la responsabilidad de la Democracia Cristiana (DC) en el alzamiento militar y el inicio de la dictadura. “Aunque aparentemente la DC era una alternativa reformista frente a la derecha oligárquica y la izquierda marxista, en el momento más decisivo de la historia nacional en el siglo XX se alineó con las fuerzas políticas y sociales conservadoras y con los grandes intereses económicos para defender, al precio que fuera necesario, la sociedad capitalista”, escribe.

Allende cumple su palabra de no entregar el poder a los golpistas y deja un legado de dignidad

En su opinión, basada en el material recogido en los archivos del propio expresidente de la DC Patricio Aylwin, el partido “tuvo una responsabilidad muy importante que nunca ha asumido”. El partido, señala, “se equivocó” y actuó “con una ceguera ideológica propia del anticomunismo de la Guerra Fría”.

“El Gobierno de Allende también cometió errores”

Mario Amorós es un apasionado de la historia de Chile y de Salvador Allende, a quien descubrió en 1993, con 20 años, cuando leyó en un cartel un fragmento de su último discurso antes de quitarse la vida. Su trabajo, no obstante, incluye también reflexiones críticas sobre las equivocaciones de la izquierda y del entonces presidente. “A la Unidad Popular le faltó unidad y el Gobierno de Allende cometió errores, como enajenar a un sector de las clases medias”. 

“Hubiera sido mucho mejor si toda la izquierda hubiese compartido la estrategia de Allende, como él pidió tantas veces”, dice. Y recuerda: “Él siempre decía 'busquemos el lenguaje que une a todos los revolucionarios’ porque, para el presidente, las diferencias ideológicas no eran tan grandes”. 

Allende fue un revolucionario que intentó un camino distinto que consideraba adecuado para la izquierda

Es imposible desligar el golpe de Estado del rol que tuvo la administración estadounidense en su preparación, tal y como han revelado los archivos desclasificados por el Pentágono. “El entonces presidente, Richard Nixon, y su secretario de Estado, Henry Kissinger, veían en Allende el principal enemigo de América Latina, porque si su proyecto tenía éxito, podría replicarse en países clave del tablero de la Guerra Fría como Italia y Francia”, dice Amorós.

“Allende no era consciente del todo del peligro que la vía chilena al socialismo representaba para Estados Unidos”, añade. Según él, “exigió a Nixon respeto a la decisión democrática y soberana” de los chilenos y, como mandatario, siempre apostó por una política internacional “de respeto entre los diferentes países”, e incluso visitó la Argentina del dictador Alejandro Agustín Lanusse en 1971 y mantuvo relaciones “diplomáticas y económicas” con la España franquista.

Sobre los grandes debates de la izquierda en torno a la figura del expresidente chileno, convertida hoy en ícono del progresismo latinoamericano, Amorós considera que “fue un revolucionario [no un reformista] que intentó un camino distinto que consideraba adecuado para la izquierda en el Chile de la época”.

Allende no era consciente del todo del peligro que la vía chilena al socialismo representaba para Estados Unidos

También cree que el golpe de Estado “no fue un fracaso” de su Gobierno, sino “una derrota por la vía de las armas”. Recuerda que, si bien Allende “iba a convocar [el mismo 11 de septiembre] un plebiscito y estaba dispuesto a perder democráticamente”, al final la oposición “recurrió a una estrategia sediciosa para dividir el país en dos bloques antagónicos”. A partir de 1973, sus detractores “hacen lo posible para que el Gobierno acabe cuanto antes a través de un golpe de Estado”. 

Impugnar el relato hegemónico”

Mario Amorós dice que su libro “impugna el relato hegemónico” que la derecha “ha logrado instalar con éxito”. Una narrativa que sostiene que “la Unidad Popular era una bolsa de gatos y Allende un títere y el principal responsable de los hechos que llevan al golpe de Estado”.

Sin embargo, se trata de una versión, dice, “parcial y sesgada” que omite el papel de la derecha, de la DC y de EEUU, entre otros, critica. “Mi relato es el de un gobierno democrático que, como todos, cometió errores; con un presidente digno que lideraba ese Gobierno y que con dificultades desplegó un programa de transformaciones”, añade. 

En comparación con España, el historiador cree que Chile “da una lección” porque ha enjuiciado a los criminales de la dictadura, tiene un plan de búsqueda de desaparecidos, anunciado recientemente por el presidente Gabriel Boric, muchos memoriales y un Museo de la Memoria y los Derechos Humanos “ejemplar”.

Pero, para Amorós, “nada de eso ha sido gratuito” y se debe a “la tenacidad y la lucha sin descanso” de organizaciones de familiares de víctimas, el movimiento de derechos humanos, abogados y de la izquierda chilena, en general, que “han resistido cualquier asomo de intento de impunidad”.