Por qué la mayoría de las mujeres de Brasil dicen que no votarán a Bolsonaro
La mitad de las mujeres de Brasil dice que no votará a Jair Bolsonaro. Luiz Inácio Lula da Silva consiguió en la última semana una distancia de 20 puntos sobre Bolsonaro entre las mujeres, lo que representa el 49% de intención de voto para el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) ante el 29% del presidente, según la última encuesta de Datafolha.
“Gran parte de las mujeres en Brasil me aman, porque defiendo a la familia”. Así intentó Jair Bolsonaro esquivar las críticas por su desprecio a las mujeres en el primer debate presidencial del año. Pero el desdén de Bolsonaro por el 52% de las personas habilitadas para votar parece no sumarle votos. Bolsonaro recibe 14 puntos menos entre las mujeres que la distancia de votos que consigue entre los hombres.
“El voto de las mujeres está en el centro de la disputa porque puede definir la elección en primera vuelta”, dice la periodista Aline Gatto Boueri, colaboradora en Gênero e Número. Para eso, Bolsonaro tiene una estrategia: ir a por el voto de las mujeres evangélicas. Más de un tercio de ellas decía todavía no tener su voto definido, un porcentaje de indecisos muy por encima de los varones evangélicos.
El electorado femenino no solo rechaza a Bolsonaro por su retórica, sino también por las políticas públicas. “La política hacia las mujeres de este Gobierno ha sido desastrosa. Primero, porque supone vincular a las mujeres a la familia, lo que es un gran retroceso desde una perspectiva feminista”, dice Maíra Kubík Mano, profesora en Estudios de Género y Diversidad de la Universidad Federal de Bahía.
Reducción del presupuesto
El Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos destinó este año el presupuesto más bajo de los últimos cuatro años para combatir la violencia contra las mujeres en Brasil. Los centros de acogida del programa Casa da Mulher Brasileira, creado por el Gobierno de Dilma Rousseff, pasaron de una inversión en 2021 de más de 21 millones reales (más de cuatro millones de euros) a solo un millón (unos 200.000 euros), según la investigación de las periodistas Rute Pina y Camila Brandalise, publicada en Universa.
Si bien Alves argumenta que en 2021 el Ministerio invirtió más de 71.000.000 reales para financiar políticas para mujeres, el 49% de ese monto se encontraba en la categoría de “pagos”, es decir, pagos por servicios y no por inversión en programas sociales destinados a las mujeres, según confirman Pina y Brandalise.
Mucho antes de conocer este escenario, el movimiento feminista ya se había convertido en protagonista de la resistencia a su candidatura. Por medio de Ele Não (Él no, en referencia al presidente), las mujeres organizadas salieron a cuestionar la candidatura de Bolsonaro en 2018. Ya en ese momento, los grupos feministas “habían comprendido el peligro en materia de derechos de las mujeres que se presentaría ante un eventual mandato”, dice Kubík Mano.
Bajo el argumento del presupuesto, el Gobierno de Bolsonaro ha llegado a vetar iniciativas aprobadas por el Congreso, como la que apuntaba a proveer de manera gratuita de productos menstruales. El proyecto terminó siendo vetado por el Ejecutivo, bajo el argumento de falta de claridad para la financiación. “Es un atentado a la dignidad de las niñas y de las mujeres más vulnerables. Todos tienen que posicionarse contra este absurdo”, dijo en sus redes la autora de la propuesta, la diputada Tabata Amaral.
Pastora evangélica como ministra
Bolsonaro nombró a Damares Alves, una pastora evangélica, como ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos. “Ella tuvo un papel clave en el Gobierno de Bolsonaro”, dice Maria Martha Bruno, directora de Género y Número. “Damares Alves trató de borrar toda la agenda identitaria de género y la reemplazó por una propuesta que contempla solo a las familias heteronormativas”.
Durante su gestión, solo un tercio de la agenda oficial de Alves estuvo dedicada a las mujeres y más del 70% de sus reuniones fueron con hombres, dice la editora de contenidos en Gênero e Número, Maria Martha Bruno, quien junto a un equipo de periodistas investigó más de 2.300 reuniones en la agenda de la exministra.
Si bien Damares Alves dejó en marzo el Ministerio para postularse al Senado, su rol es central en esta elección. Alves se presenta como la cara amable del Gobierno, aunque reproduce los mismos valores que el presidente. Tal es así que, en las elecciones regionales de 2020, muchos de los candidatos con identidad religiosa prefirieron asociar su imagen con Damares en lugar de Bolsonaro, según los datos de la investigación del Instituto de Estudios de Religión.
“Alves ya expresó su voluntad de ser presidenta del Senado. En el caso de resultar electa, su objetivo principal será ocupar un papel protagónico en el Congreso”, dice Bruno. La exministra es una pieza clave, junto con la primera dama de Brasil, en la pelea por el voto de las mujeres evangélicas no tan convencidas de seguir al presidente en un nuevo mandato.
El papel de Michelle Bolsonaro
La primera dama Michelle Bolsonaro conecta con los mensajes evangélicos. Por eso, ha sido elegida por el presidente como la persona a cargo de conquistar junto a Damares Alves esa porción del electorado. “El papel de la primera dama es el de dialogar con las electoras evangélicas que se resisten a Bolsonaro”, dice Aline Gatto Boueri. Michelle dice que Bolsonaro “sancionó 70 nuevas leyes para proteger a las mujeres”. Pero solo sumaron 46 proyectos y seis de ellos, que beneficiaban directamente a las mujeres, han sido vetados por el presidente, según publica Estadão.
Pero además, han sido leyes propuestas y aprobadas por el Congreso, donde Bolsonaro solo se limitó a sancionarlas. “La opción era sancionar o vetar”, dice Kubík Mano, y agrega que un ejemplo muy claro ha sido la ayuda de emergencia por la pandemia. “Bolsonaro quería pagar 200 reales. Pero por decisión del Congreso Nacional, la ayuda subió a 600. Los diputados propusieron que las mujeres madres solteras reciban 1.200, el doble. Y así fue. Pero esta no ha sido una propuesta de Bolsonaro, sino del Congreso”.
Freno a la educación sexual
El presidente de Brasil ordenó en septiembre al Ministerio de Educación prohibir la “ideología de género” en la educación primaria. “He ordenado al Ministerio de Educación que prepare una propuesta legislativa para prohibir la ideología de género en la enseñanza básica”, dijo Bolsonaro.
Kubík Mano explica que en la última década, antes de la llegada de Bolsonaro, existía una pelea en torno a la agenda de género en la educación. Durante el Gobierno de Dilma Rousseff, “en la mitad de los estados brasileños, la palabra 'género' fue eliminada de los textos legislativos. Los diputados estatales que defendieron la retirada dijeron que lo hacían en nombre de la familia y los valores cristianos”. El retroceso no empezó con Bolsonaro, pero se intensificó con él. Desde 2014, los legisladores federales, estatales y municipales presentaron 217 proyectos de ley para prohibir el “adoctrinamiento” en las escuelas, según datos del informe de la ONG Human Rights Watch.
Pocas mujeres en el Gobierno
Brasil es uno de los países con menor cantidad de mujeres con cargos ministeriales del mundo, según el mapa 'Mujeres en la política: 2021', publicado por ONU Mujeres. Las mujeres en Brasil ocupan la cabeza de solo dos de 19 ministerios, lo que equivale al 10,5% del total. Pero la desigualdad de género en la participación política se refleja también en la composición del Congreso.
Brasil aparece ahí también como uno de los países más desiguales en la lista, con solo un 15% de diputadas. Mientras que en el Senado las mujeres solo representan el 12,4% del total. Si bien las mujeres representan el 46% de los miembros de los partidos políticos en el país en 2022, segú datos del Tribunal Superior Electoral, ese dato no significa que tengan un espacio similar en las listas ni en los gobiernos. En el año en que se cumplen 90 años de la conquista del voto femenino en Brasil, solo cuatro de 11 candidatos a presidente y una de cada siete en las candidaturas a gobernador son mujeres, menos del porcentaje registrado en las elecciones de 2018.
Es evidente que de ninguna manera Bolsonaro es el único responsable de la brecha de género en la política brasileña, sobre todo en el ámbito legislativo, pero el desprecio por el papel de las mujeres en el espacio público alimenta la discriminación por razones de género.
Invisibilización de las mujeres negras
Pero el Gobierno de Brasil no solo está compuesto en su mayoría por varones, sino por varones blancos. Las mujeres negras no tienen ningún tipo de lugar en la actual administración. Ni en puestos de trabajo ni en su agenda de demandas.
“Es un Gobierno antagónico a los derechos de las mujeres, de los negros, de las quilombolas e indígenas, que actúa en contra de sus derechos”, dice Kubík Mano. “Las mujeres negras, por ser también las más pobres, son las más afectadas por la crisis económica que vive Brasil”.
La presencia de las mujeres negras en la política sigue siendo un reclamo no solo hacia el espacio que representa el presidente, sino para todo el arco político. “En un país donde tres de cada cinco habitantes son negros, en el primer debate presidencial solo vimos candidatos blancos y periodistas blancos”, dice Aline Gatto Boueri. “Más grave fue la ausencia del debate sobre desigualdad racial, que quedó soslayado a la desigualdad económica”.
6