- Tsipras ha admitido este lunes en una entrevista en televisión que el Gobierno griego estudiaría dimitir si gana el sí en el referéndum del domingo sobre las condiciones de la troika a Grecia
“Es la primera vez que tenemos a un primer ministro que lucha por nosotros. No tenemos miedo. Si tuviéramos miedo del control de capitales, con todo lo que hemos pasado en los últimos años... Ni siquiera nos damos cuenta de que hay corralito”. Así de tajante se muestra Damianós, uno de los miles de manifestantes que se han concentrado este lunes ante el Parlamento griego para apoyar a su Gobierno. “No sabemos lo que pasará, pero seguiremos a Tsipras allá donde vaya, hasta el final. Si es hasta la salida del euro, que lo sea, no nos preocupa”, exclama el joven.
Convocados por Syriza bajo el lema “El pueblo griego no se deja chantajear, defiende la democracia”, miles de griegos han pedido el no en el referéndum del próximo domingo. Entretanto, la primera jornada del control de capitales transcurría con calma. Los cajeros automáticos abrían a partir del mediodía, con una retirada límite de 60 euros diarios por tarjeta de crédito. Mientras, las transacciones electrónicas funcionaban con normalidad.
“No tenemos miedo al corralito, pero es una medida que somete a la gente a más presión, nos quita a los ciudadanos una parte de libertad, por eso no es bueno”, cuenta Vasilis, un abogado presente en la manifestación. “Lo que queremos es que Europa funcione de manera democrática y que respete la voluntad del pueblo griego. Que si decimos no, las instituciones lo respeten y vuelvan a la negociación. Si Europa no funciona democráticamente, a partir de ahí tendremos que decidir qué hacer a continuación”, reflexiona, mientras su amigo Yorgos asiente. Ante la pregunta de qué ocurrirá si en el plebiscito sale el sí, responde entre risas: “Me iré a España a vivir, si gana Podemos”.
A lo largo de la jornada, el Ejecutivo ponía en práctica diversas medidas para paliar el efecto del control de capitales sobre la población. Así, hasta que los bancos vuelvan a abrir sus puertas, el transporte público será gratuito para los habitantes de la capital. Además, unas 850 sucursales atenderán a los jubilados que vayan a retirar sus pensiones. Se estima que en Grecia la mayoría de los ancianos no dispone de tarjetas de débito -y éstas, por otra parte, no se admiten en muchos establecimientos-, por lo que se pretende garantizar su acceso al dinero en efectivo. Una comisión de emergencia estudiará además los pagos que ciudadanos y empresas deban realizar de manera urgente y que no se puedan efectuar por vía electrónica.
“Claro que algunos han ido a retirar dinero, pero la mayoría de la gente no tiene para sacar esos 60 euros. Yo no he sacado dinero, he pasado todo el fin de semana con dos euros en la cartera, no he ido ni al supermercado”, revela Cristina, que se manifiesta también ante el Parlamento. Esta empleada del sector privado se muestra indignada por la reacción internacional ante el anuncio del referéndum. “Todo el planeta se escandaliza porque queremos decidir democráticamente e intentan impedirnos que hagamos la consulta. Todo el mundo se nos echa encima y nos intentan aterrorizar para que salga el sí, como producto de esta presión. El sí trae muchas más complicaciones, es mucho más difícil de gestionar”, resalta.
En una entrevista televisada, Tsipras ha reiterado este lunes que si la consulta rechaza la propuesta de los acreedores, la posición negociadora del Ejecutivo heleno será mucho más fuerte. Por el contrario, ha dejado caer que, en el caso de un sí, debería respetar la elección de los griegos, pero no dispondría de legitimidad para aplicar unas medidas que su Gobierno rechaza, lo que implicaría una eventual dimisión.
“Lo que no debe ocurrir en ningún caso si sale el sí es que se forme un Gobierno de unidad nacional”, recalca Vahía, que ha acompañado a Cristina a la protesta. “Ya los hemos tenido y son los que nos han traído a esta situación. No, muchas gracias. A quien ha elegido la gente es a Tsipras”, remacha.
Pero no todos los griegos están dispuestos a correr con los riesgos que comportaría el rechazo a la propuesta de los acreedores. El martes por la tarde volverán a manifestarse, como han hecho ya en repetidas ocasiones durante las últimas semanas, los defensores de la permanencia en la Eurozona. “No puedo ni imaginarme una Grecia fuera de Europa”, aseguraba Dimitris el día de la imposición del control de capitales. “Pensé que nunca llegaría este momento. Son las peores horas de toda mi vida”, reconocía, con expresión ansiosa. Convocadas de manera espontánea a través de las redes sociales, estas concentraciones bajo el lema “Nos quedamos en Europa” han contado con el respaldo a posteriori de destacadas figuras de la oposición, tanto de la formación conservadora Nueva Democracia como del partido centrista To Potami.
Las autoridades griegas insisten en que el suministro de productos de primera necesidad permanece asegurado en todo el país. La mayoría de los griegos permanece confiado en que también los cajeros automáticos seguirán entregando esos 60 euros diarios. “A quien los tenga, claro”, se escucha con frecuencia en las calles. “No es un escenario idílico”, reconocía el propio Tsipras. “Pero los griegos seguirán respirando y viviendo con normalidad”.