Una parte decisiva del segundo mandato de Emmanuel Macron se decidirá en la calle. Como ya ocurrió con la reforma del sistema nacional de ferrocarriles en 2018, con las protestas de los 'chalecos amarillos' de ese mismo año y con una primera reforma de las pensiones –abandonada por el inicio de la pandemia en 2020–, el presidente francés vuelve a encontrarse con una fuerte movilización social, en este caso contra el impopular retraso de la edad legal de jubilación de los 62 a los 64 años.
Los ocho grandes sindicatos franceses habían convocado una primera jornada de movilización nacional para este jueves después del anuncio del proyecto de ley de reforma de las pensiones. Como se esperaba, los paros han afectado especialmente a sectores clave como el transporte –sobre todo en la región parisina–, así como a la educación, a las refinerías y a la producción eléctrica. En la compañía nacional de ferrocarriles francesa (SNCF) el seguimiento ha alcanzado el 46,3% –particularmente elevado entre los maquinistas–, lo que ha provocado numerosas cancelaciones, sobre todo en los trenes regionales, según los sindicatos.
En las refinerías de petróleo, la Confederación General del Trabajo (CGT) ha notificado que más del 70% de los empleados ha seguido el paro en la mayoría de instalaciones del grupo TotalEnergies y se ha anunciado la reanudación del movimiento para la próxima semana, en concreto los días 26 y 27 de enero. La CGT en su rama del sector Minas-Energía también ha declarado haber organizado reducciones de la producción de electricidad, aunque matiza que no tendrían “ninguna repercusión para los usuarios”.
“Saldremos todas las veces que haga falta”
Una gran manifestación ha desfilado por la tarde en París entre las plazas de la República, de la Bastilla y de la Nación, en el este de la capital, escenarios habituales de las movilizaciones sindicales. Los sindicatos han estimado la participación en 400.000 personas.
“La movilización ha superado nuestras expectativas”, ha dicho el líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo, Laurent Berger. Su homólogo de la CGT, Philippe Martinez, ha declarado a la agencia France Presse que “más de dos millones de personas” se han manifestado en todo el país, al tiempo que celebra “la unión de los sindicatos, una señal de confianza para los trabajadores”.
El ministerio del Interior, por su parte, ha cifrado en 80.000 personas la presencia en la protesta de la capital y en 1,12 millones el número de manifestantes en toda Francia.
“Saldremos a la calle todas las veces que haga falta”, explica a elDiario.es Nathalie, una de las manifestantes en la capital, con una pegatina del Sindicato Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria sobre el abrigo. “Hay que pedir más esfuerzos a los que tienen más, no se pueden pedir los mismos sacrificios a todo el mundo”. Precisamente en el sector de la educación, el Ministerio ha afirmado que el 42,35% de los profesores de primaria y el 34,66% en secundaria han seguido la huelga, cifras muy inferiores a las que han publicado los sindicatos que estiman un 70% y 65% de seguimiento, respectivamente.
Reforma de alto riesgo
La primera ministra, Élisabeth Borne, los titulares de las carteras de Trabajo y Economía y el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, están siendo las caras visibles de la reforma en los medios y el Parlamento. Macron, por su parte, se mantiene por el momento en un segundo plano. Ha pasado el día en Barcelona durante una cumbre franco-española, donde se ha limitado a afirmar que la reforma ha sido “presentada y validada democráticamente” y que el Gobierno continuará con el proyecto “con respeto y espíritu de diálogo, pero con determinación y espíritu de responsabilidad”.
Gobierno, sindicatos y oposición son conscientes de que la reforma del sistema de pensiones es un tema que afecta a todos los ciudadanos y que genera especial inquietud. Por un lado, afecta de lleno al debate sobre las desigualdades sociales. Por otro, se alarga la duración de la vida laboral en un momento en el que todos los indicadores subrayan una evolución de la visión de los franceses sobre el trabajo. “No podemos exigir a gente que ha pasado toda su vida trabajando que trabaje aún más”, afirma Laurent, uno de los manifestantes presentes en la marcha del jueves. “Hay otras posibilidades, cuando todo lo demás se haya intentado, entonces, como última opción, podemos hablar de aumentar la vida laboral”.
El futuro de la movilización
¿Cuáles serán los próximos pasos? Los sindicatos barajan una prolongación en los próximos días –como ya ocurrió en 1995– o bien una llamada a la movilización repartida en varias jornadas a lo largo de varias semanas, como en 2010 cuando se organizó la oposición a la reforma de las pensiones durante el mandato de Nicolas Sarkozy. La intersindical ha convocado una reunión la noche del jueves para hacer balance de la primera jornada de movilización y organizar la continuación del movimiento.
“El resultado de la movilización depende de la capacidad de los sindicatos para crear una dinámica y un equilibrio de fuerzas suficientemente eficaz a largo plazo, que depende en parte del grado de movilización actual”, analiza el historiador Stéphane Sirot en la edición digital de Le Monde. “Las huelgas, especialmente cuando se reconducen y afectan a sectores claves de la economía, son un ingrediente esencial del equilibrio social de poder”.