Nuevo gesto de la UE hacia Ucrania. Y en un momento clave ante la amenaza a que la unidad en torno al apoyo a Kiev se resquebraje. Los ministros de Exteriores de la UE se han desplazado a la capital ucraniana en plena guerra para celebrar una reunión informal en la que ha participado, como es habitual ya en este tipo de encuentros, su homólogo de ese país, Dmitro Kuleba, para ponerles al tanto de la situación. También se han reunido con el presidente, Volodímir Zelenski.
El cónclave ha servido para enviar un nuevo mensaje de unidad en torno a la ayuda a Ucrania. El alto representante, Josep Borrell, que se desplazó al país ya el fin de semana ha afirmado que la reunión demuestra “el compromiso claro de la UE con Ucrania y su apoyo continuado en todas las dimensiones” y “también envía una señal contundente a Rusia”. “No estamos intimidados por vuestros misiles y drones”, ha dicho en la rueda de prensa posterior al encuentro. Borrell ha contado que la ciudad de Odesa sufrió un ataque con drones apenas unos minutos después de que él saliera de allí.
La cita se ha celebrado menos de 48 horas después de que haya ganado las elecciones en Eslovaquia Robert Fico, el controvertido exprimer ministro prorruso que ha hecho de la retirada del apoyo a Ucrania uno de los hilos centrales de su campaña. Admirador declarado del ultraderechista Viktor Orbán, Fico aseguró que la guerra la iniciaron “ucranianos nazis y fascistas” en 2014. Con el 23% de los votos, ahora tendrá que buscar apoyos para gobernar.
Tras su victoria, trató de calmar a los socios europeos al asegurar que seguiría la línea de política internacional que Eslovaquia ha tenido hasta ahora, a pesar de sus soflamas en la campaña en las que se opuso a las sanciones a Rusia y el envío de armamento. “La orientación de la política exterior de Eslovaquia no cambiará. Estamos en la Unión Europea”, afirmó en dos ocasiones, según recoge la Agencia EFE.
La victoria de Fico sí ha conseguido recoger el malestar ante las consecuencias que tiene en las economías la guerra en Ucrania. En buena medida eso es lo que está detrás del viraje de Polonia, que hasta ahora ha sido uno de los países más vocales en su apoyo a Volodímir Zelenski y que ahora se han enfrentado por el grano. Varsovia aseguró que mantendría el veto a las importaciones de grano ucraniano, a pesar de que Bruselas lo había levantado bajo la premisa de que no suponía un perjuicio para el mercado interior.
Aunque están tratando de buscar una solución, el conflicto escaló al máximo nivel en las últimas semanas. “Es preocupante que algunos en Europa estén representando el papel de la solidaridad en un teatro político, convirtiendo los cereales en un thriller. Se diría que están interpretando sus propios papeles. Pero lo que hacen es ayudar a preparar el escenario para un actor de Moscú”, reprochó Zelenski. “Cualquiera que haya participado alguna vez en el rescate de una persona que se está ahogando sabe que alguien así es extremadamente peligroso; que puede arrastrarte hasta lo más profundo”, respondió el presidente polaco, Andrzej Duda. Los ultranacionalistas de Ley y Justicia han girado a las puertas de las elecciones del 15 de octubre en plena revuelta del sector primario.
El ultraderechista Viktor Orbán proclamó recientemente que Hungría no apoyará a Ucrania en política internacional bajo la premisa de que incumple el derecho de aproximadamente 150.000 húngaros étnicos a usar su lengua materna, especialmente en la educación, después de que Kiev aprobara una ley en 2017 que restringe el uso de las lenguas minoritarias en las escuelas. Hasta que no dé marcha atrás en esa normativa, Orbán sostiene que bloqueará los intereses de Zelenski.
La advertencia se produce unos meses antes de que los 27 tengan que pronunciarse sobre la apertura de las negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE, para lo que a finales de mes se espera el informe de la Comisión Europea. Además, Hungría mantiene bloqueados 500 millones de euros de financiación para armamento a través del Fondo Europeo para la Paz desde hace meses con el argumento de que Ucrania tiene al banco húngaro OTP en el listado negro de empresas que sirven a Vladímir Putin para financiar la guerra.
De hecho, Borrell ha recordado el compromiso de 5.000 millones de ayuda para compra de armamento el próximo año. “Más vendrán en el futuro”, se ha limitado a decir sobre los 20.000 millones en cuatro años que se habían comprometido inicialmente. “La mayor garantía de seguridad que podemos darle a Ucrania es la adhesión a la UE”, ha agregado el jefe de la diplomacia europea. Hungría y Polonia -también Letonia- no estaban representados en la reunión de Kiev por los ministros, sino por escalafones más bajos del organigrama gubernamental.
A los problemas en el seno de los 27, en el que fuentes diplomáticas reconocen el temor a cierto hartazgo respecto al interés por la guerra respecto a los primeros meses, se suman los que llegan de Estados Unidos, uno de los principales respaldos de Ucrania durante la guerra. Según publicó Bloomberg tras la Asamblea General de la ONU, Zelenski teme que el apoyo de Washington empiece a flaquear. El sábado se aprobó una prórroga del presupuesto en el Congreso con 45 días más de financiación, pero queda por delante el reto de mantener la ayuda a Ucrania en el largo plazo que el ala trumpista del Partido Republicano pone en peligro en un momento en el que los recursos comienzan a agotarse, según EFE.
Estados Unidos logró el sábado 45 días más de financiación, pero ahora debe zanjar los retos de mantener la ayuda a Ucrania y otros sobre inmigración, con una oposición del ala más radical en la Cámara Baja aún más enfurecida al fracasar en unas demandas que estaban llevando al cierre del Gobierno.