Los movimientos sociales argentinos luchan contra Macri y el fantasma del FMI

Mauricio Macri asegura que el acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) va potenciar el futuro de los argentinos, pero lo cierto es que a los argentinos el futuro les huele a pasado. En una población dividida, los movimientos sociales lideran la respuesta ante una amenaza que es casi de la familia.

“Esta crisis se va a profundizar, y si seguimos por este camino, con las recetas del FMI, es muy probable que en algún momento explote todo”, comenta a eldiario.es Leonardo Robert, consejero escolar del municipio de La Matanza, y director del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo en Morón, pertenecientes ambos al Gran Buenos Aires.

Robert estuvo presente el pasado sábado en la multitudinaria manifestación que clamó en la capital en contra de la petición de rescate del presidente Macri al FMI, y la nueva deuda –se estima que de 30.000 millones de dólares– que se les viene encima. “La patria está en peligro”, gritaban sindicatos, organizaciones sociales y partidos de la oposición.

En el municipio de La Matanza, zona obrera y reivindicativa, recuerdan bien lo que llega después de un rescate del FMI. “Muchos de los saqueos que terminaron con casi cuarenta muertos en la Plaza de Mayo en 2001 empezaron en La Matanza”, dice Robert, que dice conocer de memoria la fórmula. “Ajuste fiscal, más desempleo y un modelo de crisis social económica que ataca a los trabajadores, a la clases medias, a los sectores más populares, y que además lo cierran con represión. Este modelo de ajuste de los que más tienen sobre los que menos tienen no cierra si no hay represión”.

Macri promete que el FMI no impondrá recortes como contrapartida por la financiación. Los recortes para ahorrar y devolver el crédito los decidirán los dirigentes argentinos: “Del Fondo nunca nos fuimos, siempre hemos sido miembros”. En sus primeras explicaciones abiertas a la prensa añadió: “Es una herramienta adicional. Reducir el déficit nos da garantías para demostrarles que les podemos devolver el dinero que nos prestan. Nada más que eso”.

La memoria colectiva le contradice. Se trata de algo más que eso. Eduardo Burattini es fundador y director de la Biblioteca Popular Madre Teresa, en Virrey del Pino, también en el municipio de La Matanza. Macri no le convencerá de que no cunda el pánico. La última vez que el FMI les prestó dinero, no hubo piedad: “El territorio comprendido por nuestro municipio (1.400.000 habitantes) mostraba estadísticas de horror”, cuenta Burattini a este diario. “El 58,5% de los niños vivía en hogares bajo el umbral de la pobreza, el 22,5% era indigente, el 35,8% de los chicos de menos de un año tenía las necesidades básicas insatisfechas, el 17% de los niños pobres trabajaba y el 26,6% de los recién nacidos estaba desnutrido”.

A finales del siglo XX y comienzos del XXI, la mitad de la población de La Matanza se debatía entre el desempleo y el subempleo. Los duros ajustes de la época del Gobierno de De la Rúa terminaron por rematar a las clases más desfavorecidas: “Niños, jóvenes y adultos fueron apartados de los derechos humanos fundamentales por la aplicación de las recetas del FMI, fueron condenados al hambre, al desempleo, al saqueo, al analfabetismo y a las enfermedades”. Lo que no recuerda Burattini es el futuro potenciado al que ahora se refiere el presidente.

Además de la manifestación de Buenos Aires, la Confederación de Trabajadores por la Economía Popular ha organizado una “Marcha Federal” desde las provincias de Tierra del Fuego, Río Negro, Misiones, Jujuy y La Rioja. Su destino es la puerta del Congreso, en la capital. Presentarán propuestas de infraestructuras urbanas, emergencias alimentarias, integración urbana, acceso a la tierra y emergencia en adicciones.

A estos movimientos les queda la esperanza del despertar de la ciudadanía. “Se están dando cuenta –indica Leonardo Robert– de que la campaña de Macri y María Eugenia Vidal (gobernadora de la provincia de Buenos Aires) ha sido una estafa electoral. Nada de lo que prometieron en 2015 lo cumplieron: liberaron el dólar, hay un gran desempleo y tarifazo en los servicios públicos. El pueblo no puede pagar la luz, el gas y el agua”.

Aspiran a frenar a la derecha en las elecciones de 2019 y la aparición de una figura que emule a Néstor Kirchner: “Hacia 2003 empezamos a salir del infierno”. Al consejero escolar de La Matanza no le gustaría regresar a aquella época, y agradece algunas decisiones que pasaron a la historia: “El no al FMI, el no al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) cuando se frenó a Bush y la integración regional latinoamericana”. 

A pesar del cerco de las organizaciones sociales, Macri insiste en que el acuerdo con el FMI es positivo, en que estos problemas de Argentina vienen de setenta años atrás, y en que su Gobierno es transparente. No faltó el guiño a la época de Cristina Fernández Kirchner para jolgorio de sus seguidores más acérrimos: “Acá no hay gente que se lleve bolsos a conventos”.

En la rueda de prensa en la que el presidente dio explicaciones en la Quinta de Olivos sobre los avances de las conversaciones, se permitió incluso el lujo de bromear con los recortes. “Ni agua hay. Estamos con tanta austeridad que ni agua tenemos”, se le escuchó decir cuando se le secó la garganta y fue en busca de un vaso bajo el atril.