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Nawal Yousef: “El trabajo en el campo ha empoderado a las mujeres palestinas”

Barcelona —

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Mariona Tarrats Farré

Barcelona, 22 may (EFE).- La activista, profesora universitaria y agricultora palestina Nawal Yousef, que nació en Venezuela, adonde sus padres huyeron en la diáspora de la Nakba por la creación del estado de Israel en 1947, y que regresó a la tierra de sus padres al cumplir 30 años, considera que las mujeres palestinas se han empoderado con su trabajo en el campo.

En una entrevista con EFE, Yousef, que tiene 55 años, explica que “las mujeres del campo de Palestina han aprendido finalmente a valorar su trabajo y, después de años de trabajar la tierra, han comenzado a administrar también la economía”.

La activista feminista palestina, que ha viajado a Barcelona para participar en la segunda edición de la Escuela de Defensoras, unas jornadas que organizan la International Action for Peace y la Asociación Catalana por la Paz, se instaló hace 25 años en el norte de la provincia nativa de su familia, en Salfit (Cisjordania).

Tras estudiar Administración de empresas y Diseño de moda, ahora se dedica a trabajar en el campo en una cooperativa e imparte clases en la universidad palestina, y explica que, por naturaleza, es “una persona que defiende cualquier injusticia”, ya que es algo “innato” en ella.

“Cuando llegué a Palestina, no me imaginaba que me iba a quedar, pero me terminé casando y ahora tengo cinco hijos”, relata Yousef sobre su llegada a Salfit, una zona donde en 1998 “llevaban sólo dos años con luz y agua corriente”.

Recuerda que le causó “mucha impotencia” ver el atraso de Palestina con respecto a su Venezuela natal.

En Palestina, la mayoría trabaja en la agricultura, y en su pueblo lamenta que sólo disponen “del 6 % del total del terreno para alimentar a 5.000 habitantes”, lo que ha provocado que su generación ya no disponga de tierras para repartir entre sus familias.

Según denuncia la activista, se trata de una situación con un gran impacto en su región, considerada “la huerta alimentaria de toda la zona de alrededor”, pero ahora sólo pueden trabajar en un único terreno de 100 hectáreas en el pueblo de Deir Ballut, en el norte de Salfit, donde, por mucho que cultiven, “no da abasto para toda la zona”.

Hace 7 años, Nawal Yousef decidió montar una cooperativa integrada sólo por mujeres trabajadoras del campo con el objetivo de “enseñarles a valorarse y a aprender a manejar sus ingresos”, y lo está llevando a cabo a través de “cursos de aprendizaje, charlas sobre los peligros de internet, las drogas y los matrimonios a temprana edad”.

La activista, que ahora también da clases en la universidad, defiende que las mujeres palestinas que trabajan en el campo “no son conscientes de cuánto dinero ganan con su trabajo y cuánto pierden”, y asegura que instruirlas en esto “no es una tarea fácil” porque tienen que ir puerta a puerta para que las mujeres colaboren y las puedan ayudar.

“Antes de la ocupación israelí, eran los hombres los que trabajaban en el campo”, comenta Yousef, y lamenta que ahora la tasa de desempleo en Palestina es muy alta, ya que “el 90 % de los estudiantes graduados no tienen trabajo”.

Según la activista, no fue hasta la segunda intifada en el año 2000 cuando “los judíos empezaron a dar una oportunidad a los árabes para trabajar en todas las labores que ellos no querían hacer, con una buena remuneración de dinero”.

“Los hombres vieron que estos trabajos que les propusieron los judíos traían más dinero que la tierra y fue entonces cuando las mujeres empezaron a trabajar en los campos y a aprender qué es el dinero para ellas”, afirma.

ASENTAMIENTOS JUDÍOS QUE CONTAMINAN

Yousef destaca que otro gran problema de su zona es que “los asentamientos judíos de al lado desechan sus aguas negras en nuestras tierras”, un hecho que “afecta a los olivos”, y asegura que en 20 años “se ha disparado un 60 % la tasa de cáncer”.

Este es un problema del que nunca se ha preocupado ninguna organización ni palestina ni israelí, denuncia la activista, que ve “muy bien el futuro de las mujeres que trabajan en el campo”.

Nawal Yousef hace un balance positivo del trabajo que ha llevado a cabo su cooperativa: “Les hemos enseñado a superarse y, sobre todo, a mantener los precios de sus productos”, y celebra que incluso han recibido ayudas del Ministerio de Agricultura de Palestina.

“En Palestina no tenemos libertad de expresión”, denuncia Yousef, aunque ello no le impide seguir haciendo activismo a pesar de los peligros que ello supone.