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Nayib Bukele, de hacerse selfies en la ONU a entrar con los militares en el Congreso de El Salvador

El "selfie" de un presidente en la tribuna de Naciones Unidas

Icíar Gutiérrez

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Fue su primer acto como presidente recién electo de El Salvador. Hace poco más de un año, la noche del 3 de febrero de 2019, Nayib Bukele se hacía un selfie con los seguidores que celebraban, al grito de “sí se pudo”, que el joven empresario había logrado consumar su gesta. El ganador se hizo la foto antes de pronunciar su esperado discurso, en el que apeló a “pasar la página de la posguerra” como colofón a una campaña que lo había presentado como el candidato rupturista.

Su arrollador triunfo, que supuso el fin de décadas de bipartidismo, le catapultó a titulares en todo el mundo. Aquel día, Bukele, que entonces tenía 37 años, consiguió convertirse en el mandatario más joven del país centroamericano y algunos medios comenzaron a bautizarlo como el 'presidente millennial'.

Este domingo, Bukele volvía a ocupar titulares en la prensa internacional. Esta vez, tras entrar en un Parlamento salvadoreño casi vacío escoltado por militares fuertemente armados, en un despliegue que, para muchos, recuerda a “las épocas más sombrías de la historia” del país, según ha expresado Amnistía Internacional. “Ahora creo que está muy claro quien tiene el control de la situación”, dijo tras sentarse en el asiento del presidente de la Cámara, según ha informado El Faro.

La oposición no está a favor de aprobar un préstamo de 109 millones para financiar su plan de seguridad contra las pandillas, y el presidente ha optado por dar a los parlamentarios un ultimátum de una semana para avalar los fondos. De lo contrario, ha amenazado con llamar al pueblo a la insurrección. Este lunes, el presidente de la Asamblea Legislativa ha suspendido “hasta nuevo aviso” la sesión plenaria extraordinaria programada para esta jornada.

La militarización del órgano legislativo ha avivado las críticas contra el mandatario, así como las llamadas a responder a la crisis política de manera pacífica y desde el respeto a las instituciones. Desde la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) han pedido el “pleno respeto de la institucionalidad democrática”, incluyendo “la independencia de las ramas del poder público”. En términos similares se han manifestado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Unión Europea. Desde la oposición han acusado al presidente de autoritarismo y de fomentar “un golpe de Estado”.

En una entrevista con El País este lunes, Bukele se ha defendido de las críticas cuestionando a quienes, dice, se “fijan solo en la foto”. “Lo de los militares solo fue un acto de presencia. Fijarse en eso es estar enfocándose en lo superficial”, responde. “Si yo fuera un dictador o alguien que no respeta la democracia, ahora hubiera tomado el control de todo. (...) Si alguien prefiere enfocarse en una fotografía, está en su derecho, pero hay que ver todo lo que está pasando. El pueblo se dio cuenta que los diputados retiraron el apoyo a los soldados y a os policías que están en las calles y a quienes están matando”, ha asegurado.

Lo mismo ha hecho en Twitter, donde mantiene una intensa actividad. En la primera semana de mandato, el pasado junio, Bukele atrajo la atención de las redes sociales por el uso que hacía de su cuenta oficial para dar órdenes a otros ministros, comunicar pagos de bonos, despidos y atender solicitudes de distinta índole. Allí fue donde se autoproclamó, también, 'el presidente más cool del mundo'.

Las redes sociales son una de las principales patas en las que basa su estrategia de marketing para mostrarse como un actor irreverente frente al actual sistema político salvadoreño. En septiembre, dio un paso más y aprovechó sus minutos ante la Asamblea General de Naciones Unidas para criticar que su formato es “ cada vez más obsoleto”. “Aunque no lo queramos aceptar, la red se vuelve cada vez más el mundo real”, dijo ante los líderes mundiales. Antes, había sacado un smartphone y posó sonriente en otro selfie.

Para su popularidad también fue clave su paso por la alcaldía de la capital, San Salvador, entre 2015 y 2018, de la mano de Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), uno de los dos partidos tradicionales, de izquierda. No obstante, su camino en la política comenzó como alcalde del pequeño municipio de Nuevo Cuscatlán al suroeste.

En 2017, Bukele fue expulsado del FMLN por “proferir agresiones verbales” contra su compañera de partido Xochilt Marchelli, pero su insistencia le permitió hacerse un hueco en la derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), formación completamente opuesta a la que lo llevó a ser alcalde.

Antes, había intentado legalizar el movimiento Nuevas Ideas como partido político, pero no cumplía las exigencias legales. Buscó un hueco en el Centro Democrático (CD) para presentarse bajo su bandera a los comicios generales, pero el partido fue cancelado tras no alcanzar al menos 50.000 votos válidos en las legislativas de 2018.

In extremis y como última baza, se refugió en GANA, cuya cúpula le tendió el puente para llegar al Gobierno. Se trata de una escisión del otro partido tradicional, ARENA, y entre sus fundadores de GANA están el expresidente Elías Saca (2004-2009), encarcelado por corrupción, y el ahora diputado y segundo vicepresidente de la Asamblea Legislativa, Guillermo Gallegos, quien está en contra del aborto y aboga por la instauración de la pena de muerte y el paramilitarismo para combatir a las pandillas.

En las elecciones, Bukele canalizó a su favor el descontento de la población salvadoreña contra los partidos tradicionales, señalando constantemente los casos de corrupción relacionados con sus gobiernos, prometiendo la creación de una comisión internacional contra la impunidad. También se comprometió a reducir homicidios, cuyos índices colocan a El Salvador como uno de los países más violentos de mundo, con su 'plan de control territorial' –cuya financiación para la tercera fase debe ser avalada por mayoría en el Congreso–. Diversos sectores critican que las medidas de seguridad contempladas no representan un cambio radical respecto a la política contra las pandillas implementada durante el Gobierno anterior.

Sus primeros seis meses de gobierno han culminado con un nivel de aprobación que supera el 80% y Bukele tiene en su punto de mira las próximas elecciones legislativas, previstas para el 28 de febrero de 2021. “Me gustó ver esos curules [escaños] vacíos. Se me hizo más fácil imaginarlos llenos de personas honestas que trabajen por el pueblo. Tal vez el 28F, tal vez cuando el pueblo lo decida. Pidámosle siempre sabiduría a Dios”, escribió este domingo, por supuesto, en Twitter.

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