Las protestas y la indignación aumentan en las calles de Israel, donde este fin de semana decenas de miles de personas han pedido, una vez más, la dimisión del primer ministro, Benjamín Netanyahu, y un acuerdo para la liberación de lo más de cien rehenes que permanecen cautivos en la Franja de Gaza desde octubre. Este lunes, las movilizaciones han continuado con el bloqueo de carreteras en distintos puntos del país. “Cuando los rehenes son abandonados en Gaza, el norte está en llamas y otra guerra está a punto de estallar, el Gobierno está abandonando todas nuestras vidas”, ha denunciado el movimiento antigubernamental Banderas Negras.
Netanyahu ha provocado la ira y la preocupación de los familiares de los secuestrados después de que en una entrevista con el Canal 14, el domingo por la noche, dijera estar “preparado para un acuerdo parcial” con el grupo palestino Hamás para lograr la puesta en libertad de una parte de los rehenes, pero no para poner fin a la guerra. “Estamos comprometidos a continuar la guerra después de una pausa, con el fin de lograr el objetivo de eliminar a Hamás. No estoy dispuesto a renunciar a ello”, aseguró.
La guerra en Gaza, sin un final a la vista
Además, en la entrevista con esa cadena conservadora –la primera en profundidad que ofrece un medio en hebreo desde el comienzo de la guerra–, el jefe del Ejecutivo explicó que la “fase intensiva” de la ofensiva en Rafah está a punto de terminar, pero que el Ejército seguirá “golpeando duro” a Hamás. El movimiento político y armado, que ha gobernado Gaza desde 2007, respondió a esas declaraciones de Netanyahu señalando que “son una clara confirmación de su rechazo” a la propuesta de acuerdo que anunció el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hace casi un mes. E insistió una vez más que cualquier acuerdo debe incluir “un alto el fuego permanente y una retirada completa de la Franja de Gaza” de las tropas israelíes. Sólo si Israel se compromete a ello, los islamistas dejarán en libertad a todos los rehenes, incluidos los militares, que son la última y más valiosa carta de la que dispone Hamás.
Según fuentes conocedoras de las negociaciones indirectas entre Israel y Hamás, citadas por el periódico Haaretz, las declaraciones de Netanyahu al Canal 14 pueden sabotear un posible acuerdo. “Netanyahu ha dejado claro que no está interesado en la liberación de todos los secuestrados y no está dispuesto a hacer las concesiones que Hamás le exige”, explican las fuentes anónimas, agregando que en este contexto el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, “no tiene incentivos para seguir adelante con el acuerdo”.
El Foro de las Familias de los Rehenes y Desaparecidos ha condenado este lunes las declaraciones de Netanyahu: “Esta acción abandona a 120 rehenes y viola la obligación moral del Estado para con sus ciudadanos”. A través de la red social X, han afirmado que no permitirán que el Gobierno y su jefe “retrocedan en sus compromisos fundamentales con el destino de sus seres queridos”. “La responsabilidad y el deber de devolver a todos los rehenes recae en el primer ministro. No hay mayor prueba que ésta”.
Este mismo lunes, un grupo de parientes de los rehenes ha comparecido en el Comité de Finanzas del Parlamento israelí, donde también han expresado su frustración y contrariedad por las palabras del primer ministro la noche anterior. “Había un acuerdo que supuestamente iba a traerlos a todos de vuelta y, de repente, parece que todos apoyan la propuesta excepto Netanyahu”, lamentó Gil Dickmann, primo de uno de los 116 secuestrados que siguen en manos de los milicianos islamistas, aunque se cree que la mitad están muertos. “No lo entendemos. ¿Significa esto que Israel ha abandonado a todos los rehenes? No puede haber un acuerdo parcial, es como un embarazo parcial o una victoria parcial. Es un fracaso total”, agregó en declaraciones recogidas por Haaretz.
Después de las reacciones airadas de las familias y otros sectores de la sociedad y políticos, Netanyahu escribió el lunes por la noche en su cuenta de X que no parará hasta traer de vuelta a los rehenes: “No detendremos la guerra hasta que traigamos a casa a nuestros 120 seres queridos”.
Además de no mostrarse dispuesto a poner fin a la ofensiva en Gaza –en la que ya han perecido más de 37.600 palestinos–, Netanyahu también amenaza con dar comienzo a una guerra abierta contra el movimiento chií Hizbulá, con el que las fuerzas israelíes se han intercambiado fuego a diario en los pasados ocho meses en la frontera de Israel con Líbano. El primer ministro ha hecho referencia en varias ocasiones a la posibilidad de una guerra en el norte y, en la polémica entrevista de este domingo, reiteró que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) pueden luchar en varios frentes y que, después del final de la “fase intensiva” de la operación en Rafah, las tropas podrán reubicarse en el norte.
La amenaza de abrir otro frente en el norte
Un conflicto a gran escala entre Israel y Hizbulá en el Líbano, que salpicaría inevitablemente a Siria e, incluso, a Irán (principal aliado del grupo chií), preocupa a la comunidad internacional. El alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, indicó que el riesgo de que el conflicto de Gaza afecte también al sur del Líbano y se desborde más allá de Palestina es “cada día mayor”. “Estamos muy preocupados”, ha dicho este lunes en Luxemburgo, reiterando el apoyo de la UE a la propuesta de acuerdo apadrinada por Biden y supuestamente elaborada por Israel, pero de la que Netanyahu se ha desentendido. “El plan Biden que apoyamos, y seguimos apoyando, ciertamente no se está implementando. Por falta de voluntad de ambas partes, la última declaración del primer ministro Netanyahu confirmó que lamentablemente este plan no se va a implementar”, lamentó Borrell, según la Agencia EFE.
Ese plan cuenta también con el apoyo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que lo respaldó en una resolución aprobada el 10 de junio, con 14 votos a favor y la abstención de Rusia. Pero, de momento, los esfuerzos diplomáticos y los llamamientos no han hecho que Netanyahu renuncie a seguir adelante con la guerra en Gaza y aspire a abrir un nuevo frente en el norte del país, donde han resultado heridos dos soldados, uno de gravedad y otro levemente, por el impacto de un misil antitanque lanzado desde el Líbano contra el área de Metula, a última hora del domingo. Sin embargo, la mayoría de víctimas mortales se han registrado en el lado libanés, en el que ascienden a al menos 500, incluidos más de 300 integrantes de Hizbulá, tal y como ha confirmado el grupo.
La semana pasada, el enviado especial de EEUU para Líbano, Amos Hochstein, viajó de nuevo a este país y a Israel para tratar de rebajar las tensiones en la denominada Línea Azul, que marca la separación entre las fuerzas israelíes y los combatientes de Hizbulá en la frontera entre los dos países que se han enfrentado en varias guerras –la última, en 2006–. “El conflicto a lo largo de la Línea Azul entre Israel y Hizbulá ha durado ya demasiado. Gente inocente está muriendo, las propiedades están siendo dañadas, las familias están divididas, y la economía libanesa continúa su descenso”, afirmó Hochstein en una rueda de prensa en Beirut. “Está en el interés de todos resolverlo rápidamente y diplomáticamente, ambas cosas se pueden lograr. Y es urgente hacerlo”, alertó.
También el jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense, Charles Q. Brown, ha advertido de que una ofensiva israelí en Líbano aumentaría el riesgo de que el conflicto se expanda a toda la región y arrastre a Irán, así como sus milicias afines en Irak y en Siria, sobre todo si Teherán percibe que “Hizbulá está siendo especialmente amenazado”. En declaraciones recogidas por la agencia AP, Brown también ha señalado que EEUU probablemente no podrá ayudar a Israel frente a Hizbulá, como sí lo hizo cuando Irán lanzó un ataque con cientos de drones y misiles el pasado mes de abril, argumentando que es más difícil detener los proyectiles de corto alcance del grupo chií –que, efectivamente, están sorteando el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro–.
Según la analista Orna Mizrahi del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional de Israel, Hizbulá tiene entre 150.000 y 200.000 cohetes y misiles de distinta potencia y ese arsenal es al menos cinco veces superior al de Hamás, según AP.
El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, se encuentra en EEUU para una visita oficial, en la que se ha reunido con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, después de haberse visto con Hochstein en Washington. Blinken le ha trasladado “la importancia de evitar una mayor escalada del conflicto” en la frontera norte y ha instado a “alcanzar una solución diplomática que permita tanto a las familias israelíes como a las libanesas regresar a sus casas”, de las que fueron evacuadas hace meses.