Saca un pañuelo azul y blanco de su bolso, se lo ata cubriendo la parte inferior del rostro, añade unas gafas de sol y culmina su atavío con una foto a todo color de una manifestante rota gritando frente a un cordón policial en Managua. “Esta es la policía de Nicaragua, la que según el presidente no mata y no asesina a jóvenes”, grita una de las manifestantes. No necesita micro ni altavoces, su voz atraviesa el pañuelo y el resto calla. “Aquí tenemos la muestra de esta policía que asesina a los jóvenes que están en contra de las políticas de Ortega. Nosotros no queremos a ese asesino de presidente ni a ninguno de ellos dentro del Gobierno de nuestra bella Nicaragua”.
Así ha comenzado una concentración que ha tenido lugar este jueves frente a la embajada de Nicaragua en España, a pocos metros de la parada de metro de Cuzco. Entre los gritos, varios lemas constantes: “Ortega y Somoza son la misma cosa”, “Ortega vete a la mierda” y “democracia sí, dictadura no”.
En los últimos días, el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha intensificado la criminalización y persecución a medios de comunicación, con el asalto al periódico Confidencial, y también el allanamiento de sedes de diferentes ONG, como el Cenidh. En la capital del país centroamericano reina una extraña calma; en el centro de Madrid, unos y otros se quitan el micrófono. No soportan ni un día más la dura represión de un Ejecutivo que sigue ondeando la bandera sandinista mientras arma a grupos paramilitares.
“Los últimos hechos, como son el cierre de los medios de difusión y de ONGs demuestran que la dictadura está en vías de convertirse en una cárcel. Hay una negación absoluta de los derechos humanos”, protesta Silvio Prado, que pertenece a la organización Nicaragua Libre que ha convocado la concentración. “Sabemos que la embajada de Nicaragua nos está grabando y nos importa una mierda”, dice resignado.
“Lo primero que exigimos es la convocatoria de elecciones anticipadas [fijadas para 2021]. Esta dictadura no puede seguir así. Estamos exigiendo la libertad de los más de 600 presos políticos y cada día hay más. Pedimos justicia para los asesinados, el retorno de los más de 50.000 exiliados y que que se desarmen los grupos paramilitares”, añade Prado. Los paramilitares, armados y sobre camionetas, siembran el miedo en las rotondas y disuaden a la población de volver a manifestarse. El Gobierno no quiere ni una sola barricada más.
Cruda represión para el colectivo trans
Otra de las organizadoras de la protesta, Juliana García, ha dicho durante su intervención que, en estos momentos, las mujeres trans son las que se están llevando la peor parte en las cárceles nicaragüenses. “La información que tenemos es que las mujeres presas están siendo violadas. Los colectivos feministas denuncian que están metiendo a las mujeres trans en cárceles para hombres en contra de su voluntad”, explica.
En el año 2014, García ya se temió lo peor. “Fui a visitar a una amiga a Guatemala e hice un recorrido en autobús. Al bajar del vehículo, ya en Nicaragua, vi algo que me horrorizó: había una bandera del Frente Sandinista mucho más grande que la de Nicaragua”, recuerda. Ahora sus peores presagios se han hecho realidad y apoya desde Madrid la protesta nicaragüense.
La de esta mañana ha sido una concentración de calentamiento. La próxima se producirá a mediados de enero en Colón y esperan que sea multitudinaria. “Hoy no han venido muchas compañeras porque entre semana trabajan de internas, pero lo queríamos hacer coincidir con un paro que se va a producir hoy también en Managua”, concluye.