Impostores

Un niño adicto a la heroína, una fabuladora y la historia que impactó a García Márquez

Agustina Larrea - elDiarioAR

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“Jimmy tiene ocho años y es la tercera generación de adictos a la heroína, un niño precoz, con pelo abundante, ojos aterciopelados y marcas de aguja como pecas sobre la piel suave de bebé de sus brazos delgados”, se lee en una cruda crónica del diario estadounidense The Washington Post publicada el 28 de septiembre de 1980.

El texto, bajo el título de El mundo de Jimmy, sigue con descripciones todavía más impactantes y, a medida que avanza, pareciera ir conformando la imagen de un pequeño freak que se deforma en cada línea para convertirse en un personaje más y más atroz. 

“Él es adicto desde los 5 años. Aun así hay una expresión angelical en su cara redonda y pequeña cuando habla acerca de su vida: ropa, dinero, los Orioles de Baltimore y la heroína. El mundo de Jimmy son las drogas duras y el dinero fácil. Él cree en esa vida. Todos los días, los adictos le compran heroína a Ron, el amante de la madre de Jimmy, en la sala de su casa. Después 'cocinan' y se inyectan en los dormitorios”.

El artículo, acompañado con una ilustración para proteger la identidad del menor, sigue en ese tono entre indignado e incuestionable del que va al terreno para contar una historia; la firmeza de quien supone que tiene la misión de revelar algo importante a la sociedad con mayúsculas, que se va a enterar de algo trascendental a través de sus ojos. Hasta que por fin, después de más observaciones agudas de la cronista, Jimmy habla. 

“Jimmy prefiere este ambiente al de la escuela, donde una sola materia parece relevante para llevar a cabo su sueño. 'Quiero tener un coche, vestirme bien y también tener un buen lugar para vivir. Así que le presto atención a la clase de matemáticas para mantenerme al día cuando finalmente tenga algo para vender”, se lee.

La crónica llevaba la firma de la periodista Janet Cooke, que había sido fichada por el diario, uno de los más prestigiosos de los Estados Unidos, durante los primeros días de 1980, después de presentar un currículum que llamó la atención de los editores a cargo. 

En ese tiempo, el medio estaba buscando diversidad y nuevas miradas, en lo que internamente llamaron 'la era post Watergate'. Las grandes revelaciones se empezaban a mezclar en las páginas del periódico con historias de vida que reflejaban los supuestos grandes flagelos sociales, en un momento en el que el periodismo necesitaba refrescarse.

La crónica llevaba la firma de la periodista Janet Cooke, que había sido fichada por el diario, uno de los más prestigiosos de EEUU, durante los primeros días de 1980, después de presentar un currículum que llamó la atención de los editores a cargo

Los antecedentes de Cooke –una mujer de 25 años, afroamericana, con destacados diplomas universitarios, miembro de la Asociación de Reporteros Afroamericanos y experiencia tras su paso por un diario de Ohio llamado Toledo Blade– convencieron a los históricos jefes de la redacción del Post de que era la indicada. Al poco tiempo la joven estaba sentada en la redacción: llamaba la atención de todos por estar siempre en movimiento y su ferocidad para ir en busca de historias novedosas.

El mundo según Cooke

Para septiembre, Cooke ya había firmado unas 50 informaciones. Pero fue la historia del pequeño Jimmy la que finalmente la hizo brillar. Por primera vez, consiguió estar en la portada del diario y la crónica se replicó por todos lados.

Tal como contó Mike Sager, un compañero de redacción de Cooke con el que la periodista tuvo un breve romance en aquel momento de gloria y quien con el tiempo se convirtió en una especie de portavoz, el artículo fue “la sensación del momento, el equivalente a convertirse en 'viral' en la década de 1980, y se replicó nacional e internacionalmente”.

Tan grande fue el shock que provocó, que las autoridades quisieron dar con el paradero de Jimmy para quitarle la custodia a los adultos que debían atenderlo. El diario se refugió en la 'Primera Enmienda' de la Constitución de los Estados Unidos para defender la libertad de expresión y los derechos de la joven periodista y se negó a dar detalles sobre el paradero del pequeño heroinómano.

A la vez, se multiplicaron las críticas contra el Post, que para muchos priorizó la espectacularidad de una historia sobre los riesgos que corría el niño, que pese a los esfuerzos de grupos de activistas o autoridades locales no pudo ser hallado por nadie durante esos días de fama global.

La controversia siguió hasta que, como ocurre usualmente con las historias que se publican en los medios, el fuego se fue apagando para darle lugar seguramente a otras polémicas.

Tan grande fue el shock que provocó, que las autoridades quisieron dar con el paradero de Jimmy para quitarle la custodia a los adultos que debían atenderlo. El diario se refugió en la 'Primera Enmienda' de la Constitución de los Estados Unidos

Al año siguiente, el 13 de abril de 1981, llegó el momento más esperado para Cooke: le anunciaron que había obtenido el prestigioso premio Pulitzer por su notable artículo.

La periodista, otra vez en boca de todos, fue la sensación; los medios ahora querían contar su propia historia. 

Entre otros, lo hizo el Toledo Blade, aquel diario local en el que Cooke había dado sus primeros pasos, que publicó una pequeña nota contando la noticia que tenía como protagonista a una ex miembro del plantel del diario. Tomaron la información de la joven que tenían más a mano: el archivo con su currículum y sus antecedentes (según tenían en sus registros, apenas había pasado un año en el Vassar College y tenía un diploma de grado como licenciada en artes por la Universidad de Toledo).

Cuando el diario de ese día ya estaba en la imprenta, los editores del Blade recibieron, como todos los medios, un cable de la agencia AP sobre Cooke que les llamó la atención: lejos de lo que ellos tenían en su archivo, allí se informaba de que la joven tenía un pomposo currículum que incluía un diploma de posgrado y también se afirmaba que era graduada del Vassar. De inmediato, contactaron con los responsables de la agencia para corregir la información. 

No pasó mucho tiempo hasta que empezaron a sonar los teléfonos de los jefes del Washington Post: Cooke había mentido sobre sus estudios y supuestos logros académicos ante las autoridades del Pulitzer y la reputación del diario empezaba a correr peligro.

Según Sager, durante las siguientes once horas Cooke fue convocada a la redacción e interrogada por los popes del diario, incluido el célebre Bob Woodward, quien ayudó a destapar el escándalo del Watergate. Querían saber todo de ella, necesitaban confirmar que sus supuestos méritos académicos eran la única mentira que la joven les había plantado.

Sin embargo, entrada la madrugada, Cooke disparó otra confesión que los dejó mudos: “Jimmy no existe, tampoco su familia. Mi crónica, un invento. Quiero devolver el premio”.

La gran fabuladora

A partir de entonces, la cronista quedó señalada como una de las mayores fabuladoras de la historia del periodismo y su figura llamó la atención, una vez más, alrededor del mundo.

Hasta el escritor y periodista Gabriel García Márquez, impactado por el escándalo del falso niño adicto y todo lo ocurrido, le dedicó una columna memorable que se publicó en el diario El País con gran repercusión.

Bajo el título de ¿Quién cree a Janet Coooke?, el colombiano reflexionó con maestría sobre ese círculo en el diagrama de Venn donde a veces confluyen periodismo y literatura.

“Más allá de la ética y la política, la audacia de Janet Cooke, una vez más, plantea también las preguntas de siempre sobre las diferencias entre el periodismo y la literatura, que tanto los periodistas como los literatos llevamos siempre dormidas, pero siempre a punto de despertar en el corazón. Debemos empezar por preguntarnos cuál es la verdad esencial en su relato”, apuntó García Márquez.

“Para un novelista lo primordial no es saber si el pequeño Jimmy existe o no, sino establecer si su naturaleza de fábula corresponde a una realidad humana y social, dentro de la cual podía haber existido. Este niño, como tantos niños de la literatura, podría no ser más que una metáfora legítima para hacer más cierta la verdad de su mundo. Hay por lo menos un punto a favor de esta coartada literaria: antes de que se descubriera la farsa de Janet Cooke, varios lectores habían escrito a su periódico para decir que conocían al pequeño Jimmy, y muchos decían conocer otros casos similares. Lo cual hace pensar –gracias a los dioses tutelares de las bellas letras– que el pequeño Jimmy no sólo existe una vez, sino muchas veces, aunque no sea el mismo que inventó Janet Cooke”, apuntó el escritor.

Sager, el ex compañero de ruta de Cooke, consiguió que la mujer le diera una nota para la revista GQ, en la que finalmente contó su caso a mediados de los 90. Ese texto luego se convirtió en un pequeño libro llamado El mundo de Janet.

Para un novelista lo primordial no es saber si el pequeño Jimmy existe o no, sino establecer si su naturaleza de fábula corresponde a una realidad humana y social, dentro de la cual podía haber existido, escribió García Márquez

Había pasado más de una década de la historia que la llevó a la fama y Cooke se mostraba arrepentida de haber publicado la historia falsa. 

Durante la larga charla que tuvo con Sager, reveló que había empezado a mentir “desde muy chica, como un mecanismo de supervivencia”. “Con el tiempo, me volví muy buena en eso”, reveló.

Oculta durante casi 15 años, también aceptó participar en una entrevista televisiva en la que reveló que había abandonado para siempre su carrera periodística, que había vivido un tiempo en París y que trabajaba en ese momento como cajera en un local de ropa de Kalamazoo, Michigan.

“En este caso particular no creo que el castigo se haya ajustado al delito. He perdido mi voz, he perdido la mitad de mi vida”, contó entre lágrimas.

Después, no se supo más de ella. El propio Sager, convertido en una suerte de nexo de Cooke con el mundo, cuenta que hasta la actualidad no hay semana en que no reciba una petición de entrevista para la ex estrella del Washington Post o algún correo de un estudiante de periodismo que quiere saber más del caso.

La historia de Jimmy sigue disponible en el portal del diario. La antecede una advertencia a los lectores: “El siguiente artículo no es correcto desde los hechos y se trata de una invención de su autora”.