“Hace frío aquí”, ha dicho Giorgia Meloni al llegar al Parlamento Europeo este jueves por la tarde. Le esperaba en la puerta la presidenta de la Eurocámara, la maltesa Roberta Metsola, quien la ha recibido con un abrazo y hablando italiano, dando ese calor que busca la primera ministra italiana en las instituciones europeas. Meloni ha llegado este jueves a Bruselas en su primer viaje internacional para buscar su beneplácito e intentar mandar un mensaje de Gobierno homologable con los valores europeos, a pesar de estar formado por partidos de extrema derecha y postfascistas.
Así, la presidenta del Gobierno de Italia se ha esforzado en buscar el reconocimiento comunitario en sus reuniones con Metsola; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, con quien incluso mantuvo una cena de trabajo este jueves por la noche.
“Estoy contenta con el clima que he encontrado en Bruselas”, ha dicho Meloni en una comparecencia sin preguntas tras verse con Metsola y Von der Leyen y antes de cenar con Michel: “Verse y hablar directamente puede desmontar la narrativa que se ha construido sobre mí misma y sobre el Gobierno italiano. No somos marcianos. Somos personas de carne y hueso, que explican sus posturas. Y me parece que en el otro lado había personas que querían escuchar”.
En todos los encuentros en Bruselas, la líder de Hermanos de Italia ha intentado enseñar su cara más institucional y atlantista, en el contexto de la invasión rusa de Ucrania y teniendo en cuenta los devaneos putinistas de sus aliados de Gobierno, Silvio Berlusconi (Forza Italia) y Matteo Salvini (Lega).
“Quería organizar la primera visita institucional del gobierno italiano fuera de sus fronteras nacionales aquí en Bruselas”, ha explicado Meloni: “Quería enviar el mensaje de una Italia que obviamente quiere participar, colaborar, defender su interés nacional, hacerlo dentro de la dimensión europea, buscando la mejores soluciones junto con otros países sobre los grandes desafíos que estamos afrontando. Desde el punto de vista personal y humano ha habido un diálogo muy franco, muy positivo, en el que obviamente he traído el punto de vista italiano sobre algunos de los problemas más importantes que tenemos que enfrentar: la cuestión internacional, la crisis en Ucrania, la necesidad de sustanciar lo antes posible una solución europea sobre el aumento de los costes de la energía, sobre el precio del gas y cómo gastar mejor los recursos del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, así como ante las dificultades de la inflación”.
Meloni ha explicado que ha tratado uno de los asuntos que está suponiendo un cambio con el gobierno italiano anterior: “Hemos hablado obviamente de flujos migratorios y de un cambio de punto de vista en la posición italiana. Para nosotros, la prioridad pasa a ser la defensa de las fronteras exteriores”.
Invitación al pleno de la Eurocámara
Un portavoz del Parlamento Europeo ha definido como “buena y constructiva” la reunión entre Meloni y Metsola, que se ha desarrollado en un ambiente de confianza tal que se han llamado por su nombre de pila y, la mayor parte del tiempo, se han desenvuelto en italiano. Ha habido primero una reunión bilateral, en privado, en la oficina de la presidente Metsola, durante unos 20 minutos, seguida de una reunión formal de unos 45 minutos con los equipos de ambas.
“La presidenta Metsola agradeció a la primera ministra que su primera visita fuera de Italia haya sido al Parlamento Europeo, mostrando tanto su compromiso con la UE como con los parlamentos elegidos democráticamente”, ha explicado el portavoz de Metsola. “Hablaron de la invasión rusa de Ucrania, los altos precios de la energía y la inflación. Metsola reiteró la necesidad de la unidad de la UE, algo que fue apoyado por Meloni; Metsola mencionó la importancia de adoptar los paquetes RePowerEU [para acelerar el desenganche del gas ruso] y de cambio climático (Fit for 55) lo antes posible”, ha dicho.
Durante la reunión, Metsola ha invitado a la primera ministra Meloni a intervenir en el pleno del Parlamento Europeo. “En resumen”, dice el portavoz, “la reunión confirmó que Italia seguirá desempeñando un papel central en la toma de decisiones de la UE”.
“Estamos totalmente alineadas con Ucrania”, ha asegurado Metsola tras la reunión: “Continuaremos manteniéndonos firmes en las sanciones. Sobre energía e inflación, la gente nos necesita ahora, debemos actuar ahora. Soy consciente de que los Estados miembros tienen realidades diferentes, pero debemos encontrar el coraje y la voluntad política para actuar como lo hicimos durante la pandemia: uniendo fuerzas”.
Pasado euroescéptico
Que la primera visita al extranjero de la nueva presidenta del Gobierno de Italia fuera a Bruselas no tenía que ser una sorpresa si no fuera por el historial particular de Meloni, que ha dejado en el pasado para la hemeroteca declaraciones en línea con el euroescepticismo del grupo que preside, el de los Conservadores y Reformistas Europeos, que incluye desde el polaco Ley y Justicia, en el gobierno, hasta el partido ultra con raíces neonazi Demócratas Suecos y la extrema derecha española, Vox.
Y es una primera visita que ha llegado muy pronto, apenas diez días después de su toma de posesión, aunque en un formato muy rápido con el encuentro con los tres altos cargos de las instituciones europeas en un puñado de horas.
La primera ministra tenía también la urgencia de reafirmar en persona los mensajes tranquilizadores con los que, durante la campaña electoral, trató de vender una imagen de moderación que convenciera sobre todo fuera de Italia. Llegaba así a Bruselas para ofrecer garantías sobre el apoyo de Italia a la línea europea sobre Ucrania y sobre la prudencia en el manejo de las cuentas públicas. Y también llegaba para pedir una definición rápida de la intervención sobre el precio del gas y de herramientas para mitigar el encarecimiento de la factura energética, al estilo del programa SURE, el fondo europeo contra el desempleo que se aprobó durante la pandemia de la COVID-19.
Ley y orden
Pero Meloni llegaba a Bruselas dejando en casa las polémicas que han generado las primeras medidas aprobada por su Gobierno en el primer Consejo de ministros operativo del pasado lunes, de donde salió un mensaje de derecha dura y ley y orden que ha llegado a incomodar hasta a sus socios de Forza Italia. Más allá de un guiño a las reivindicaciones del movimiento antivacuna —reducido pero ruidoso en un país donde el 85% de la población ha recibido al menos dos dosis de la vacuna contra la COVID-19—, con el adelanto de dos meses del reintegro en sus puestos de trabajo de los 4.000 sanitarios suspendidos por haberse negado a vacunarse, la medida que más controversia ha generado es la llamada norma anti-rave. Se trata de un decreto que introduce un nuevo tipo de delito que, en las intenciones declaradas del Gobierno, tendría que castigar la organización de las fiestas rave, con penas de entre tres y seis años y la incautación de todos los materiales. Una modificación del Código Penal aprobada por decreto motivando la urgencia con la organización, el pasado fin de semana en Modena, de una rave en una nave abandonada donde se dieron cita unas 3.000 personas procedentes de toda Europa.
Pero la formulación de la norma, que habla de “invasión arbitraria de terrenos y edificios ajenos públicos y privado por un un número de personas superior a las cincuenta”, ha desencadenado las protestas de la oposición, que la tacha de liberticida, y el temor de juristas y organizaciones como Amnistía Internacional que ven el riesgo de que pueda tener una aplicación mucho más amplia, afectando a la libertad de expresión y manifestación. “Una norma de Estado policial”, llegó a decir el ex primer ministro y líder del Movimiento 5 Estrellas, Giuseppe Conte.
Mientras Meloni y su ministro de Interior, el exprefecto Matteo Piantedosi, defendían la medida —“que revindico y me enorgullece”, dijo la primera ministra— se difundían las críticas desde Forza Italia, que pide que se modifique cuando el decreto llegue al Parlamento para su conversión en ley. “La norma debe ser reformulada, con una sanción acorde con el delito. Y el delito de organización de una rave hay que definirlo mejor, porque el riesgo es poder aplicarlo también a quien organiza un concierto o una manifestación”, reconocía un exponente del partido de Silvio Berlusconi a La Stampa.
La rápida intervención del nuevo Gobierno contra las raves resultaba aún más estridente cuando en el mismo fin de semana de la macrofiesta de Modena, unas 2.000 personas se manifestaban, entre saludos romanos y parafernalia fascista, en Predappio, donde está la tumba de Mussolini, en ocasión de los cien años desde la Marcha sobre Roma, con la que en 1922 el dictador llegó al poder. La diferencia, según dijo Piantedosi en una entrevista al Corriere della Sera, era que la marcha de Predappio es una “payasada, que deploro” y que “se desarrolla desde hace años, sin incidentes y bajo el control de las fuerzas de policía”.
Contra las ONG que rescatan a migrantes en el Mediterráneo
Otra de las medidas promovidas por el Ministerio de Interior le ha abierto un frente diplomático a Meloni con Alemania. Aunque el control del Viminale se le ha escapado a Matteo Salvini, los primeros pasos del nuevo ministro, que fue su jefe de gabinete cuando el líder de la Liga estuvo en el cargo entre 2018 y 2019, recalcan la línea de los “puertos cerrados”.
Hace una semana, Piantedosi envió a las autoridades portuarias y a las fuerzas de seguridad en la que expresamente mencionaba al Ocean Viking y al Humanity 1, dos de los tres barcos de ONG que rescatan a migrantes en el Mediterráneo central, indicando su conducta como “contraria a las normas europeas e italianas en tema de seguridad y control de las fronteras y de lucha a la inmigración ilegal”, con lo que “estudiaba” prohibir su entrada.
Piantedosi reclama que son los Estados de bandera de las embarcaciones los que tienen que hacerse cargo de la asistencia de los barcos y la acogida de los migrantes rescatados. El Humanity 1 tiene bandera alemana y los otros dos barcos, bandera noruega. Y a la demanda de Roma, el Gobierno alemán, en una carta publicada por una de las emisoras de radio de la RAI, ha respondido exigiendo que Italia de vía libre “rápidamente” al Humanity 1, donde se encuentran 179 personas, 104 menores de edad. “Para el Gobierno federal, las organizaciones civiles que rescatan a migrantes ofrecen una importante ayuda para el rescate de vidas humanas en el Mediterráneo”, reza la misiva.
Lo que ha pasado en la última semana es de facto un bloqueo al desembarco de las embarcaciones de las ONG. Junto a Ocean Viking, de la organización Sos Mediterranée, y al Humanity 1 de la organización SOS Humanity, también el barco de Médicos sin Fronteras, el Geo Barents, está a la espera de un puerto seguro de desembarco.
En total, en los tres barcos hay 985 personas. Y ante la negativa de Italia y Malta, este jueves el Ocean Viking ha pedido ayuda a España, Grecia y Francia. El pulso empieza a recordar la crisis del Aquarius, el barco al que finalmente el Gobierno español ofreció Valencia como puerto de desembarco. O el caso del Open Arms, al que el Ministerio de Interior negó el desembarco durante 19 días en el agosto de 2019, un caso por el que actualmente Salvini está imputado en el Tribunal de Palermo por los delitos de secuestro de personas e incumplimiento de funciones.
El socio-rival Salvini
El vicepresidente del Gobierno Salvini, en estos primeros compases del nuevo Ejecutivo, se ha afanado en marcar la batuta del Ejecutivo, adelantando propuestas en las redes sociales, apuntándose iniciativas en una estrategia que rivalidad interna que es la misma que usó durante el matrimonio de conveniencia con el M5S durante el primer Gobierno de Conte.
Y los cronistas políticos italianos hablan de “irritación” de Meloni, ocupada en apuntalar dentro pero sobre todo fuera del país la imagen de un Gobierno sólido y estable. Mientras, día sí, día no, hay algún fuego que apagar por el pasado nostálgico de varios miembros de su partido, Hermanos de Italia. El último ha sido el del nuevo viceministro de Fomento, Galeazzo Bignami, del que ha vuelto a circular estos días una foto de 2005 que lo retrata en una despedida de soltero vestido de nazi. Una imagen de la que él hoy reniega: “Me parece absurda la reproducción cíclica, después de casi veinte años, de una foto tomada en un contexto privado y por la que ya me he disculpado varias veces por haberme dejado retratar de una manera que no me corresponde”.