Una nueva crisis política en Perú lleva a Pedro Castillo a formar su tercer equipo de gobierno en seis meses
El presidente de Perú, Pedro Castillo, ha decidido renovar su gabinete, el tercer equipo de gobierno desde que llegó al cargo el pasado 28 de julio. El anuncio llegó este lunes en respuesta a la renuncia de la primera ministra, Mirtha Vásquez, tres días después de la salida del ministro del Interior, Avelino Guillén. 14 ministros han dejado el cargo en menos de 200 días de gobierno en el país latinoamericano.
“Como siempre he anunciado en mis intervenciones, el gabinete está en constante evaluación. Por tal motivo, he decidido renovarlo y conformar un nuevo equipo”, dijo Castillo el lunes en un tuit.
El Gobierno no ha anunciado todavía los nombres de los nuevos miembros. Tampoco se conoce qué sector de su multifacético espacio político ocupará el lugar, ni si esta decisión empujará o no la salida del moderado Pedro Francke al frente de Economía. Lo que sí ha quedado claro es que la crisis interna que golpea al Ejecutivo es más fuerte de lo esperado y el cambio de nombres no es la solución.
En octubre, el presidente parecía haber optado por el ala moderada entre sus aliados cuando después de apartar a siete integrantes del Gobierno, reemplazó al primer ministro Guido Bellido por la abogada ambientalista y defensora de los derechos humanos Mirtha Vásquez. Esta etapa terminó el lunes.
La oposición plantea la destitución de Castillo
En paralelo, la oposición avanza. La tercera vicepresidenta del Congreso de Perú, Patricia Chirinos, del partido opositor de derecha Avanza País, anunció este martes que presentará una acusación constitucional contra el presidente peruano que podría terminar con su mandato. No es la primera vez que Chirinos se mueve de esta manera. En noviembre pasado, presentó la moción para destituir a Castillo, que no logró el respaldo suficiente en el Congreso.
“He decidido presentar Acusación Constitucional contra el presidente Castillo por sus permanentes infracciones constitucionales, su incapacidad flagrante y la evidente corrupción de su Gobierno. Ahora el Congreso decidirá su destitución, a través del juicio político correspondiente”, ha dicho Chirinos.
Castillo pasa su peor momento, con un gabinete que se desgaja y sin fuerza en el Congreso, con la bancada de Perú Libre dividida y sin armadores políticos en el Legislativo que le permitan esquivar los golpes que vendrán de la oposición. El presidente peruano deberá evaluar si su poder sindical y el respaldo territorial, conocido como el “grupo de los chotanos”, alcanza para gobernar un país.
El caso Guillén
Avelino Guillén dimitió el viernes como ministro del Interior en pleno estado de emergencia por inseguridad ciudadana en Lima y el Callao. El argumento del funcionario es que no sintió el respaldo del presidente para destituir al jefe de la Policía, Javier Gallardo, que finalmente fue cesado por Castillo.
El roce entre Guillén y Gallardo se ha desarrollado durante varias semanas. El ministro había cuestionado públicamente el sistema de relevos, ascensos y nombramientos en puestos clave dentro de las fuerzas de seguridad. A ello se añaden las denuncias de corrupción dentro de la Policía como las reportadas por el portal IDL-Reporteros, cuyas fuentes afirman que en el proceso de ascensos dirigido por Gallardo se llegaron a pagar, supuestamente, sobornos que alcanzaban los 25.000 dólares en algunos casos.
“Ese es un silencio estruendoso, porque dice mucho. Ha expresado una posición de respaldo claro y directo al señor comandante general de la Policía”, ha dicho Guillén en una entrevista publicada el domingo en el diario La República.
La renuncia de Vásquez
Vásquez anunció su renuncia el lunes, un día después de que el presidente aceptara la dimisión del ministro del Interior. Vásquez asumió tras la renuncia del representante del ala más radical del partido Perú Libre, Guido Bellido. Llegaba al Gobierno con un aire más fresco dentro de la izquierda, de perfil progresista, feminista y enfocada en los derechos humanos.
Sin embargo, el acercamiento duró poco. “Hemos llegado a un momento crítico. La crisis en el sector del Ministerio del Interior no es un asunto cualquiera ni coyuntural, es la expresión de un problema estructural de corrupción en diversas instancias del Estado”, dijo Vásquez.
En la carta, la ex primera ministra deja ver las tensiones dentro del espacio gobernante que se han acentuado por la crisis desatada dentro del ministerio de Interior por la gestión de la Policía.
Para Vásquez, la condena del presidente al responsable de las fuerzas de seguridad debía ser categórica y sin dudas. Vásquez, así como Guillén, entendían que no era un caso aislado, sino un problema de raíz que atraviesa a toda la política peruana. Tras no lograr incidir en la posición del presidente, decidió sumarse a la larga lista de ministros que han dejado el Gobierno de Castillo solo medio año después de su toma de posesión.
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