Inmersos en las negociaciones para construir una alianza capaz de gobernar el país, los principales actores de la política francesa no pierden de vista la próxima gran cita electoral: la elección presidencial de 2027. Uno de los primeros en mencionarla, aunque de forma indirecta, fue el presidente Emmanuel Macron en una de las cartas que ha dirigido estas últimas semanas a los franceses.
“Pueden ustedes confiar en que actuaré como su presidente hasta mayo de 2027, protegiendo en todo momento nuestra República y nuestros valores, respetando el pluralismo y sus decisiones, a su servicio y al de la nación”, aseguró el jefe de Estado.
Sin embargo, hasta ahora el mandatario ha evitado toda referencia sobre qué puede pasar cuando acabe su mandato. Macron –que no puede presentarse en 2027 por la limitación de dos mandatos consecutivos– guarda silencio sobre quién puede ser su heredero político en el bloque de centro. Y varias figuras de la actual coalición comienzan a tomar posiciones para la sucesión.
La más visible es el todavía primer ministro Gabriel Attal, que en los últimos meses se ha impuesto como uno de los principales candidatos para liderar el bloque central, por su nivel de popularidad y por los apoyos que ha tejido dentro de Renacimiento, el partido que creó Macron y que Attal aspira ahora a refundar. Único candidato a la jefatura del grupo parlamentario, Attal se asegura con este movimiento una posición prominente en la vida parlamentaria de esta legislatura.
“Con la disolución y las elecciones legislativas anticipadas, hemos estado a punto de desaparecer”, escribe Gabriel Attal en un mensaje dirigido a los diputados cuya copia ha obtenido la Agence France-Presse (AFP). Una crítica velada a la decisión de Macron de convocar elecciones. “Ahora quiero revisar completamente nuestros métodos y nuestra organización, aprovechando todas las lecciones aprendidas desde 2017 y aún más desde 2022”, explica el primer ministro, que no menciona explícitamente al presidente francés y que propone rebautizar el partido como Juntos por la República.
Attal, que inició su carrera en el Partido Socialista (PS), defiende actualmente una reedición de la alianza que llevó a Macron al Elíseo en 2017, que incluía a socialistas, ecologistas, centristas y miembros de la derecha gaullista. Una línea a la que se oponen otras figuras del Gobierno, como el ministro del Interior, Gérald Darmanin, favorable a una coalición con la derecha.
Recomposición en la derecha
El principal rival de Attal dentro de la coalición macronista podría ser uno de sus predecesores en el cargo de primer ministro. Édouard Philippe, primer jefe de Gobierno bajo la presidencial de Emmanuel Macron (2017-2020) y actual alcalde de la ciudad portuaria de Le Havre, aspira a convertirse en la referencia del centro-derecha y aglutinar los votos de Renacimiento y de la derecha moderada de Los Republicanos (LR), partido que abandonó en 2017. Un espacio político al que también aspira el actual ministro de Economía, Bruno Le Maire, otro antiguo miembro de LR.
Este partido conservador, que llevó a la presidencia a Nicolas Sarkozy en 2027 (entonces se llamaba Unión por un movimiento popular) ha salido profundamente debilitado de las elecciones legislativas, tras el anuncio sorpresa de su presidente, Éric Ciotti, de aliarse con la extrema derecha en contra de la opinión del resto de sus miembros. Ante esta situación, el presidente de la región de Auvernia-Ródano-Alpes, Laurent Wauquiez, decidió regresar a la primera línea de la política nacional para tratar de mantener la unidad y la independencia del partido y convencer a sus miembros de que los electores que abandonaron a la formación en 2017 podrían regresar en 2027, una vez haya pasado el paréntesis macronista. El propio Wauquiez aspira a presentar una alternativa conservadora capaz de disputar electores a Marine Le Pen.
Le Pen parte en cabeza
La líder de Agrupación Nacional (hasta 2018 llamado Frente Nacional) es la candidata que más abiertamente ha anunciado sus intenciones de cara a 2027. Doble finalista en las presidenciales de 2017 y 2022, la formación de extrema derecha ha sido la más votada en las últimas elecciones europeas y legislativas. Durante las tres semanas de campaña de los comicios a la Asamblea Nacional, los sondeos pronosticaban una victoria clara de la extrema derecha, antes de la activación del frente republicano.
“La marea sube. Esta vez aún no ha subido lo suficiente, pero sigue subiendo y, por tanto, nuestra victoria no ha hecho sino retrasarse”, declaró Le Pen al conocerse los resultados electorales el 7 de julio.
Esta semana se han publicado los resultados de un sondeo de Harris Interactive-Toluna para RTL, M6 y Challenges que ha interrogado a los ciudadanos sobre los posibles candidatos para la próxima elección presidencial. En todos los escenarios Le Pen obtendría entre el 31% y el 32% de los votos en la primera vuelta. No obstante, en las legislativas se ha demostrado que una mayoría de los franceses rechaza no solo votar al partido de Le Pen, sino que son capaces de movilizarse para que no llegue al poder, un dique que se ha mantenido con una movilización masiva y la unión de los votantes de centro e izquierda en la segunda vuelta de las legislativas.
Durante toda la campaña, Agrupación Nacional (RN por sus siglas en francés) dejó claro que, en caso de victoria, el presidente del partido, Jordan Bardella, ocuparía el cargo de primer ministro. Para Le Pen el objetivo siempre fue centrarse en preparar la presidencial. Esa propuesta de tándem Le Pen-Bardella para la presidencia y el puesto de primer ministro se perfila como la oferta de la extrema derecha de cara a 2027, aunque una parte de RN comienza a insinuar que Bardella sería un mejor candidato para ocupar el Elíseo.
Mélenchon trata de imponerse
En el bloque de fuerzas progresistas, donde las conversaciones se prolongan para designar un candidato a primer ministro tras su victoria en las urnas, el horizonte 2027 también pesa en las negociaciones. No obstante, algunos partidos evocan ya la posibilidad de consensuar una candidatura presidencial conjunta, que maximice las posibilidades de alcanzar la segunda vuelta –el último candidato procedente del espectro de la izquierda en lograrlo fue François Hollande en 2012–.
El nombre del fundador de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, se impone en las conversaciones, en gran medida respaldado por su resultado en 2022, en el que, contra pronóstico, rozó esa segunda vuelta. Pero de cara a 2027 los socialistas esperan que el final del macronismo marque, también para ellos, la vuelta de los votantes socialdemócratas después de dos resultados calamitosos en las últimas elecciones presidenciales. Los nombres del eurodiputado Raphaël Glucksmann y de la presidenta de la región de Occitania Carol Delga podrían liderar la candidatura socialista.
El hecho de que los partidos mezclen sus estrategias a corto y medio plazo complica aún más las negociaciones, en una Asamblea Nacional sin mayoría clara. “Jean-Luc Mélenchon le está diciendo a los socialistas y a los ecologistas: si ahora os aliáis con el centro, sois unos traidores. Y en 2027 yo le podré decir al electorado de izquierda que sois unos traidores”, analizaba esta semana el politólogo Benjamin Morel. “De este modo Mélenchon, que es consciente de que no dispone de mayoría absoluta en la Asamblea, intenta recuperar su papel de líder de la izquierda. Porque, en realidad, el verdadero objetivo de Jean-Luc Mélenchon, que sabe muy bien que no puede aplicar su programa con sólo 190 diputados, es 2027”.