La escalada militar israelí en Líbano, que en poco más de una semana ha causado más de mil muertos, está ahondando el sufrimiento de la población en un país que lleva desde 2019 sumido en una profunda crisis socio-económica, con el 80% sus habitantes que viven en la pobreza. Y a medida que pasan los días, crecen los temores de que se repita el mismo 'modus operandi' empleado en la Franja de Gaza, también en el frente diplomático. “La gente del Líbano, la gente de Israel y el mundo no se puede permitir que Líbano se convierta en otra Gaza”, dijo hace una semana el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, al que este martes Israel ha declarado persona non grata, vetando su entrada en el país.
Para el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, Guterres no habría condenado de forma “inequívoca” el ataque de Irán sobre Israel del martes. También le acusa de no haber “denunciado la masacre” de Hamás del 7 de octubre de hace un año, a pesar de que el diplomático lo hiciera en varias ocasiones. A finales de octubre del año pasado, Israel había llegado a pedir la renuncia de Guterres por haber recordado que los ataques de Hamás no habían surgido “en el vacío”, en referencia a la “ocupación asfixiante” a la que han estado sometido los palestinos.
Mientras calienta el frente diplomático con este nuevo choque con la ONU, el Gobierno israelí sigue enviando más tropas a las unidades que dieron comienzo el martes a las incursiones terrestres en el sur de Líbano, donde el Ejército ha reconocido haber sufrido ocho bajas este miércoles en enfrentamientos con los milicianos del grupo chií Hizbulá.
Una quinta parte de la población de Líbano, desplazada
Los intensos bombardeos que se repiten día tras días en el sur de Beirut, en la zona fronteriza con Israel (sur) y en el valle de la Bekaa (este), han obligado a 1,2 millones de libaneses de sus seis millones de habitantes a abandonar sus hogares hacia otras partes del país. Muchos son sirios que se encuentran acogidos desde hace años en Líbano, el Estado con el mayor número de refugiados per cápita del mundo. Los sirios son 1,5 millones y hay más de 200.000 palestinos. Según la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA), se han abierto casi 800 refugios temporales para los desplazados internos y 551 han alcanzado su capacidad máxima. La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) también ha abierto diez de sus instalaciones para acoger a los desplazados internos, entre los que hay palestinos afincados en Líbano y palestinos llegados desde Siria por el conflicto en ese país.
“Hoy pedimos urgentemente más apoyo para mejorar nuestros esfuerzos actuales para brindar asistencia básica a los civiles desplazados”, dijo el martes el primer ministro interino, Najib Mikati, en medio de una crisis de suministros, productos básicos e incluso colchones para las personas que han tenido que huir de sus casas. Maliki describió recientemente la actual oleada de desplazamientos como la más grande “en toda la historia” del Líbano. En los últimos días cientos de familias han dormido al raso en las plazas del centro de Beirut mientras otras se dirigían hacia las montañas que rodean la ciudad con unas pocas pertenencias.
“Llevamos nueve días de los ataques más violentos y mortíferos que ha sufrido el Líbano en varias décadas. La situación es extremadamente difícil: se está produciendo una catástrofe humanitaria. El Gobierno libanés calcula que hay más de un millón de personas desplazadas, y muchas tuvieron que huir rápidamente con lo puesto. Las calles de Beirut están llenas de gente que lucha por encontrar refugio para sus familias. Las necesidades humanitarias crecen rápidamente. Ahora más que nunca se necesitan fondos urgentes para responder adecuadamente”, explica a elDiario.es Dalal Harb, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) en Líbano.
“Somos de la ciudad fronteriza de Khiam, en el sur del país. Nos vimos obligados a abandonar nuestro hogar hace aproximadamente un año, cuando comenzaron los enfrentamientos. Y ahora, nos hemos visto obligados a abandonar de nuevo la casa en la que nos refugiábamos. Apenas habíamos empezado a adaptarnos, inscribimos a nuestros hijos en una escuela cercana, y todo desapareció”, cuenta Alia, refugiada en una escuela de Barja, una pequeña localidad situada en Monte Líbano. “Este desplazamiento es con diferencia más duro que el primero. Mis hijos me dicen que preferirían morir bajo los bombardeos que vivir así. La escuela estuvo temblando toda la noche. Por ahora nos consideramos a salvo aquí, pero ¿y si Israel decide apuntar a las escuelas?”, dice esta enfermera que lleva un año sin poder trabajar y cuyo testimonio ha sido recogido por el personal de Médicos sin Fronteras desplegado en la zona.
Las organizaciones internacionales llevan días alertando sobre las consecuencias desastrosas de la escalada militar, en un contexto de enormes necesidades de asistencia humanitaria ya antes del comienzo de esta última ofensiva israelí y de enormes escasez de recursos. Una situación a la que ha contribuido la inestabilidad política que vive el país, que ha motivado una reducción de la ayuda exterior y de las inversiones. Desde octubre de 2022, no ha sido posible elegir un nuevo jefe de Estado ni formar un gobierno.
Guterres, tras hablar el martes con Mikati y pedir respeto para “la soberanía y la integridad territorial” de Líbano, instó a la comunidad internacional a que se movilice de forma urgente en respuesta al llamamiento emitido esta mañana en Beirut para recaudar 426 millones de dólares (unos 385 millones de euros) de respuesta humanitaria de emergencia. Esta semana la Comisión europea anunció una ayuda humanitaria adicional de 10 millones de euros para ayudar a la población libanesa.
Buscar refugio en Siria
Gran parte de los refugiados acogidos en Líbano se concentra en la zona del valle de la Bekaa, fronteriza con Siria, hacia donde han huido en los últimos días unos 130.000. De ellos, muchos –hasta 60.000, según la organización Save The Children– son niños. Y huyen hacia un lugar que tampoco es seguro.
“Es una situación sumamente dramática. En un espacio muy corto, apenas una semana, más de 130.000 personas han cruzado a Siria desde Líbano, huyendo de los bombardeos. El 70% son sirios, refugiados que llevan en Líbano varios años, tras huir de la guerra aquí, y que ahora se han encontrado en esta situación difícil en la que tienen que escoger entre quedarse en Líbano, bajo el bombardeo, o cruzar de regreso a su país, donde todavía hay un conflicto y que está devastado desde el punto de vista económico”, explica en una conversación telefónica Gonzalo Vargas Llosa, representante de Acnur en Siria, que se encuentra en estos días en la localidad siria de Jdeidet Yabous, en la frontera con Líbano.
“El otro 30% de los que están entrando son libaneses. Y ante toda esta tragedia, algo que me ha emocionado es ver la generosidad extraordinaria de los sirios que los están acogiendo en sus casas”. Los sirios, explica el representante de Acnur, vuelven “en unas circunstancias sumamente difíciles, pero están cruzando de regreso a su país y todos tienen familiares o amigos. Aunque las casas de esos familiares o de esos amigos donde ahora se están alojando también están devastadas. Después de 13 años de conflicto, hay unas necesidades enormes y hace falta una verdadera inyección de apoyo y de ayuda por parte de la comunidad internacional”.
Hace varios meses, las autoridades libanesas y sirias retomaron el proceso para el llamado regreso “voluntario” de los refugiados sirios a su país desde Líbano, que había suscitado muchas críticas y la preocupación de las organizaciones humanitarias por miedo a las represalias contra los retornados. Amnistía Internacional denunciaba en 2022 que las personas refugiadas no estaban “en situación de tomar una decisión libre e informada sobre su retorno” ya que en Líbano sufrían discriminación, persecución, restricciones para residir y trabajar, y no conocían la situación a la que regresaban en Siria.
Vargas Llosa explica que Acnur atiende a los retornados una vez que llegan al país pero no colabora en el programa de retorno como tal: “Desde los países vecinos, nosotros no estamos organizando el retorno porque no consideramos que se den las condiciones para eso y hay un buen trecho que recorrer antes de que se pueda hacer eso”.
“Los refugiados que han huido de su patria en busca de seguridad se enfrentan ahora a la realidad de verse desplazados de nuevo en Líbano debido a las hostilidades en curso. Este doble desplazamiento agrava su vulnerabilidad. Aunque en los últimos días se ha producido un aumento de los cruces fronterizos de Líbano a Siria, la mayoría de las personas desplazadas permanecen dentro del país”, comenta Dalad Harb, portavoz de Acnur en Líbano. Tras haber tenido constancia de que algunos sirios están siendo rechazados por los refugios colectivos que acogen a personas desplazadas, la organización pide “a todos los actores que mantengan y apliquen los principios humanitarios, y permitan el acceso igualitario a la asistencia”.